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De nada servirá el progreso tecnológico, científico y económico si no hay planeta en el que vivir. Y esto, por desgracia, no es ficción.

Asi se inicia el excelente artículo escrito por Marisol Sales accesible en el link No es ficción | Telos Fundación Teléfonica (fundaciontelefonica.com) Unas reflexiones que no tienen desperdicio, y que tomo como base para las reflexiones que formularé a continuación.

“Si algo podemos aprender de Julio Verne es a soñar en grande. Como si de un viajero en el tiempo se tratase, el autor francés de célebres novelas como La vuelta al mundo en ochenta días (1872) o Viaje al centro de la Tierra (1864), (describió) inventos que no verían la luz hasta décadas más tarde. En 1863 ya hablaba de redes de comunicaciones que conectarían al mundo entero (internet)» Del mismo modo «se adelantó 18 años a la creación del submarino eléctrico en Veinte mil leguas de viaje submarino (1870). Por último «en De la Tierra a la Luna (1865) y en Alrededor de la Luna (1870) ya soñó con la llegada del hombre (a este planeta) cien años antes de que Neil Armstrong pisara el satélite”.

“Quizá mi carácter optimista me impide hacer predicciones catastróficas del futuro de la tierra, aunque todas las brújulas apunten a ello. Por desgracia, creo que soy de las pocas de mi generación que ve las cosas un poco más claras en el futuro. Cuando este tema sale entre amigos, siempre (me encuentro con el que) defiende la postura de que en pocos años viviremos bajo tierra porque no seremos capaces de soportar la luz del sol sin la capa de ozono, (……) Cuando veo asentir a gran parte del grupo me pregunto si soy optimista o si soy una ilusa en realidad»

Coincido totalmente con Marisol en que preferiría yo mismo y mis descendientes vivir en un mundo «limpio, sostenible y luminoso”.


No sé muy bien donde situarme hoy personalmente, si entre los optimistas o entre los escépticos. Aunque sea perfectamente consciente que con la edad uno termina haciéndose más flexible (espero) en determinados criterios.


En todo caso deciros que, a veces, me muevo en entornos que Marisol describiría como pesimistas, aunque también a menudo soy de los que pienso que, como hemos demostrado con las reacciones a la pandemia, vamos a ser capaces de encontrar la solución a un problema que adquiere una relevancia tal que puede poner en cuestión el desarrollo futuro de la vida humana.

Es un hecho: vivimos en un sistema obsoleto, anticuado. (Hoy) nuestra política y nuestras instituciones llegan siempre tarde. Pero no solo nuestras instituciones, tratados y acuerdos necesitan modernizarse, los trabajos también» Hoy, las generaciones menores de 40 años, son conscientes de que serán los primeros seres humanos formados en actividades y entornos que ya han desaparecido o que lo harán en los próximos años . «No es difícil imaginar un mundo sin cajero/as, sin agentes de viaje o sin maquinistas. Por supuesto, no significa que todas las profesiones y oficios vayan a quedar en el olvido, pero el cambio es innegable».

Somos muchos los que no podíamos imaginar, hace tan sólo 5 años, que las propinas casi desparecerían. «No me imagino diciéndole a un camarero (…) que ya no recibirían propina porque todos pagaríamos con Bizum. En un mundo en el que llevar efectivo ya no es necesario no me extrañaría ver a gente pidiendo en la calle a través de PayPal o cualquier otro método similar”.

“La prohibición de los coches a motor llegará (…) En un futuro a corto plazo vemos el coche a motor sustituido por uno eléctrico, pero poco a poco nos vamos dando cuenta de que ese no es el futuro, (…) El transporte del futuro quizá está más cerca del Hyperloop, trenes en tubos al vacío que nos permitirían viajar a una gran velocidad ( …. ) Según Michio Kaku, el autor de El futuro de nuestra mente, Internet no solo estará presente en nuestros dispositivos, sino que estará allá donde miremos. Y nunca mejor dicho, ya que Kaku piensa que en un futuro podremos mirar a cualquier persona y leer su biografía. Tan solo con mirarla».


«Nuestro futuro va a ir ligado a la supervivencia de las especies, sobre todo de la nuestra, en un mundo que lamentablemente, muere día tras día por culpa de la acción humana»


“La superpoblación es (un problema) que muchos piensan solventar con políticas que permitan solo tener un hijo, como es el caso de China, pero otros buscan la solución más allá de los límites terrestres y no me cabe duda de que lo lograrán. Puestos a imaginar, ¿y si ciudades enteras se mudaran al fondo del mar en una especie de burbuja? ¿Y si también hubiera pueblos aéreos sobre los océanos? La tierra se nos ha quedado pequeña, pero no el planeta”. Creo que sería razonable constatar que China ya esta no sólo admitiendo el segundo hijo sin que incluso parece que ha incluso empezado a pensar el abrir la posibilidad a un tercero.


Una reacción a un problema añadido al de la superpoblación es el de la tipología de la pirámide de la población, como consecuencia de uno de los grandes éxitos del ser humano. A saber: el alargamiento de la esperanza de vida.


“Prefiero pensar que viviré en un mundo limpio, sostenible y luminoso. Muchas veces he escuchado a mis padres recordar cómo reaccionaron cuando en los años 80 les dijeron (que el agua dejaba de ser un bien gratuito). Tan solo una generación después, la mía, ya no conocemos un mundo en el que el agua sea gratis. Por ello mismo, no me cuesta creer que en un futuro no muy lejano paguemos por el oxígeno. Quizá la próxima generación no sepa lo que es respirar sin más, sin preocuparse porque un día el oxígeno se agote»

Lo dicho, un excelente artículo que incita a la reflexión y que debería de llevarnos a la acción.