Tiempo de lectura: < 1 minuto

Muchos de nosotros nos hemos planteado repetidamente la pregunta siguiente: ¿Por qué no exprimimos aquellos conocimientos que objetivamente nos situarían en una posición más competitiva?

Todos asistimos, a lo largo de nuestra vida profesional, a un número no desdeñable de cursos, seminarios, workshops… a los que nos inscribían las organizaciones en las que trabajábamos para mejorar la eficiencia como profesionales o ‘managers’ en nuestra área de responsabilidad.

De todos aprendimos algo. Pero, de muy pocos, nos quedó la sensación gratificante -que los anglosajones denominan ‘rewarding’- de haber obtenido una percepción equilibrada de la relación coste/beneficio que evaluábamos cuando volvíamos a nuestras tareas diarias.

Lo más evidente y lo que todos hemos constatado es que incluso en los seminarios que nos parecieron -acertadamente o no- los más provechosos, sus aportaciones y su impacto fueron diluyéndose por la presión del día a día. Limitándonos, así, la posibilidad de incorporar las enseñanzas recibidas que en su momento nos parecieron imprescindibles y aplicables.

¿Crees que el coaching puede ser un elemento que ayude a consolidar este aprendizaje?