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Empezamos a tomar consciencia de todos los cambios que hemos vivido en los últimos 5 años. Sin embargo lo más relevante hoy es ¿Qué más cambios podemos prever en un próximo futuro?

Una gran parte de nuestras motivaciones e intereses al dar impulso a la FUNDACION ERGON  www.fundacionergon.com fueron las de dar respuesta a esta pregunta a través del entendimiento, el análisis y el debate.

Cuando analizamos lo que ha ocurrido en los últimos años (incluido el impacto de la pandemia del covid-19 y los efectos del conflicto en Ucraina) constatamos la sorprendente velocidad con la que se han venido sosteniendo los cambios, con la que han emergido los nuevos procesos y, fundamentalmente, cómo todos nosotros (los casi ocho mil millones de habitantes de la Tierra), vivimos algunos fenómenos absolutamente inimaginados antes.


Lo que ha ocurrido desde 2017 es un proceso de aceleración de determinadas tendencias cuyo impacto, inicialmente habíamos previsto, se iba a producir en un periodo más largo de tiempo. 


Respecto a la pandemia algunos especialistas han incluso afirmado que lo que vivimos no fue una experiencia más, sino que fue el mayor experimento psicológico de la historia. Los hitos integrantes de este experimento fueron los siguientes: a) ha sido la primera vez que todo el planeta ha vivido de forma simultánea una misma experiencia, b) hemos vivido una transición acelerada en un plazo muy reducido, y c) hemos modificado el formato tradicional de la prestación de trabajo en un gran número de ocupaciones humanas.

¿Cuál es el impacto real de todo esto? Recordemos que lo que hemos vivido poco tiene que ver con las evoluciones anteriores. El ciclo de cambio es cada vez más corto, y esto, quizás, sea el punto central. Los tiempos se aceleran y es importante saber cómo nos impacta esto a cada uno de nosotros; procesar ese shock también como una manera de entrenarnos para la próxima revolución. El trabajo del futuro será para aquellos que puedan adaptarse una vez, otra vez y otra vez, porque nadie tiene la certeza de que esta será la última revolución. Tampoco sabemos qué características tendrá lo que nos toque atravesar en el futuro donde es previsible que se produzcan tanta nueva cantidad de cambios que ni siquiera hoy tenemos la capacidad de imaginarnos cuáles podrían ser.

Uno de los más relevantes proviene de los cambios que estamos viviendo en el lugar y el tiempo de trabajo. Y esto, que puede parecer incluso poco relevante, impacta sobre las estructuras organizativas y de gestión  modificando sustancialmente las estructuras organizativas vigentes desde la revolución industrial. Y uno de los más relevantes es el que está adquiriendo el empoderamiento de las personas, la colaboración y la confianza.

Otra transición: de la adicción al trabajo transitamos hacia la “adicción a la vida”. La realidad a la que nos expuso el virus del Covid-19 nos hizo conscientes de nuestra vulnerabilidad.  Ha facilitado la consolidación de un proceso que muchas personas empezaran a considerar el trabajo no solamente desde las necesidades de la empresa, sino fundamentalmente desde las propias necesidades y expectativas. Más aún cuando trabajar no es ya “ir al trabajo” sino algo que nos acompaña en cada minuto. El trabajo, convertido en verbo, viene a nosotros.


Debemos ser capaces no sólo de afrontar el reto tradicional de hacer las cosas siempre un poco mejor, sino que tenemos que hacerlas de una manera diferente.


El resultado final es el siguiente: Hemos vivido muchos cambios en los últimos 5 años, pero no son nada comparable con lo que nos vamos a tener que enfrentarnos en los próximos. Hay incluso quien afirma que en los próximos 20 años vamos a tener que adaptarnos a transformaciones mayores que las vividas en los últimos 200. Y ello como consecuencia de todo lo que expongo en estas reflexions a las que habrá que añadir los efectos del cambio climático.