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Podemos constatar cómo, son ya muchas las organizaciones que están facilitando la adopción por parte de sus empleados de prácticas de flexibilidad horaria.

Unas prácticas que van desde la flexibilidad en la localización, el horario flexible o la semana de trabajo de 4 días. Como casi siempre son las grandes compañías (una de ellas Telefónica) las que, ante la posibilidad de pérdida de talento, van dando los primeros pasos en esta tendencia.

Lo que se ha iniciado a través de un planteamiento inicialmente rígido (3 días fuera y dos en la oficina o 2 fuera y 3 dentro) es un primer paso que terminará transformándose y consolidándose en mayores niveles de flexibilidad. Una vez resueltos los problemas que estos nuevos formatos generan (en materia de dotación de medios y encontrado un enfoque razonable a los relativos a la seguridad e higiene en el trabajo), se está evolucionando en mayores grados de libertad, no sólo dar la opción a los empleados de decidir los días que van a presentarse en las instalaciones de la organización/empresa, sino también los horarios en los que desarrollar las tareas asignadas.


La tecnología ha puesto en marcha un proceso que resultará imparable, a pesar de que muchas organizaciones, y particularmente las del sector público, pueden mostrarse reacias a aceptarlo.


El problema reside en que cualquiera de estas medidas exige otorgar a los empleados mayores niveles de confianza.  Una confianza que, recordemos, no puede imponerse por norma sino que debe de formar parte de un nuevo “adn” organizativo. Algo que, lamentablemente, será muy difícil de conseguir, en muchos entornos basados en la jerarquía y el presencialismo. 

La tecnología está ahí también para facilitar el cambio en los criterios de liderazgo. La rigidez en las condiciones laborales es un atributo que las organizaciones no pueden permitirse si quieren atraer y retener al talento. Es la diferencia entre aquellas capaces de aprender de una circunstancia que ha supuesto afrontar en 1 año realidades que, en una situación de normalidad hubiesen precisado 10, frente a las que solo saben mirar atrás, volver al pasado y tratar de recomponerse aunque su entorno haya cambiado. Una flexibilidad que no sólo afecta a las condiciones laborales sino a los entornos físicos y estructurales en los que se desarrolla el trabajo. Con el tiempo, veremos a qué organizaciones les irá mejor. 

Nota final: Este post está inspirado en las reflexiones que Enrique Dans formula en Más allá del «dos días en casa, tres en la oficina»… » Enrique Dans