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Este pasado fin de semana se han celebrado las jornadas anuales del Círculo de Economía en Sitges. Unos días antes salió a los medios su última nota de opinión con el título de “fin de ciclo, tiempo nuevo”. 

En ella se hace referencia a la dureza de la crisis económica que nos afecta y que no sólo comporta un gran impacto en materia de empleo sino que, en las propias palabras del Circulo «descompone la política y altera la vida ciudadana». Para el Círculo las manifestaciones del » agotamiento político e institucional de la ya larga etapa que iniciamos en los años 70 son variadas». Crisis institucional, perdida de influencia de los grandes partidos, nacimiento de nuevos movimientos sociales como el 15M y también la corrupción política.

Resulta incluso chocante el hecho de que hemos pasado de una situación en los que la corrupción no tenía grandes efectos electores a una previsión en la que tendrá un impacto brutal en el futuro. De de una situación en la que el ciudadano daba por aceptable un cierto grado de corrupción es posible que nos dirijamos a otra en la que se esta creando una intensa y generalizada alarma social que entre otros efectos hace responsable a la clase política del origen de todas nuestras dificultades.

Lo que de todas formas no deja de ser, una perversión más en el contexto en el que estamos viviendo. Por un lado no damos transcendencia social a un hecho que debería de merecer toda nuestra atención para luego, cuando éste alcanza unas dimensiones muy relevantes, convertirse en algo que no es de nuestra responsabilidad. En definitiva una muestra más de uno de nuestros más grandes pecados como es el hecho de que tendemos a responsabilizar a los otros de nuestras propias faltas y desastres. 

Estoy plenamente de acuerdo con el análisis que formula el Círculo respecto a los tres factores que inciden en este contexto de crisis política. A saber: un modelo económico en el que todo valía lubricado por la existencia de recursos prácticamente ilimitados (derivados tanto de una economía en situación de burbuja inmobiliaria como de la presencia de los fondos europeos de cohesión). Unos mecanismos de representación política cerrados que entre otras cosas no facilitaban el trasvase de talentos entre el sector público y el privado y que han llevado a los partidos políticos a convertirse en máquinas burocráticas con una nula democracia real interna y con poca relación con las demandas de los ciudadanos. Por último la existencia de una sociedad civil aburguesada, complaciente y que miraba hacia otro lado cuando se producían abusos de todo tipo por parte de la clase política.

Debemos utilizando las propias reflexiones del Circulo crear  “un nuevo marco institucional rearmado y válido para las próximas generaciones” siendo esta la mayor de la prioridades para los próximos años.

Un nuevo marco que ha de pasar por entre otras cosas por “acompasar el rearme de nuestra democracia con la recuperación de la mejor tradición del capitalismo, la que sabe compaginar la consecución del lucro privado con el bien común y el respeto a las normas”. Son necesarias medidas que ataquen directamente a los tres factores que se señalan en el párrafo anterior. Probablemente no son fáciles y pueden tener sus complicaciones pero….. ¿podemos permitirnos no hacer nada?. Francamente creo que no.

La necesidad de cambio afecta a todos los ámbitos de nuestra estructura política y a la dimensión del conjunto del entramado administrativo que entre todos hemos creado. Un entramado que probablemente tuvo su sentido hace 30 años, pero que hoy ni es el más adecuado ni mucho menos soportable en términos de eficiencia.

Es en este sentido que el Circulo reclama una reforma radical del conjunto de nuestro sistema público, sistema que, por otra parte, y esto sí que es una opinión particular, es el único de los sistemas de nuestro entramado social en el que las reformas todavía no se han realizado. Porqué mientras todos nos hemos reestructurado, reducido, empequeñecido, de alguna manera… ¿qué se ha hecho de verdad en nuestra estructura administrativa?.

Tanto desde el  punto de vista numérico: reduciendo el número de órganos y ámbitos de actuación, eliminando duplicidades, reduciendo las plantillas etc; como desde el punto de vista conceptual: modificando el concepto de servicio público y cambiando de raíz el modelo de funcionamiento de unos órganos que finalmente están más pensados para el servicio a la estructura política gobernante que para cumplir su misión que no es otra que el prestar el mejor servicio posible al ciudadano, queda un largo camino por recorrer.

Se puede argumentar en contra de esta opinión que este proceso de restructuración del sector público va a suponer un incremento de los niveles de desempleo a corto plazo. Probablemente sea cierto pero, en todo caso, no dejará de ser un mal menor.

Y lo que resulta válido para la estructura política cercana: ayuntamientos, comunidades autónomas, gobierno del estado es también aplicable a las estructuras políticas de la Unión Europea. Pongo simplemente un ejemplo: bajo que argumentos vamos a ser capaces de mantener el sistema de pensiones de nuestros representantes en el parlamento europeo cuando se esta planteando una dura reforma para el conjunto de prestaciones del sistema público aplicable a todos los ciudadanos. La idea de Europa que fue un referente y un objetivo a alcanzar para nuestra generación se está convirtiendo, hoy, en una rémora, en algo sin sentido, para muchos de los miembros de las generaciones posteriores. Salvo que se produzca alguna circunstancia relevante no quiero ni pensar cuáles van a ser los niveles de participación que se van a producir en las próximas elecciones al parlamente europeo.

En definitiva creo que mientras que los ciudadanos estamos haciendo el esfuerzo por adaptarnos y prepararnos para los “nuevos tiempos” que nos va a tocar vivir no veo que este esfuerzo se esté impulsado ni mucho menos realizando desde nuestras estructuras políticas.

El riesgo de separación o divorcio entre la «clase política» y el conjunto de los ciudadanos es cada vez más evidente. O todos nos percibimos de ello y actuamos consecuentemente  o el riesgo de salidas populistas, que probablemente nos llevarán a mayores niveles de catástrofe, es más que evidente. Necesitamos iniciar nuevos tiempos y para ello precisamos de un liderazgo que hoy, lamentablemente, una clase política aburguesada no parece dispuesta a acometer.

Podemos hacer posible lo imposible. Mientras tanto os invito a ver este video. http://www.youtube.com/watch?v=YWOeHx-3Ico