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He escrito recientemente un conjunto de posts en formato serie titulado «Eficiencia de nuestro mercado de trabajo».

En ella he intentado definir los elementos que definen el conjunto de elementos que constatan la ineficiencia de nuestro mercado de trabajo. Una realidad que hoy es asumida por su evidencia total como un atributo indisoluble de nuestro mercado de trabajo, y que, lamentablemente, muchos pensamos que no reclama ni es gestionado en el sentido adecuado para afrontar el problema.

Hoy lo que pretendo es proponer un conjunto de medidas, que siguiendo el marco definido por Rafael Doménech en la intervención que hizo el 05 de Junio del 2020 en la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica Congreso de los Diputados. Una intervención accesible en https://www.youtube.com/watch?v=zhz0hhpnohg&ab_channel=KiokuTV   Una estrategia que nos debería de permitir disponer de un mercado de trabajo más eficiente (tanto desde el punto de vista económico como social) y cuyos hitos fundamentales serían los siguientes:

  • Generar las condiciones para favorecer la competencia y la competitividad de nuestras organizaciones en la provisión de bienes y servicios tanto desde la perspectiva del sector privado como de la del público. Lo que significa tanto replantearse quién es el proveedor de los servicios como los formatos de prestación. Y ello puede suponer desregular (en algunos ámbitos) y todo lo contrario (mayores niveles de regulación) en otros.
  • Desarrollar una política industrial y fiscal dirigida tanto a eliminar las barreras y los frenos existentes para la inversión y la creación de empleo como a la creación de entidades de mayor músculo y tamaño. Lo que incluyen desde medidas facilitadoras para la creación de nuevas iniciativas empresariales, el acceso en condiciones razonables a la financiación, hasta mecanismos de acceso “libre” a los avances tecnológicos, patentes etc. Y exige facilitar a las Pymes el acceso a los nuevos desarrollos tecnológicos y a las soluciones que supone la Inteligencia Artificial (big data, soluciones SaaS, datos etc).
  • Incrementar la seguridad jurídica en las relaciones laborales, generando un entorno normativo que tenga como norte el principio de flexiseguridad, que definitivamente rompa con criterios procedentes del pasado, que dé respuesta a las nuevas necesidades que surgen en el mercado y que rompa con los principios de dualidad y discriminación.
  • Diseñar políticas y acciones en los ámbitos formativos y la gestión de las políticas de empleo dirigidas a facilitar a los ciudadanos las capacidades y competencias que les permitan el mayor desarrollo personal posible y atender las demandas del tejido económico y empresarial.
  • Cambios en los criterios de funcionamiento de nuestra administración pública dirigidos a favorecer la implementación de todos los elementos anteriores y fundamentalmente en el sentido de reducir la relevancia de los elementos burocráticos, modificar los criterios de seguridad y equidad y colocar el norte de la gestión en los elementos de servicio, calidad y eficiencia.

Esperemos y deseemos, en todo caso, que nuestros líderes tomen conciencia de la necesidad de actuar en todos y cada uno de los ámbitos descritos. Aunque deberíamos de ser conscientes que…


Durante esta crisis hemos sido capaces de buscar y adaptar soluciones y procesos que en un contexto “normal” probablemente hubieran comportado muchos años y muchas tensiones sociales.


Debemos generar incentivos para reducir las tensiones dirigidas a favorecer el retorno a las situaciones que vivíamos antes de la pandemia y para asumir y aceptar los cambios que supone la –nueva normalidad-. “Hay razones para ser optimistas sobre el futuro, pero solo si (somos) capaces de gestionar adecuadamente los cambios, promoviendo el crecimiento económico y proporcionando un estado de bienestar que se adapte a las nuevas necesidades individuales y colectivas. Es muy probable que algunos países hagan esto con más éxito que otros”.

El objetivo no ha de ser otro que el de la creación de una sociedad más justa e integrada y ello pasa por “conseguir que los empleos de calidad, estables y productivos sean la mejor protección que el mercado de trabajo pueda proporcionar a los trabajadores. El mercado de trabajo sigue requiriendo mejoras de eficiencia y equidad, para que sea más flexible y seguro, para reducir la temporalidad, el desempleo estructural y el (…) de larga duración”. Y todo ello en la perspectiva de adaptarse a las nuevas realidades y/o necesidades y no la de cerrar los ojos ante ellas.


Y no olvidar que “La política económica debe generar certidumbres, confianza y consensos para que las empresas (y organizaciones) mantengan y creen empleo”.


Los cambios deben de hacerse de forma paulatina y no traumática, aunque deben de llevarse a cabo de forma coordinada en los diferentes ámbitos. No tiene sentido plantear cambios normativos ni en la gestión de las políticas de empleo sino son “complementarios a la adopción de reformas en otros ámbitos como en el sistema educativo y (de la) formación continua, la política fiscal, la mejora de la eficiencia de las administraciones públicas, la mayor competencia de los mercados y la creación de un ecosistema productivo y clima de negocio que sea lo más favorable posible a la innovación, la inversión y creación de empleo de calidad”.

Hemos de ser todos plenamente conscientes de que “En el proceso de transformación digital no existe disyuntiva entre equidad y eficiencia: las sociedades que diseñen un estado de bienestar que funcione de manera más eficiente aprovecharán al máximo las nuevas tecnologías para aumentar el bienestar social y al mismo tiempo alcanzar niveles más bajos de desigualdad y mayor equidad intergeneracional” Recordemos que “La eficiencia y la calidad del estado y las instituciones de bienestar es esencial para garantizar la igualdad de oportunidades primero, y proporcionar después una red de seguridad para las personas que se enfrentan a situaciones adversas inesperadas” El reto que tenemos por delante es ser una de ellas. Un reto mayúsculo pero alcanzable.