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Acostumbro a releer artículos, notas, textos e inclusive partes de libros que me han parecido interesantes. Aunque, a menudo, lo que me pareció impactante en una primera lectura luego pierde valor. Entiendo también que algo similar puede ocurrir en sentido contrario aunque evidentemente en este caso los mensajes se me escapen. Normalmente no vuelves a concentrarte en lo que inicialmente no ha generado tu interés. 

Y todo este «rollo» para introduciros que hoy no deseo hablar ni de Responsabilidad Corporativa, ni de recolocación, ni mucho menos de desarrollo profesional. Quiero referirme simplemente al concepto fidelidad.

Recientemente un buen amigo mío me comentaba el argumento (que entiendo que muchos conocéis) relativo al hecho de que el hombre (sexo masculino) tiene una tendencia innata a la infidelidad (cambia de pareja, de religión, de lugar de residencia, de trabajo, e inclusive de sexo) con la excepción de un sólo hecho (club deportivo). No soy mujer y por tanto no se hasta que punto estos principios pueden igualmente ser aplicables al sexo femenino pero me atrevería a afirmar que más o menos.

Tengo un amigo aficionado del Madrid hasta la médula que tiene un hijo de 8 años que, a pesar de todos los incentivos del padre, se ha convertido en forofo del Barça. Esteban ha desistido de forma inteligente de intentar que su hijo cambiase su perspectiva, su afición. Era claramente tiempo perdido.

Bueno todo este rollo para deciros que releí recientemente una entrevista que le hicieron a Carmen Mur hace ya algún tiempo. Carme que tiene criterio, experiencia y sentido común afirma en la última de las cuestiones que le formulaba la periodista “Hoy hay una falta de compromiso por parte de los jóvenes. Estoy de acuerdo que necesitamos más tiempo para nosotros mismos, que no es vida vivir dedicado única y exclusivamente al trabajo, que han cambiado los valores, pero la verdad es que mi generación choca con las nuevas generaciones precisamente por esta falta de compromiso. Hay que empezar a demostrar antes que empezar a pedir, y aquí está sucediendo al revés. Necesitamos profesionales comprometidos con su empresa, que sean capaces de dar lo mejor de si mismos”.


Comparto al 100% estas afirmaciones. No creo que empleabilidad y fidelidad sean incompatibles.


He escrito recientemente sobre compromiso y creo que es totalmente necesario, en la línea de lo que Carmen plantea, volver a trabajar en las organizaciones sobre un nuevo binomio. Gestionar el compromiso y la fidelidad sin menoscabar la empleabilidad.

Es evidente que las personas, y he abogado evidentemente por ello desde hace muchos años, debemos ser los actores de nuestra carrera profesional. Creo que hoy ya no es posible descargar esta responsabilidad únicamente en la organización a la que estamos vinculados. Sin embargo necesitamos compromisos comunes y por tanto que hoy conviene y es necesario potenciar la fidelidad a objetivos comunes, ideas, organizaciones, clubs y también empresas.

Estoy realmente convencido que sin una buena gestión de estos dos elementos es imposible alcanzar, a largo plazo, el éxito en una organización.