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La gestión de la carrera, del futuro, de nuestra vida, es en realidad un proceso que debe de ser conducido correctamente y que es posible manejar con éxito. 

Aunque para ello debamos disponer de una meta o propósito coherente con nuestras propias capacidades, tener la motivación para conseguirla y estamos dispuestos a luchar por ella.

Es muy usual que al inicio de un proceso de orientación surja el concepto de carrera o futuro profesional como un concepto abstracto, una meta difusa e imposible de alcanzar y mucho menos controlar. La mayoría nos hemos dejado llevar. Hemos llegado donde estamos movidos por influencias externas. El concepto de meta, de propósito, suena a recurrente, a tópico, a etéreo.


Debemos convencernos de que debemos usar en la gestión de nuestro futuro profesional los mismos principios, estrategias y herramientas que las organizaciones utilizan en sus actividades.


Y que, de esta manera, haciendo un uso adecuado de los recursos de que disponemos tarde o temprano es posible que acabemos alcanzando los retornos esperados.

He aquí algunos de los elementos que es conveniente tomar en consideración en el proceso de reflexión sobre carrera o futuro profesional.

El futuro dura toda la vida. Este es un proceso de largo recorrido con sus etapas, sus errores y aciertos. Es conveniente que ni las prisas ni la falta de análisis y reflexión nos cieguen porque lo importante es la actitud de aprendizaje permanente e ir disfrutando en el camino. Y habrá siempre dificultades, tengámoslo presente.

El futuro es nuestra responsabilidad. Nadie nos va a desbrozar el camino. Tú trazas el camino, lo preparas y comienzas a andar. Aunque es positivo tener un mentor en las primeras fases de la carrera finalmente el único responsable eres tú, aunque puedas y debas pedir que colabore contigo la organización de la que formas parte.

El futuro puede improvisarse pero también planificarse. Precisa análisis, establecimiento de objetivos, validación de los resultados etc. Aunque puede verse impactado por las circunstancias, la suerte etc, siempre es importante asumir un cierto grado de control sobre los acontecimientos.

El futuro se verá influido por variables externas. Algunas predecibles y controlables y otras totalmente incontrolables. La flexibilidad y la capacidad de adaptación a las circunstancias que surgen muchas veces fuera de nuestro control son muy relevantes.

Construir y dirigir nuestra carrera, liderar una trayectoria profesional, supone en todo caso:.

1.- Saber lo que queremos. Y esto se resume en establecer metas, en definir escenarios, en escribir nuestra carta a los Reyes Magos  aunque cada meta tiene que tener un plan de acción y además ser realista, mensurable, alcanzable, definida en el tiempo y sostenible por nuestro entorno vital, personal y familiar.

2.- Medir los avances. Las metas  y los planes hay que seguirlos y para ello precisamos indicadores y precisan revisiones periódicas.

3.- Revisar permanentemente el proceso. Como su duración es dilatada nos encontraremos con que nosotros y nuestro entorno cambian lo que nos obliga a redefinir y hacer ajustes en los objetivos y en las acciones a implementar.  Además siendo conscientes de que todo cambia  nos aparecerán nuevas metas y proyectos que enriquecerán nuestro camino y estaremos preparados para coger al vuelo las oportunidades que se presenten.

Aunque es evidente que hoy, el concepto de carrera o futuro profesional, no tiene los mismos atributos que hace 20 años, (todavía recuerdo el tiempo en el que el concepto de “planes de carrera” era una de las bases fundamentales de la gestión de RRHH), sigo pensando que es posible gestionarla, aunque sea bajo criterios y fundamentos más adaptados al actual contexto económico y a la realidad del mercado de trabajo.

En el ámbito organizativo, los tiempos en los que los profesionales y directivos cedían a sus organizaciones la dirección de sus “carreras” han terminado. Aunque la incertidumbre es la clave básica de la situación económica, para el desarrollo de una carrera, para alcanzar el éxito es necesario disponer de objetivos claramente definidos adecuados a nuestras capacidades y competencias, una motivación adecuada y una planificación de acciones para su consecución unida a unas dosis de flexibilidad para aceptar los cambios.

Siempre es mejor actuar que simplemente dejarse llevar. Siempre es mejor tener un propósito o meta e intentar convertirlo en realidad. Muy a menudo resulta que desarrollamos acciones sin tomar en cuenta ni nuestras capacidades, ni nuestras motivaciones ni la situación del mercado de trabajo. Muchas veces resulta que el fracaso de una carrera profesional se fundamenta en haber aceptado cambios profesionales que nunca deberíamos de haber realizado, en decisiones erróneas, en la falta de un mentor en las primeras fases del desarrollo etc.

Para terminar me gustaría que dedicaras unos minutos a ver este vídeo: http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=faYL6b4-vqQ

Recordemos: La suerte llega cuando se está atento y preparado para recibirla.