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Aunque a veces no lo parezca. hoy más que nunca, debemos ser conscientes de que las personas representan el factor primordial para asegurar el éxito de las organizaciones.

Creo que es posible afirmar que, aunque el resultado final pueda depender de las condiciones de un sector o mercado, en la mayoría de las organizaciones los costes del factor humano representan la mitad o más de los gastos operativos. Por ello, y aunque le pese a muchos, en la adecuada gestión de este factor reside el mayor potencial de las organizaciones para mejorar la ejecución de la estrategia, incrementar la productividad y, en última instancia, garantizar su supervivencia.  

Sin un conjunto de personas integradas y alineadas con la estrategia, ésta, las mejores ideas, los mejores productos se queda en meros instrumentos. A pesar de que la robótica y la inteligencia artificial están cada vez más presentes en los entornos organizativos, son las personas las que consiguen concretar y llevar a cabo las mejores estrategias, convertir en realidad las mejores ideas, desarrollar los mejores productos etc. Cuanto más consigamos alinear a los empleados con los objetivos organizativos más posibilidades tendremos de conseguir el éxito.  


Por todas estas razones los llamados factores “soft” de la gestión de personas se han convertido en el elemento clave de toda gestión empresarial.


Hoy, una vez neutralizados el resto de elementos competitivos diferenciadores, las personas siguen siendo el factor último que puede determinar una ventaja competitiva continua. En una economía tan dinámica como la actual, y con la necesidad de afrontar los retos que tenemos por delante, la capacidad de cambiar de rumbo rápidamente resulta más crucial que nunca. En un ambiente de cambio disruptivo como el que vivimos,  vamos a seguir teniendo ante nosotros una presión constante en los factores de eficiencia cuando no de costes.  Hacer lo adecuado y el momento justo importará, si cabe, más que nunca.

Aunque dispongamos de una visión o propósito, movilicemos a nuestra organización en la dirección adecuada y dispongamos de buenas herramientas y tecnologías, esto no es todo. Necesitamos contar con políticas de gestión de personas coherentes (y además acertemos en su ejecución). Para ello hemos de asegurarnos de que contamos con las personas adecuadas, en términos de capacidades y competencias, y que trabajamos para ofrecerles un entorno profesional que les permita sentirse y trabajar de forma alineada con ellos.

Debemos establecer estrategias de reclutamiento y selección, definir políticas retributivas y de gestión adecuadas. Debemos disponer de herramientas que nos permitan conocer y valorar quién cumple sus funciones con objeto de recompensar a estas personas debidamente y de garantizar la continuidad de los empleados de mayor valía. Retener y valorar al talento es hoy, y será en el futuro, si cabe más relevante.

El éxito reside en mostrarse diferente y en superar a la competencia. Sin embargo, cada día es más difícil diferenciarse. Pero debemos de «mover las montañas». Y ello exige tener una visión, flexibilidad para adaptarse a los cambios y disponer de un colectivo de personas alineadas con los objetivos de la organización. Unas personas a las que debemos valorar y retribuir adecuadamente.  

Nota: El presente post es una adaptación y actualización del de mismo título publicado en 2o09 y accesible en el link Moviendo montañas – Pau Hortal