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Desde hace muchos años tengo la sensación de que muchas de las personas que pierden el empleo se lanzan a la aventura de emprender sin valorar los riesgos que tal hecho significa. Muchos lo hacen, además, con total desconocimiento y lanzándose a un vacío sin red con lo que están destinados, probablemente, al fracaso más absoluto.

Para iniciar tu propia empresa “tienes que dedicarle  las 24 horas los 365 días del año, y si no estás dispuesto a ello, más vale que no lo intentes porque sino no tendrás éxito ”. Esta frase de Charles Handy es clave. Creo que resume perfectamente lo que supone convertirse en un emprendedor. Está claro, además, que el emprendimiento hoy es de una parte una necesidad social y de otra una opción más para muchos jóvenes a los que no les resulta fácil acceder al mercado de trabajo. En todo caso ser emprendedor exige disponer o adquirir unas capacidades psicotécnicas diferentes de los del resto de profesionales que nos podemos encontrar en el mundo laboral. De todas formas es de reconocer que hoy podemos encontrar tanto emprendedores por vocación como por obligación.

Sea consecuencia de un proceso vocacional o fruto de una obligación la  primera característica que creo que identifica a un emprendedor es su compromiso total con sus propios “sueños” o “proyectos” y la capacidad para dirigirse a sí mismo para hacerlos realidad. Crear e innovar son elementos básicos para el éxito de un proyecto empresarial. A estas alturas podemos llegar a pensar que todo está inventado aunque siempre es posible encontrar un “hueco” para el desarrollo de un negocio. No sólo es necesario “soñar” un proyecto empresarial, sino adaptar este proyecto a su entorno para que tenga el éxito deseado.

Otra característica que suelen tener los emprendedores es la iniciativa y la capacidad para tirar de sí mismos (o lo que es lo mismo no necesitar de un jefe). Ello exige no sólo tener la iniciativa para emprender un nuevo proyecto y llevar a cabo todas las acciones que se derivan para que el proyecto sea exitoso, sino asumir las dosis de responsabilidad necesarias para conseguir la excelencia en la implementación de sus ideas. También destacan por su capacidad para la perseverancia y por tanto la de no renunciar ante los primeros fracasos.

Pero esto no es lo único, la vida del emprendedor no es fácil, debe estar continuamente en la búsqueda del retorno de la información y comprobando que sus decisiones son las acertadas- Ello exige controlar y superar los problemas con los que se puede encontrar. Para ello es necesaria una alta dosis de aceptación del riesgo, de la aceptación del error y del no miedo al fracaso. Los emprendedores precisan disponer de la energía, la  autoconfianza en uno mismo y sobre todo, sobre todo, del optimismo y el entusiasmo que representa estar al frente del proyecto que sueñan hacer realidad de manera independiente.

Cuando nos encontramos ante alguien, que además de estas cualidades dispone de la visión del entorno, tiene la capacidad suficiente para saber hacia qué oportunidades de mejora ha de dirigir su proyecto, y además es una persona capaz de poner al factor suerte a su lado es posible que nos encontremos no sólo ante un emprendedor, sino ante un empresario de éxito.

Para finalizar os invito a que veaís el video siguiente: http://www.youtube.com/watch?v=dmdVvGmUNCs