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Sigo pensando que viviendo en un entorno en el que la mayoría de nosotros somos sujetos sin capacidad y motivación para actuar por nosotros mismos.

Muchos esperamos que alguien externo (el estado, la comunidad autonómica, el ayuntamiento, la UE etc) nos identifique como ciudadanos débiles, actúe por nosotros, nos conceda una subvención, empleo o ayuda social.

Son muchos los que siguen aspirando únicamente a acceder a un entorno más o menos seguro (¿Administración Pública?). ¡Y luego nos quejamos del recorte de las libertades individuales!. Cuando dependemos de terceros tenemos, evidentemente, mucha menos libertad o menos opciones de autogestión.

Todos los emprendedores sabemos que sin motivación, compromiso y esfuerzo no saldremos adelante.

Las ayudas externas pueden ser bienvenidas pero no han de ser el objetivo ni el fundamento de la actividad emprendedora. No creo en este tipo de emprendedores ni lamentablemente pienso que con iniciativas como la nueva «ley de emprendedores» vayamos a resolver nuestros problemas.

Porqué no nos expresamos con claridad. Lamentablemente no somos una sociedad de emprendedores (aunque podamos contar con algunas excepciones -sé dice que los catalanes sí que lo somos). Nos hemos educado en un entorno cultural en el que el trabajo, de por vida, en cualquiera de los ámbitos de la administración pública o en una gran organización era el objetivo a alcanzar. Probablemente no esté bien decirlo ahora pero recuerdo que mi padre (allá por los 70) se propuso que uno de sus hijos trabajara en La Caixa…. y evidentemente terminó consiguiéndolo.

Tenemos factores culturales muy introducidos en nuestra mente que no favorecen la emprendeduría.

Ah, no volvamos a caer en los hechos que se comentan en el primer párrafo, todos somos responsables de esa apatía social. Obviamente, que nuestro sistema institucional se haya dirigido, tradicionalmente, por los subsidios en lugar de por las políticas activas para estimular y proteger a los emprendedores la responsabiliza también de la falta de actividad emprendedora en este país.

Que gran invento este de tener a todo el mundo esperando la llegada de una subvención, un enchufe, un trabajo de por vida…. o más recientemente el rescate. En esta semana hemos vivido en Barcelona/Catalunya «el gran recapte». Siendo cómo es una iniciativa excelente y que sin duda ayuda a paliar situaciones de gran complejidad no deja de ser una forma que mantiene la dinámica de subsidio individual que no supone ningún tipo de exigencia al individuo.

Imaginemos un desierto. Dos ciudadanos anónimos esperan hace horas que alguien los saque de ahí y han sido incapaces de comunicar su situación. Si el tiempo pasa y nada ocurre seguramente morirán. Uno de ellos empieza a andar. No hay dirección concreta ni plan. Sólo intuición y valor. El otro espera que llegue un helicóptero. ¿Quién tiene más opciones de salvarse? o ¿Quién debería de ser rescatado?. A mi no me cabe la menor duda. El que lucha, se enfrenta a su situación, busca una salida, es el individuo que merece sobrevivir.

Decía Littlewood: “si no nos perdemos nunca, no encontraremos otros caminos”. A lo largo de mi vida he intentado poner en marcha diferentes proyectos empresariales, algunos con resultado positivo, y otros fracasados. No sé si he hecho bien o mal. Sé que he cometido muchos errores. Pero finalmente solo sé que he intentado iniciar nuevos caminos aunque nunca me haya encontrado, afortunadamente, en la situación que acabo de describir.