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No creo que nadie con dos dedos de frente se atreva hoy a cuestionar la afirmación de que nos encontramos en un entorno en el que el capital humano representa el factor primordial del rendimiento organizacional.

Probablemente sería acertado afirmar que, dependiendo de las condiciones de un sector o mercado, en la mayoría de las empresas los costes asociados a los empleados representan aproximadamente el 60/70% de los gastos operativos. Por ello, y aunque les pese a muchos, en la adecuada gestión del factor humano reside el mayor potencial de las organizaciones para mejorar, conseguir incrementos de productividad, y en última instancia, conseguir sus objetivos. 

Éste es el nuevo imperativo: Sin un conjunto de personas integradas y alineadas con la estrategia empresarial, la mejor estrategia, las mejores ideas, los mejores productos se queda en meros instrumentos. Sólo los empleados serán capaces de poner en marcha la ejecución de la mejor la estrategia, de llevar a cabo las mejores ideas, de desarrollar los mejores productos, etc..

Es evidente, por tanto, que cuanto más consigamos alinear a nuestros empleados en la consecución de los objetivos organizativos, más posibilidades tendremos de alcanzar nuestros objetivos. 

Por este motivo la atracción, gestión y retención del talento se ha convertido en el elemento clave de toda gestión empresarial. Una vez neutralizado el resto de elementos competitivos diferenciadores, las personas siguen siendo el factor último que puede determinar una ventaja competitiva continua.

A primeros de este año SuccessFactors, el partner de GRUPO ESPECIALISTAS en las soluciones de gestión del talento encargó a McKynsey el desarrollo de una investigación en los EEUU dirigida a analizar el impacto que las organizaciones daban a la gestión del talento, las herramientas que estaban utilizando para esta gestión y cuáles eran los resultados obtenidos. La investigación se ha desarrollado con más de 500 compañías y los resultados constatan que el impacto fundamental de los resultados empresariales es consecuencia de la correcta implementación de una estrategia previamente definida, todo ello en base a la ecuación que confirma que lo más relevante de una estrategia empresarial es la ejecución de la misma y que esta depende de la capacidad de alineamiento de los empleados con esta estrategia.

En una economía tan dinámica como la actual, la capacidad de cambiar de rumbo rápidamente resulta más crucial que nunca. En un ambiente empresarial que evoluciona de forma vertiginosa, donde los recursos se limitan cada vez más, tanto en lo que se refiere al presupuesto, como a las personas o al tiempo disponible, no existe margen para el error. Hacer lo adecuado importa más que nunca.

Paralelamente aunque movilicemos a nuestra organización en la dirección adecuada si no contamos con unas políticas de gestión de los recursos humanos no conseguiremos los objetivos. Para ello hemos de asegurarnos de que contamos con el capital humano adecuado, con las competencias necesarias y en los puestos apropiados e igualmente necesitamos disponer de herramientas que nos permitan conocer y valorar quién cumple sus funciones debidamente, con objeto de recompensar a estas personas debidamente y de garantizar la continuidad de los empleados de mayor valía. Retener y valorar al talento es hoy si cabe más relevante.

El éxito reside hoy en mostrarse diferente y en superar a la competencia. Sin embargo, cada día es más difícil diferenciarse.

Tras décadas de mejoras en la eficacia para todos los sectores, se han conseguido mejoras productivas que han acarreado la equiparación de los diferenciales competitivos. Esto no refleja sino la evolución de la industria. Cadena de suministro, fabricación, distribución, sistemas de PRE… a simple vista, parecería que no quedan áreas donde mejorar.

La excepción la constituye el capital humano. Si hacemos lo adecuado, en el momento preciso y disponemos de un colectivo de personas alineadas con los objetivos de la organización a los que valoramos y retribuimos adecuadamente podremos mover las montañas.