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Terminaba la primera parte de esta reflexión con un mensaje en el que abordaba la necesidad de poner en marcha la transformación digital de los procesos de Inserción.

En concreto….. “Unas iniciativas (las de transformación digital) que bien planteadas harían mucho más eficientes las acciones de Orientación, Formación e Inserción y que por su propia trazabilidad aportarían mejoras significativas en el seguimiento y la evaluación exhaustiva de las incidencias y de los resultados de cualquier programa de apoyo a la empleabilidad y reinserción laboral de los desempleados”. Unas reflexiones accesibles en: http://pauhortal.net/blog/cambio-y-transformacion-en-los-procesos-de-insercion-i/

Si el objetivo es de el de “transformar” o “digitalizar” los procesos de Orientación la principal prioridad debería de ser la de mejorar la capacidad de los gestores de las Políticas Activas para ofrecer mejores servicios a sus usuarios. Lo que requiere  tanto de voluntad para implementar los cambios culturales que ello supone como de la presencia y uso de desarrollos tecnológicos (ya existentes en el mercado) y que sólo precisan adaptarse al contexto profesional de la Orientación. A saber: herramientas que individualicen los criterios de segmentación definidos por el perfilado estadístico, que definan y concreten las necesidades y el tipo de apoyo que se debe proporcionar a cada grupo o individuo, que permitan la trazabilidad de las acciones, que favorezcan la información, contacto y relación entre éstos/as y los usuarios/as y que permitan, de forma automática y en tiempo real, el seguimiento, control y análisis de las acciones y de los resultados alcanzados. Nos queda mucho camino por recorrer.


Es razonable pensar que no todos los procesos de digitalización deban de hacerse “de golpe”. Recordemos que, el cambio y la transformación sólo se llevarán a cabo cuando éstos sean aceptados por los implicados.


La transformación no podrá realizarse si no generamos las condiciones para que se produzca un cambio cultural. Una transformación que, por otra parte, es necesaria y perfectamente constatable si simplemente se hace el ejercicio de inscribirse como desempleado o como ofertante de empleo en cualquiera de los portales públicos (desde el SPE al de cualquiera de los Servicios de Empleo Autonómicos).

Seguimos con procedimientos del siglo XX cuando ya estamos en pleno XXI, mientras que estamos viviendo en un entorno que esta modificando el mundo del trabajo y el del empleo. El resultado final supondrá no sólo modificaciones sustanciales en las ocupaciones y tareas (con los cambios en las competencias y habilidades que ello va a suponer) sino que puede, incluso llegar a transformar el mismo concepto de empleo. La digitalización comportará, sin ninguna duda. una modificación sustancial de uno de los pilares sobre los que hemos basado la vida humana en los últimos 200 años. Es muy posible que en 2030 (tan solo nos quedan 10 años) una parte relevante (se habla como mínimo de un 30%) de los actuales “puestos de trabajo” sean digitalizados y por tanto realizados de forma automatizada por un robot o por un “algoritmo”.

Nuevas profesiones y modelos de trabajo; achatamiento de las estructuras; puesta en marcha de nuevos formatos organizativos y de formas y planteamientos retributivos desconocidos hasta hoy; aparición de nuevas formas con mayor flexibilidad en las relaciones laborales y de sistemas robotizados de reclutamiento, captación y selección del talento. Todos ellos conforman un escenario en el que se demandará nuevas respuestas a los profesionales como a las organizaciones.


No podemos no tener en cuenta estas nuevas realidades o tendencias salvo que queramos que los procesos de Orientación e Inserción vivan totalmente alejados de la realidad social y económica en que se hallan inmersos.


Debemos incrementar sustancialmente la eficiencia en los servicios que hoy se prestan por el conjunto de actores que participan en las Políticas Activas. Una baja eficiencia que sólo tiene dos lecturas: Se sigue dando prioridad a las acciones de formación/orientación/apoyo respecto a las acciones de  inserción/intermediación, y se trabaja de “espaldas” a las necesidades del mercado. Una situación que es el fundamento de la poca credibilidad que los servicios de Orientación tienen ante sus usuarios.

Debemos aprovechar las posibilidades que nos ofrece la digitalización para adaptar y modificar alguno de los criterios culturales que se han consolidado en el ámbito de la Orientación Profesional. No se trata de hacer grandes “revoluciones” ni de buscar o proponer soluciones “milagrosas”. Se trata de desarrollar pequeños pasos que sin romper con los sistemas actuales vayan en la dirección adecuada. 

Para terminar, indicaros que en el próximo post de esta serie plantearé una serie de propuestas concretas que nos habrían de permitir avanzar en este proceso. Propuestas que formularé basándome en el convencimiento de que (por muchos perfilados y estadísticas que tengamos a nuestra disposición y muchas soluciones novedosas e imaginativas que pongamos en marcha) el objetivo final no es otro que el de ofrecer un servicio ágil, eficaz y proactivo, y atender adecuadamente las demandas que los usuarios y tejido económico formulan. En definitiva incrementar la eficiencia en la prestación de los servicios de Orientación e Inserción. 

Conviene recordar que los propios fundamentos del Sistema Público de Empleo determinan como una de sus funciones clave la de “planificar e impulsar políticas de empleo centradas en las necesidades de las personas y las empresas (facilitando) orientación profesional mediante itinerarios individuales y personalizados (dirigidos a) ofrecer un servicio ágil de forma proactiva, con anticipación a las nuevas necesidades y ajustado a éstas”. Referencia (portal del SEPE www.sepe.es)