Tiempo de lectura: 5 minutos

Estamos constatando que el Covid-19 va a dar lugar a una crisis económica y de empleo sin precedentes, al margen de promover cambios radicales en muchas de las dinámicas profesionales.

Desde el punto de vista de la Orientación profesional afrontar esta nueva realidad exige desarrollar políticas y mecanismos que protejan a los afectados y mejorar los instrumentos (y las inversiones) en el ámbito de la Orientación Profesional. Un ámbito en el que estamos trabajando en la FUNDACION ERGON www.fundacionergon.org a traves de los programas que denominamos Ágora_Ergon y de la iniciativa Labs_Ergon.

Todas las instituciones se han expresado en el mismo sentido (desde el Banco de España hasta la UE pasando por la OIT) y son coincidentes en la necesidad de desarrollar nuevas estrategias y herramientas en este campo. De hecho acabo de referirme recientemente a ello en el post accesible en el link “Pecados capitales” de la intermediación pública en empleo (I) – Pau Hortal No podemos ni debemos seguir desarrollando los procesos de Orientación como en el pasado.


Necesitamos de nuevas estrategias, herramientas, recursos y formas de hacer si lo que pretendemos es seguir ofreciendo a los usuarios los servicios que han de permitirles adaptarse a las nuevas realidades y necesidades del mercado de trabajo.


La orientación profesional tiene hoy, diversos retos o desafíos que afrontar, siendo probablemente el primero el de “normalizarse” como profesión lo que supondría disponer estructuras de gestión y desarrollo personal mucho más estables. Es una evidencia que existe una desigualdad muy relevante en las condiciones contractuales del conjunto de los profesionales que se dedican a la Orientación en nuestro país, mientras que tenemos la certeza de que si no disponemos de equipos humanos competentes, motivados y comprometidos podemos poner en marcha muchos proyectos, pero muchos de ellos van a verse abocados al fracaso.

Recordemos una vez más que lo primero son las personas, luego los procesos y finalmente las tecnologías. Y por ello me atrevo a afirmar que este ha de ser probablemente si no el primer paso si uno de los iniciales. Porqué, sin ningún género de dudas, no podemos crear o mejorar los sistemas de orientación, si sólo nos preocupamos de desarrollar herramientas tecnológicas de apoyo o promover la investigación,


El gran reto de la estrategia de empleo, hoy, es el desarrollo y la mejora de los/las profesionales que se dedican a esta tarea en todos los entornos.


Y ello supone:

Incrementar la inversión generando servicios dirigidos a facilitar un sistema de orientación integral y que abarque a todas las fases de la vida humana:

Si bien estos retos ya estaban presentes en marzo del 2019 la pandemia los ha reforzado. Las necesidades de inversión y sobre todo el análisis de su eficiencia se han hecho mucho más relevantes y urgentes. Necesitamos una mayor inversión pública y una mayor eficiencia en la gestión de estos recursos. Necesitamos un marco institucional que favorezca la coordinación de todas las acciones y de todos los actores en una dirección común y un mayor nivel de coordinación y de compromiso entre todos los actores, basada en criterios de especialización y de castigar y prohibir las acciones redundantes.

Finalmente, esta inversión debe también de acompañarse de una relevante campaña de información y marketing dirigida a potenciar el valor social de la Orientación Profesional.

Garantizar que los procesos de Orientación se centren en atender las necesidades de sus usuarios (usuarios/candidatos y empresas/organizaciones).

Uno de los graves déficits de nuestro sistema de orientación es el de que se ha centrado en dar respuesta a unas supuestas necesidades de los usuarios y en ofrecerles acompañamiento y orientación sin tomar en cuenta lo que necesitan y demandan las organizaciones y las necesidades del mercado de trabajo. Mientras tanto tenemos la certeza que la orientación se ha tornado todavía hoy, más indispensable para determinados colectivos: Desempleados de larga duración, jóvenes, no cualificados, seniors etc. Debemos de reducir las desventajas con la que se enfrentan estos colectivos y ello sólo es posible con una gestión eficiente y adaptada a las necesidades del mercado de trabajo. Por ello debemos ser capaces de conjugar dos adjetivos: especialización y coordinación.

Aunque la colaboración de las organizaciones sea un aspecto relevante hay que tomar en consideración que ésta sólo se producirá si ésta les aporta valor (que puede estar centrado tanto en la consecución de sus propósitos y objetivos o como elemento de apoyo a sus acciones de responsabilidad social corporativa). Los programas de orientación deben de partir de esta realidad y de la certeza de que la conveniencia sobre la involucración de las organizaciones sólo se producirá si aporta algún valor a sus objetivos básicos.

Incorporar a la tecnología como un factor clave en todas las fases de los procesos de Orientación.

Es ampliamente conocido los déficits tecnológicos con los que hoy cuenta la Orientación Profesional. Y no sólo en lo relativo a la atención a los usuarios (aunque la pandemia ha conllevado una reducción sustancial de las actividades presenciales y ha favorecido una posición institucional y personal más favorable a la introducción de la tecnología). La digitalización ha adquirido mayor relevancia que la que tenía antes de la alarma sanitaria, y ello ha obligado a acelerar los procesos de aprendizaje de competencias digitales por parte del propio colectivo de orientadores.

Pero recordemos que al margen de disponer de capacidad de respuesta para superar los frenos que ante la orientación virtual tienen determinados colectivos es necesario desarrollar herramientas tecnológicas que permitan desde la validación de las competencias profesionales, la segmentación de los usuarios, el matching entre perfiles personales y los puestos de trabajo y el análisis de los resultados.

Una tecnología que en todo caso ha de permitir una orientación más personalizada, basada no en intuiciones sino en certezas, que tome en consideración el concepto de competencias profesionales y por ello sea más adaptada a cada necesidad y a cada contexto y por ello más eficiente.

Desarrollar y cualificar a los profesionales de la Orientación

Este es hoy uno de los grandes desafíos. De nada vale incrementar la inversión, desarrollar herramientas tecnológicas de apoyo o incluso incrementar las plantillas dedicadas a la orientación sino somos capaces de dotar a los orientadores de las competencias adecuadas para hacer mejor su trabajo y dar respuesta a las nuevas necesidades. Hoy ya nadie pone en duda que los profesionales de la orientación deben conocer en profundidad lo que acontece en el mundo laboral y ser capaces de anticipar las necesidades de las organizaciones. Para ello es necesario facilitarles de elementos de capacitación continua, y dotarles de recursos para realizar su labor.

Este desarrollo profesional ha de pasar tanto por dotarles de competencias para el acompañamiento emocional a los usuarios con objeto de servirles de apoyo para afrontar situaciones de ansiedad, depresión, desmotivación y falta de perspectiva de futuro, como para facilitarles la información y el conocimiento de las técnicas de reclutamiento y selección que hoy son comunes en la mayoría de las organizaciones.

——

Nota: En el momento de preparar/evisar la última versión de este post (16/04), la Ministra de Trabajo acaba de anunciar una profunda reforma de las Políticas Activas de Empleo con frases como la siguiente:  «Vamos a impulsar y promover (…) una modernización de los servicios públicos de empleo, con la digitalización de los mismos así como la inversión (…) para conseguir un auténtico portal público de empleo, una plataforma integrada común (y que estos servicios) puedan llegar a nuestros dispositivos móviles, no solo como orientación sino con todos los recursos online que podamos distribuir desde el SEPE».