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Hasta el propio Gobierno acaba de reconocer que necesitamos grandes cambios en los procesos de Orientación Profesional con objeto de dar respuesta a los retos que plantean las nuevas realidades post-pandemia.

Una expectativa que coincide con la que formulan toda una serie de instituciones que se han expresado en el mismo sentido (desde el Banco de España hasta la UE pasando por la OIT). No podemos seguir desarrollando estos procesos como en el pasado. Necesitamos de nuevas estrategias, herramientas, recursos y formas de hacer si lo que pretendemos es seguir ofreciendo a los usuarios los servicios que han de permitirles adaptarse a las nuevas realidades y necesidades del mercado de trabajo. Un entorno (el conjunto de las políticas activas) a las que, en 2021, dedicaremos unos recursos de aproximadamente 7.000 millones de euros.

Todo ello pone a prueba al colectivo de Orientadores profesionales y ha hecho que desde la Fundación Ergon www.fundacionergon.org desarrollemos las «experiencias de aprendizaje» que denominamos Ágora_Ergon y puesto en marcha la iniciativa Labs_Ergon.


La mejora de las políticas activas pasa por definir nuevas estrategias, coordinar diversas acciones, evaluar bien los resultados y específicamente ocuparnos del desarrollo y la mejora de los/las profesionales que se dedican a esta tarea en todos los entornos.


Y para ello necesitamos:

  • Incrementar la inversión en orientación y el control de su eficiencia, generando estructuras que permitan disponer de un sistema de orientación integral y que abarque a todas las fases de la vida humana:
  • Promover que los procesos de Orientación se desarrollen teniendo como referente las necesidades de las organizaciones y la realidad del mercado de trabajo.
  • Incorporar la tecnología como un elemento clave en todas las fases de los procesos segmentando a los usuarios en base a sus competencias digitales.
  • Garantizar que los procesos de Orientación puedan ser recibidos por todos los ciudadanos, de forma adecuada a sus necesidades.
  • Desarrollar las capacidades y las competencias de los propios profesionales de la Orientación.
  • Asegurar un marco legal común que evite o minimice las diversidades en las condiciones de contratación y compensación de todos/as los/las profesionales del sector.

En palabras de Karitte Alegría, miembro de la Fundación Ergon “la orientación profesional tiene hoy importantes desafíos que afrontar, pero necesita –reconocerse- como profesión. Trabajar en el oficio de acompañar a otras personas en un entorno cambiante, complejo e interconectado como en el que vivimos, requiere una maestría renovada para lo que es urgente articular estructuras y dinámicas para la evolución global de estos profesionales. Su papel es y será clave en los procesos de orientación aún en entornos digitalizados, pero es una evidencia que muchos profesionales que se dedican a la Orientación no disponen de las condiciones de seguridad idóneas como para afrontar esta renovación. Apostar por este camino repercutirá sin duda exponencialmente en el impacto que tienen los proyectos de orientación, recualificación y recolocación que se ponen en marcha en este país”.

Si, en la gestión de las políticas activas, queremos establecer un nuevo marco de relaciones con las organizaciones y el mundo empresarial (que no olvidemos sigue fundamentalmente centrado en Pymes) debemos tomar en cuenta que éstas sólo colaborarán si reciben valor. Un valor que debe de estar centrado en la consecución de sus propósitos y objetivos y, en su caso, como elemento de apoyo a sus acciones de responsabilidad social corporativa.

Los programas de Orientación deben de partir de esta realidad y de la certeza de que han de proveer servicios adecuados. Sus clientes son tanto los usuarios como las empresas y organizaciones contratantes. Y ello supone entender, atender y responder a sus necesidades.