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La Revolución Industrial facilitó un cambio radical en la vida del ser humano permitiendo que la riqueza se multiplicara por 150 veces. Es posible que algo parecido ocurra con la revolución tecnológica que hoy estamos viviendo.

A pesar de todos los frenos de carácter económico, político y ambientales que vivimos, los ciudadanos demandamos un cambio en la forma en que el conjunto de las AAPP gestiona nuestros intereses comunes y nos presta servicios. Hemos de conseguir que el Sector Público se transforme, cree ámbitos de gestión mucho más flexibles, establezca criterios de gestión más eficientes en los que no prevalezca el interés de las estructuras sino la atención a las realidades sociales.

Nuestra administración pública es hoy una burocracia centrada en los procedimientos (rigidez) y desfavorable a los cambios (flexibilidad). Sin embargo, en un entorno en los que la flexibilidad, la colaboración y la cooperación son hoy elementos clave de la vida social, vemos como estos atributos no son ni aceptados ni abordados por el Sector Público. No podemos seguir manteniendo estructuras sobredimensionadas dedicadas a tareas sin sentido y a competir con los sectores económicos y sociales. Ni las AAPP pueden dedicarse a -competir- con el Sector Privado, ni a éste puede exigírsele que atienda a los principios de control y equidad que son consustanciales al Sector Público. La “capacidad de competencia” es un elemento clave en el sector privado, pero no es un requisito fundamental que exigir al Sector Público.

Necesitamos estructuras mejor dimensionadas y ágiles dedicadas a proponer y diseñar y con capacidad de controlar lo que otros ejecutan. Por otra parte, deberíamos de ser conscientes que nuestro sector público tiene hoy un volumen de recursos humanos superior al de Alemania, con una estructura federal similar a la nuestra, pero con una población muy superior. Deberíamos empezar a pensar en la reducción de las plantillas del sector público y dedicar estos recursos a actividades más eficientes.

No son momentos para disyuntivas falsas o ideológicas entre estado y mercado. Por el contrario, la construcción de entornos de colaboración entre las propias estructuras públicas y entre éstas y el sector privado puede ser una de las condiciones para afrontar con éxito los grandes problemas colectivos de nuestro tiempo. Aunque ello exija cambios en las formas con las que éste se relaciona con las Administraciones Públicas y dotarnos de una dirección pública profesional e independiente comprometida con el cambio. No podemos seguir gestionando “lo público” sin tomar en cuenta las necesidades de las personas.

Desde esta atalaya con sintonía total con las propuestas formuladas por el FORUM DE GESTION PUBLICA www.forumsectorpublico.com deseo que el gobierno que surja del resultado de las próximas elecciones del 23 de Julio tenga la visión y el impulso para proponer y desarrollar medidas como las siguientes:

  • Abordar un verdadero plan de gestión del cambio, dotado de los medios adecuados, que dé lugar a un nuevo modelo, en el que prime la agilidad, la flexibilidad y la innovación. Tal vez convendría llevar a cabo este cambio a dos velocidades: una para el mundo de las garantías, de la actuación administrativa, siguiendo procedimientos y jerarquías establecidas, y otra para la exploración, la escucha permanente de las necesidades de los ciudadanos, la participación…
  • Poner en marcha un plan de desarrollo de las competencias digitales para los empleados públicos, tomando como referencia el marco europeo. Ello supone permitir a los profesionales del Sector Público entender que la transformación digital en la Administración Pública no es algo que afecte exclusivamente a las Unidades TIC, sino que afecta a toda la organización.

Debemos entender que las normas por si solas no resuelven los problemas.


Necesitamos voluntad, motivación y compromiso para desarrollar y gestionar el cambio. Podamos hacer grandes cosas sin necesidad de nuevos cambios legislativos. Y debemos de aprender a medir el impacto de lo que hacemos.


Nuestras AAPP están obligadas a reinventarse, transformarse y establecer nuevos modelos de relación y colaboración consigo mismas y con los diferentes actores sociales. Deberíamos de ser capaces de reformar las estructuras existentes para que en ellas prevalezcan los conceptos de Colaboración y Cooperación. Por último, ser conscientes que este proceso no será posible si no somos capaces de crear una estructura de directivos/as públicos profesionales independientes y alejados del “ruido político”. Su rol es clave en este proceso.

Deberíamos exigir al gobierno posterior a las elecciones del 23 de Julio la capacidad de impulsar las reformas en la gestión del Sector Público dirigidas a evitar que éste se convierta en una rémora para el desarrollo económico y social y sea capaz de dar respuesta a las necesidades de los/las ciudadanos/as.