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Afirma Xavier Marcet que el cambio en las organizaciones no se producirá si éste no es asumido por las personas.

He escrito en múltiples ocasiones, una de ellas en una versión anterior de este post, accesible en Nuevas estrategias para el cambio – Pau Hortal que el ser humano es un ser social que necesita del contacto con otros de su especie para su desarrollo. Crecemos a través de nuestras relaciones con los demás: el maestro enseña al aprendiz, el mentor guía a su protegido, el experto controla los niveles de calidad de un determinado producto o proyecto, etc.


Existe un elevado consenso en el sentido de que hoy, la gestión de una trayectoria profesional, es mucho más compleja que hace tan sólo 20 o 30 años. 


Tradicionalmente hemos vinculado el concepto de trayectoria (o carrera profesional) a un conjunto de metas a corto o medio plazo predefinidas y fijadas en la consecución de unos objetivos concretos (puestos y/o organizaciones). También como un proceso cuya responsabilidad era compartida entre el propio individuo y la organización de la que formaba parte. Hoy, en pleno siglo XXI, la responsabilidad de la gestión de una trayectoria profesional ha pasado a ser responsabilidad exclusiva de los individuos. Un concepto que, ha perdido su vinculación directa con una profesión/actividad profesional o compañía/organización para convertirse en algo mucho más movible en un contexto de incertidumbres, y en el que no existen certezas absolutas.

Recordemos que el objetivo no ha de ser otro que el del mantenimiento y desarrollo de la empleabilidad a medio y largo plazo, lo que va a comportar nuevos aprendizajes, nuevas rutas profesionales, nuevos entornos y/o formatos laborales etc. Todo ello en un contexto en cambio que comporta, necesariamente, el acceso a nuevos entornos relacionales formados por personas que estén situadas/ubicadas en los nuevos ámbitos en los que pretendemos desarrollar nuestros nuevos caminos.

Todas los cambios o reorientaciones requieren algún tipo de apoyo social. Yo mismo estoy experimentando esta realidad en uno de los dos proyectos profesionales que estoy llevando a cabo en este momento (Sector Público). Un proyecto que me está exigiendo/demandando un esfuerzo especial para situarme en él. Hace tan sólo 3 años mis relaciones con el SP eran prácticamente nulas. Además que, de poco me sirven, en este nuevo contexto, los contactos y relaciones generados anteriormente.


Cuando abordamos un proceso de cambio el peor hándicap es la falta de información, de contactos, entre otros para confirmar que nuestro objetivo profesional es demandado por este nuevo sector/entorno.


Recordemos que el ser humano es un ser social y que los colectivos son, salvo excepciones, cerrados y exclusivos. Integrarse en un nuevo entorno exige tiempo y esfuerzo y para ello una excelente solución es la de disponer de un “coach o un mentor” que nos ayude a integrarnos en él.