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No estamos solamente ante un mero avance tecnológico. Hoy estoy convencido de que estamos empezando a vivir en un nuevo mundo que transformará radicalmente nuestra forma de vida y el funcionamiento de las organizaciones. 

Las nuevas tecnologías están produciendo unos cambios tan radicales que van a suponer modificaciones sustanciales sobre todo lo que nos rodea. Por ejemplo las organizaciones políticas tradicionales están pérdidas. La crisis y el cambio de valores influye pero la tecnología permite que las personas no tengan que estar formalmente organizadas, ni de forma permanente, para impulsar determinados cambios. Esta es una de las diferencias más relevantes entre la situación actual y los cambios sociales importantes que podemos utilizar como referencia de nuestra historia: la necesidad de organizarse para movilizarse, frente al poder de movilización de la cooperación.

La masa crítica existe. La tecnología favorece que la voluntad de cambio de los modelos organizativos y de liderazgo se manifieste sin necesidad de revoluciones contra los modelos actuales. La cuestión está en que, esta vez, el cambio no sólo afecta a las maneras de trabajar o de relacionarse sino que gracias a la tecnología se ha puesto en marcha el motor de la voluntad de cambio de las personas. Algunos de los hechos ocurridos en las pasadas elecciones al parlamento europeo (como la irrupción de Podemos) van en este sentido.

La tecnología está permitiendo que la voluntad de cambio se esté materializando en acciones reales y con resultados. Durante los próximos años nuestra generación (recordemos que no somos nativos digitales) vamos a tener que enfrentarnos y adaptarnos a conceptos como la economía cooperativa, las organizaciones en red, el liderazgo abierto y distribuido, las comunidades de aprendizaje, las meta-comunidades, los modelos de negocio de no-empresas.

Estos conceptos, impulsados por la voluntad de participación y de cambio de modelos, ponen en contradicción a las organizaciones tradicionales, pero finalmente, permiten desarrollar nuevos modelos de gestión del talento. No nos va a quedar otro remedio que adaptarnos si o si.

Hay quien opina que todo esto lo está generando la tecnología. Yo creo que no. Las herramientas 2.0 están haciendo posible pero en el fondo la clave está en los cambios sociales. La tecnología sólo es el medio que aflore el cambio en las relaciones sociales. 

El desarrollo tecnológico este permitiendo el cambio. Sin él probablemente no sería posible. En primer lugar, hace accesible un volumen de información como nunca antes había estado disponible. Y es una información democrática, ya que cualquier persona puede generar información y cualquier persona puede acceder a ella. Toda esta información, todas estas opiniones, todo el diálogo digital y la posibilidad de integrar todo lo anterior para construir el propio criterio están alimentando la necesidad de cambio que perciben muchas personas. Por lo tanto, la tecnología está creando masa crítica para el cambio.

En segundo término facilita herramientas e instrumentos que nos ayudan a convertir las ideas en acciones. Finalmente hace accesibles los éxitos y los avances que se están alcanzando, ya que muchísimas de las experiencias realizadas y del conocimiento que se genera están disponibles en la red por la voluntad de compartir, de participar y de reconocimiento de las personas. Por lo tanto, la tecnología genera optimismo y confianza en el avance del cambio y lo realimenta.

Las nuevas tecnologías son la base sobre la que se articulan los cambios de modelos de organización y liderazgo. Nos obligan a convivir y a compartir situaciones y contextos en los que coinciden los modelos antiguos con los emergentes.

Estamos abocados a vivir nuevas experiencias y a continuar con un proceso de aprendizaje continuo. Y nos seguirán quedando muchísimas cosas por aprender. El futuro está ahí… las cosas están cambiando. Espero que ni como generación ni como país nos quedemos en el último vagón.