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Ya cerca del mes de Febrero y a punto de superarse la cifra de los 100 primeros días del nuevo gobierno no me resisto a la tentación de plantear una serie de cuestiones que considero deberían de estar en la mesa de la Ministra de Trabajo (en la línea de los análisis realizados en la Fundación Ergon) al margen de los relativos al Salario Mínimo y a los problemas «estrictamente políticos» que sin duda ocupan en mi opinión más de lo necesario, su tiempo.

Las he dividido en dos bloques: El primero centrado en cuestiones relativas a la situación de nuestro mercado de trabajo, y que considero deberían formar parte de una agenda (llamemos) prioritaria. El segundo propone cuestiones mucho más generales que, aunque de igual importancia, podrían estar por el momento en un segundo plano.

Respecto al primer bloque las cuestiones son tres que impactan en tres aspectos: a) empleo, b) digitalización y c) vulnerabilidad.

  1. No debemos de tener ninguna duda que uno de los graves déficits de nuestro mercado de trabajo procede de la baja tasa de ocupación. Para el colectivo entre los 16 y los 64 años tenemos un 51% cuando la media de la UE es superior al 75%. Aunque esta baja tasa puede ser la consecuencia de nuestra particular estructura económica. ¿Qué podemos hacer para reducir a la mitad esta diferencia? Y suponiendo que fuéramos capaces de alcanzar el 60%. ¿Qué deberíamos hacer con el 40% restante?
  2. El impacto de los procesos de digitalización en el empleo son más que evidentes. Tomando en cuenta que además éste se concentre en determinados grupos sociales: colectivos vulnerables, mujeres jóvenes, personas con baja cualificación. ¿Qué deberíamos de estar haciendo ya para facilitarles oportunidades laborales?
  3. El desempleo tiene cada vez más un componente estructural: Tomando en cuenta que hoy tenemos un volumen de casi 21M de ocupados, (14 en el sector privado (3 no permanentes), 3,5 en el sector público y el resto en desempleo). ¿Qué vamos a hacer para dar cobertura social a los casi 6M de personas que pueden estar en situación de vulnerabilidad?

Y respecto al segundo bloque de carácter más global he aquí las cuestiones:

  1. La mayoría de los informes realizados por los mejores y mas significativos analistas tanto públicos como privados auguran que más de la mitad de los empleados necesitarán desarrollar nuevas capacidades durante los próximos 3 años. ¿Qué deberíamos de hacer para facilitar la adaptación de las organizaciones y los/las profesionales a estas nuevas realidades?
  2. La esperanza de vida se está incrementando y seguirá con toda probabilidad este mismo proceso en los próximos años. ¿Podemos o necesitamos retrasar más la edad de acceso a la jubilación? y ¿Qué haremos con las personas seniors para que puedan mantener y adaptar sus competencias y habilidades a las nuevas necesidades/roles?
  3. Estamos asistiendo a la aparición de nuevas formas de trabajo. Al margen hoy casi un tercio de las actividades laborales tienen un menor o mayor componente digital ¿Qué debemos de hacer para afrontar este reto?, ¿Podemos intuir que habilidades y competencias demandarán para modificar los procesos formativos y adaptarlos a estas necesidades?
  4. Son muchos los análisis que apoyan la idea de un UBI (ingreso básico universal) como única respuesta al impacto que plantea la digitalización en los volúmenes de empleo por lo menos a corto plazo. ¿Tenemos que ir necesariamente en esta dirección? ¿Cuáles son los aspectos positivos y cuales los negativos de este proceso?

Creo que no hace falta decir que ninguna de estas cuestiones está resueltas en las propuestas electorales de los dos grandes partidos según he constatado en el post Un análisis sobre las propuestas electorales en materia laboral – Pau Hortal  publicado el pasado 20 de Julio en el que hacia una comparación entre ellas.

Tenemos mucho camino que andar…. Espero que todos, empezando por el nuevo gobierno, tenga la motivación y la capacidad para abordarlo con resultados positivos.