Tiempo de lectura: 4 minutos

Y particularmente en lo que se refiere al hecho de que el trabajo/empleo sea el eje estructural de la vida social.

Recordemos que desde la revolución industrial el empleo, entendido como trabajo remunerado y eje estructural de la vida social, fuente principal de los ingresos y condicionante de las pensiones y las prestaciones sociales, ha sido el elemento esencial del desarrollo y del bienestar personal y colectivo. Hoy no podemos entender la vida humana y la estructura social sin él.   

Sin embargo, no parece que estos principios vayan a permanecer en el futuro. Al contrario, empezamos a ser conscientes de que pronto vamos a enfrentarnos a un cambio de paradigma. Nuestra estructura social hoy se fundamenta en el principio de que los individuos trabajan para generar de una parte los ingresos que les permiten subsistir y de otra disponer de los recursos que, entregados al Estado en forma de impuestos, este retorna (con mayor o menor eficiencia) en infraestructuras y o servicios que nos facilitan la vida en sociedad. La distribución de riqueza en el sistema capitalista que a finales del siglo XX se convirtió en el dominante se fundamenta en un modelo de trabajo/empleo que permite desarrollar una estructura de salarios/impuestos. Sin embargo, parece que la capacidad social de generar “empleos” (entendidos en la forma que se definen en estas reflexiones) se va reduciendo paulatinamente como consecuencia del proceso de robotización que hace que muchos de las tareas desarrolladas hoy por seres humanos puedan ser ejecutadas con igual o incluso superior calidad por elementos mecánicos y por la inteligencia artificial. En estas circunstancias sólo nos quedan dos disyuntivas: el reparto de los empleos existentes entre todos, reduciendo el tiempo de trabajo, o permitir que una parte, cada vez más importante de la población, pueda subsistir sin desarrollar un trabajo/empleo.

Este proceso de sustitución del trabajo humano por el que puedan desarrollar las máquinas es uno de los elementos sustanciales de la nueva “sociedad digital”. A titulo de ejemplo: los servicios relacionados con la información (prensa) y la música. Hoy ya no compramos periódicos (accedemos a la información a través de medios digitales), y, no adquirimos soportes físicos para escuchar música (lo hacemos a través del streaming). Con estos comportamientos estamos contribuyendo a la desaparición de multitud de actividades y generando pérdidas del volumen de “trabajos/empleos” que ocupaban laboralmente a muchas personas y que generaban salarios/impuestos que permitían el mantenimiento del sistema. Hace tan sólo 20 años nadie habría apostado por el hecho de que una de las personas que conseguirían acumular más riqueza a nivel global fuera aquella que ha sido capaz de desarrollar y crear un nuevo concepto en el sector del reparto de bienes o servicios. La digitalización permite crear multitud de productos y servicios (desde la agricultura hasta las nuevas tecnologías) con una dosis mínima de trabajo/empleo humano. Sin esta necesidad hoy muchas personas no pueden disponer de los recursos necesarios para acceder a la vivienda, la comida, el ocio, la educación o la salud. Hasta el día hoy nadie nos ofrecía recursos de subsistencia sin un cierto compromiso personal: recibíamos unas compensaciones económicas como intercambio a una tarea que desarrollábamos y que en muchos casos daba sentido a la propia existencia.


A partir de ahora vamos a tener que instrumentar un nuevo sistema de reparto de la riqueza diferente. Un modelo que no tendrá como eje central el del trabajo/empleo.


Si este binomio pierde su valor estaremos obligados a modificarlo todo. Hasta el día de hoy, en mayoría de las sociedades más avanzadas, las personas tenemos la opción de acceder a oportunidades laborales que nos permiten integrarnos socialmente y disponer de ingresos para cubrir nuestras necesidades vitales. Hoy es incluso posible que tener un trabajo/empleo no garantice la supervivencia (y de ahí que hayan surgido conceptos como los de “trabajadores pobres y/o el del trabajo digno”). Al margen nos encontramos con colectivos, cada vez más relevantes numéricamente que integran el concepto de “desempleados de larga duración” o el de “personas en situación de vulnerabilidad”. Estaremos en consecuencia obligados a desarrollar nuevos sistemas de protección social en forma de “salario mínimo vital” o similares. Hemos pasado de que el trabajo sea el elemento clave de la vida humana y del concepto de “trabajo para toda la vida” a algo mucho más difuso y permeable.

Mientras tanto nos encontramos con porcentajes de la población que no pueden acceder a un empleo al mismo tiempo que los que lo tienen (con algunas excepciones evidentemente) se encuentran con el riesgo de poder perderlo en cualquier momento. Y por otra parte somos conscientes de que hay oportunidades laborales que no pueden ser cubiertas porqué los “desempleados” no tienen las habilidades ni las competencias necesarias para desarrollarlas.

Las cifras que se estiman relativas al impacto a nivel mundial de la transformación digital en el empleo son muy significativas. Se crearan también muchas nuevas oportunidades laborales, pero ni serán de forma automática, ni probablemente en número suficiente para sustituir a todas las que se van a perder por su propio impacto. Necesitamos encontrar un nuevo modelo si queremos que la sociedad digital sea justa en términos de creación y reparto de la riqueza, y para ello debemos encontrar soluciones y nuevas alternativas que minimicen y reduzcan el incremento de la desigualdad social.

El reto es mayúsculo. Tanto en términos culturales como de organización social. Estamos iniciando el camino que nos ha de permitir pasar de una sociedad construida en torno al trabajo a una nueva sociedad basada en la información. En cualquier caso, durante las próximas décadas deberemos construir un nuevo modelo, y con ello un nuevo contrato social.

PD…. La idea de estas reflexiones y alguno de los criterios sobre las que se formulan están inspiradas en las que Genís Roca formula en el articulo publicado recientemente en La Vanguardia y accesible en el link El trabajo no será para ganarse la vida, por Genís Roca (lavanguardia.com)