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En diferentes post publicados en los últimos años he hecho referencia a los problemas (sin resolver) de nuestro mercado de trabajo.  

Una preocupación que se ha transformado en voluntad activa de colaboración y mejora a través de las actividades que desarrollamos desde la FUNDACION ERGON www.fundacionergon.org Una preocupación que además es constatable por el hecho de que hoy, dia en el que celebramos nuestra III JORNADA ANUAL. Una de las dos mesas de trabajo esté dedicada expresamente al análisis de la «reforma de la reforma».

En concreto en la primera versión de este post publicada en 2017 (han pasado sólo 3 años) accesible en Empleo: Tareas pendientes – Pau Hortal afirmaba que “A pesar de que todos estemos concentrados en otros temas resulta conveniente recordar que la realidad del empleo en nuestro país sigue siendo (claramente) mejorable. Una realidad constatada en el informe sobre la economía española del FMI publicado la semana pasada en el que se reconoce que mientras estamos asistiendo a una fuerte recuperación del empleo impulsado por la moderación salarial, las reformas laborables y el incremento de la competitividad externa, esta situación ha sido conducida predominantemente por una expansión del empleo de baja calidad centrado en el sector servicios en general y en el turístico en particular”.

Buenos augurios cuando estos dos sectores, que siguen siendo teniendo una relevancia clave en nuestra estructura económica, son los que que más se han visto más afectados por la crisis. Y entretanto parece que el ejecutivo se ha puesto a la tarea de “reformar” la reforma laboral impulsada por el PP en el año 2012. Una reforma que se centró en la reducción de las indemnizaciones por despido individual con el objetivo de incentivar la contratación indefinida, la ampliación de las causas para los procesos de despido colectivo con la mirada puesta en clarificar las causas y los trámites en este tipo de situaciones, el fomento de la contratación de los colectivos con mayores dificultades de inserción (jóvenes, seniors, mujeres y discapacitados) y la promoción de cambios en la negociación colectiva articulados en base a eliminar los criterios de retroactividad y en dar prevalencia de la negociación colectiva en cada empresa frente a la de carácter sectorial.


Casi 10 años después y ante la intención del actual ejecutivo de «reformar la reforma» es bueno plantearse cuál ha sido el impacto de esta reforma en general y que impactos ha tenido en nuestro mercado de trabajo. 


Como primer dato la reforma fomentó la creación de empleo aunque no sirvió para revertir ni modificar sustancialmente la dualidad y la precariedad contractual de nuestro mercado de trabajo.

Decía en la primera versión de estas reflexiones (recordemos que publicado en 2017) que “Los cambios que tenemos pendiente de implementar pueden tener una base jurídica pero, desde mi punto de vista responden a hitos de carácter cultural”. Y sobre todo en lo relativo a las mecánicas de resolución del contrato. Debemos huir de la idea de que retocando las indemnizaciones por resolución favoreceremos la contratación. Lo que hemos vivido en estos últimos años lo muestra de forma clara y evidente.

Proseguía en ese momento con las afirmaciones siguientes: «A finales del año 2014 la consultora PwC basándose en una encuesta en la que participaron más de 400 expertos y empresarios pedía al Gobierno medidas urgentes para obtener mayor competitividad y productividad, incorporando entre ellas la del contrato único. Igualmente, el servicio de estudios del BBVA apostaba por esta fórmula con costes de despido crecientes vinculados con la antigüedad del trabajador en la empresa, así como por aumentar la dotación y rediseñar las políticas activas de empleo. Recordemos que, aunque hemos podido tener algunos hitos positivos en el último año basados fundamentalmente en el excelente comportamiento del sector turístico seguimos con ratios de desempleo juvenil cercanos al 50%” ¿Qué vamos a hacer ahora cuando estamos en una situación incluso peor de la que vivíamos en 2012?.

Para terminar, revisemos las propuestas que formulaba en ese momento, y que seguirían siendo válidas hoy:

  • Modificar sustancialmente los criterios y términos de nuestro paradigma laboral para sustituir la prevalencia del concepto antigüedad por el de vida laboral. 
  • Incorporar el concepto de contrato único y reducir sustancialmente los formatos de contratación vigentes.
  • Profundizar en el desarrollo de modelos formativos y profesionales de carácter dual.
  • Reducir el intervencionismo normativo en la configuración de las normas laborales potenciando la autonomía individual y colectiva de las partes.

La legislación laboral no crea empleo… el empleo lo crean los empresarios. Y aunque tengamos que reconocer que nuestro mercado de trabajo es la consecuencia de una determinada estructura económica podemos y debemos intervenir y hacerlo con sentido común y asumiendo riesgos. Para ello, al margen de las medidas ya indicadas, necesitamos promover un sistema educativo más eficiente, eliminar las regulaciones y los burocratismos, promover la flexibilidad y la movilidad profesional etc.