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Junto con los problemas de deuda, déficit y desigualdad a los que me he referido recientemente en este blog la respuesta a esta pregunta es probablemente una de las claves que explica que nos está ocurriendo.

Aunque no me atreva a participar abiertamente del grupo social que normalmente se reafirma con el mensaje/idea de que el pasado siempre ha sido mejor es posible que la falta de auténticos líderes sea uno de los principales déficits sociales que tenemos en este momento.

Fijémonos en los políticos. El descrédito social de la «clase política» se fundamenta en muchas razones pero probablemente la más relevante sea la falta de referentes. Las figuras más significativas en este ámbito han dejado de ser modelos a los que seguir, siempre preocupados por el corto plazo e incapaces de proponer y plantear medidas a medio/largo plazo.

Si no tenemos referentes políticos el liderazgo lo ocupan los “deportistas” que pueden ser personas más o menos admirables, pero que su rol no es el de convertirse en los referentes sociales. Lo mismo ocurre con las personas que adquieren una posición relevante en los medios que fundamentan su posición por la mera exhibición de determinados atributos, del dinero y del poder que han conseguido acumular. a menudo por circunstancias puntuales y oportunistas. Las personas que han conseguido tener éxito consecuencia de su capacidad, trabajo y esfuerzo tienden generalmente a tener un perfil bajo en sus comportamientos sociales.

Como ha señalado Jose Maria Lasalle, vivimos en un “capitalismo del espectáculo en el que se hiperdimensionan los aspectos de menor peso moral e intelectual…… El capitalismo, a través de su unión con la ética protestante, exigía del hombre de éxito una modestia en la proyección de sus atributos que hoy se ha perdido (pasando) del  esfuerzo, del mérito y del trabajo como elementos condicionantes del triunfo a un contexto en el que sólo se reconocen el beneficio y la ganancia rápida y astuta”.


Esta falta de referentes unidos a la gravedad de los problemas que estamos viviendo hace que muchos de los valores tradicionales se hayan erosionado sin que hayamos sabido sustituirlos por nuevos adaptados a las por nuevos con la misma dimensión.


Desconozco cuáles son las razones. Puede ser simplemente la consecuencia de que no existe un “enemigo” al que oponerse o por lo menos un objeto contra el que luchar. Hoy todo es mucho más difuso, complejo y líquido.

Una situación que explica, por ejemplo, la reacción de muchos jóvenes europeos de origen islámico que viviendo en un entorno que no les ofrece perspectivas a corto plazo han llegado a optar por posiciones y posturas de vinculación al ISIS. Aunque no sea fácil creo que deberíamos hacer todos un esfuerzo por crear nuevos valores que de verdad respondan a las demandas de nuestros jóvenes y a las necesidades del mundo en el que vivimos. Si no lo hacemos corremos el riesgo de que el liderazgo sea asumido por deportistas, (contra quien por otra parte no tengo nada pero que no deben de asumir este rol) o por personas/grupos populistas, fanáticos o totalitarios.