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Una de las cosas que más me han sorprendido desde que en el año 2018 me acerqué a la gestión personas en el Sector Público ha sido el alto nivel de consenso que existe en su necesidad de revision y/o reforma.

Sin embargo también es significativa que frente a este consenso y la calidad del diagnóstico sobre lo que se debe reformar sean muy significativos los niveles de escepticismo sobre la capacidad/voluntad de llevar a cabo las reformas necesarias. Estas conclusiones son una de las consecuencias del trabajo que estamos desarrollando en el proyecto del FORUM DE RRHH DEL SECTOR PUBLICO www.forumrrhhsp.com y sobre las que ya he reflexionado en repetidas ocasiones en este blog.

“A lo largo de las dos últimas décadas constatamos (desde) una alta coincidencia en el diagnóstico y en muchas de las propuestas sobre la función pública española, esencialmente en el modelo al que debe evolucionar el sistema actual, (hasta) preguntarse por los motivos de la esclerosis que (le afectan), (Esta esclerosis) es el resultado de la inestable alianza entre los burócratas y los políticos que lleva a no alterar el statu quo al no obtener ninguno de ellos ganancias sustanciales con la introducción de cambios

Esta frase, a la que sólo he incorporado los conceptos incorporados entre paréntesis, (con el único objeto de hacer más comprensivo el mensaje), figura en el encabezamiento de unos artículos escritos por Manuel Arenilla accesibles en el link Las líneas rojas de la reforma de la función pública española (arenilla.es) en los que analiza las ineficiencias del conjunto de las Administraciones públicas desde la perspectiva de la gestión de personas. Un análisis que le lleva a distinguir entre reformas inviables «debido a la configuración actual de los intereses en juego en la función pública española” y las que podrían ser viables ya que podrían implementarse sin la necesidad de cambios normativos que en actual escenario político resultan imposibles.


Sólo superando determinadas «lineas rojas» podremos hacer que el Sector Público sea capaz de cumplir correctamente su función y dar mejores respuestas a las necesidades sociales.


De todas formas para superarlas necesitamos cambios radicales en muchas de las actuales dinámicas políticas. «Como en toda reforma que se precie, esto requiere un fuerte liderazgo, persistencia y medios. Claro es, también haría falta consenso político, pero esa es otra cuestión” Cabe pensar si ello es posible y si, incluso (como he leído en diferentes autores) deberíamos ahora aprovechar los fondos europeos para hacer estos cambios. No deberíamos perder de nuevo esta oportunidad para:

  • Modificar de una forma sustancial el marco jurídico y cultural en el que actúa el Sector Público. “La inseguridad jurídica en la que pueden moverse las reformas pretendidas retrae a los responsables públicos a emprenderlas. Se refuerza así el riesgo inherente a los procesos de innovación en los que, además, la ganancia en términos políticos (a corto plazo) suele ser muy reducida. En un entorno volátil como el actual es dudoso que quien comience una reforma vaya a verla acabada o, al menos, planteada en todos sus términos”.
  • Corregir el mal uso de la facultad política de designar puestos de confianza, y de la inexistencia de requisitos para ocupar estas posiciones. Las tensiones y frenos son muy importantes, como hemos podido constar en las conclusiones del II Ciclo de Sesiones del Fórum, dado que “los políticos no desean limitaciones en las opciones de nombramiento en la cúspide de la organización administrativa”. El interés por su regulación es nulo dado que además esta termina convirtiéndose en una vía de acceso a la función pública por vías indirectas.
  • Facilitar medidas para el desarrollo de la carrera/trayectoria profesional de los profesionales del sector público. “La lógica de la carrera horizontal (permite) recluir a un funcionario en una determinada área con el fin de favorecer la especialización y de ser congruente con las pruebas requeridas para el acceso a un cuerpo determinado. Sin embargo, el efecto que esto genera es el estancamiento en la carrera para la mayoría de los funcionarios”. El desarrollo profesional en el Sector Público hoy es una decisión estrictamente individual, y ello provoca grandes desajustes y desigualdades en función del tipo de organización y del rol o función del profesional público.
  • Establecer criterios objetivos y realistas de evaluación de los/las profesionales del Sector Público. Si hasta la mitad del siglo XX “la profesionalización en la función pública se fundamentaba en la forma de reclutamiento, en sus principios y en la responsabilidad en el desempeño del puesto de trabajo, hoy la legitimidad del empleado público requiere, además, la evaluación permanente del desempeño, especialmente en el nivel directivo. Este cuarto factor que frena la evolución de las AAPP “encuentra barreras muy difíciles de sobrepasar en la actualidad».
  • Modificar las dinámicas legales y culturales que condicionan al sistema de relaciones laborales e impiden la puesta en marcha de medidas de corrección disciplinaria. Esta incapacidad no se refiere únicamente a los aspectos punitivos, sino que alcanza al planteamiento de evaluaciones negativas que tengan como consecuencia la “desprogresión en la carrera especialmente en el tramo superior como herramienta de motivación”. Es evidente que las evaluaciones pierden sentido si no cabe el suspenso.

He aquí unas líneas rojas que son muy difíciles de superar desde los planteamientos actuales, aunque de ellas dependa la calidad de muchos de los servicios que las AAPP prestan a los ciudadanos. Sin embargo, puede ser interesante profundizar en las medidas que puedan ser “viables” y que supongan avances en esta dirección y que abordaremos en un próximo post.

Nota final: recordaros que estas reflexiones se han inspirado en las que formula el Profesor Manuel Arenilla en Las líneas rojas de la reforma de la función pública española (arenilla.es) señalando que suyas son las frases identificadas con (“) pero que las conclusiones extraídas son propias y por ello fundadas únicamente en mi criterio personal.