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Entendemos por resilencia la capacidad que nos permite superar de forma positiva una situación traumática, dolorosa o las situaciones complejas.

He aquí los factores que inciden en esta capacidad.

Autoestima.

Fomentar la autoestima es esencial para convertirte en una persona resiliente. Martin Seligman dice lo siguiente: “Se puede cambiar lo que se siente cambiando lo que se piensa“. Deberíamos aprender a mejorar nuestra propia autoestima aprovechando las nuevas formas de pensar. A menudo el cambio no parte de la acción, es decir, no parte del hacer, sino del ser.

Proactividad.

Para ser resiliente debes ser proactivo, es decir, debes usar el presente para cambiar el futuro. Esta es una excelente manera de superar una adversidad. Lo contrario de ser proactivo sería la persona reactiva o tóxica. Este perfil de persona se caracteriza por usar el presente para hablar del pasado.

Actitud optimista.

Tienes el deber y el derecho de ser feliz. Y buena parte de esa felicidad que desaparece ante una situación dolorosa, debe partir del fomento del optimismo. Es más, deberíamos de estar convencidos de que el optimismo y el realismo pueden llegar a ser las dos caras de una misma moneda.

Flexibilidad.

No vas a poder superar la adversidad si no adoptas una actitud flexible. Debes aprender a distinguir entre flexibilidad e indulgencia. Ser resiliente precisamente te permite no sólo ser flexible, sino también fomentar tu capacidad para afrontar las situaciones difíciles.

Autoconocimiento.

No se puede ser resiliente sin conocerse bien a uno mismo. Si además este autoconocimiento es realista te permitirá explotar nuestras fortalezas/puntos fuertes y superar las debilidades.

Asertividad.

Junto con la empatía y la resiliencia, la asertividad es la cualidad muy relevante.  Ser asertivo es un síntoma estupendo de fortaleza, una cualidad que resulta vital en el momento en el que vives una experiencia negativa. Las personas asertivas saben formular argumentos sin generar ofensas. Las personas no resilientes son, precisamente, aquellas que reaccionan agresivamente ante las dificultades.

Transmitir emociones.

Muchas personas, cuando experimentan una situación traumática o dolorosa, comenten el error de guardarse su dolor para ellos. Esto es un grave error porqué el dolor compartido con y desde la palabra tiene un efecto tremendamente terapéutico. La comunicación con otros puede ser, en estas situaciones, la mejor medicina.

Son 7 características a las que podríamos añadir la adicional que resumiría en la capacidad de aprendizaje y desaprendizaje. Deberíamos empezar a asimilar que el error no es algo negativo y que incrementa el aprendizaje. No hay aprendizaje sin proactividad y tampoco hay aprendizaje sin error.  Debemos visualizarlo como algo que nos puede hacer más fuertes, más resistentes y, en definitiva, más resilientes.