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En estos momentos está en proceso de revisión la Nueva estrategia española de apoyo activo al empleo 2021-2024.

El resultado final será un largo documento dirigido a integrar en un solo texto desde “La Estrategia Española de Activación para el Empleo (EEAE), los Planes Anuales de Política de Empleo (PAPE) y el Sistema de Información de los Servicios Públicos de Empleo (SISPE) (y que en su conjunto) se configuran como el marco normativo para la coordinación y ejecución de las políticas de activación para el empleo en toda España”.

Al margen de cuestionar el uso de una terminología que puede llegar a ser criticable (aunque como sabemos sea muy común en el lenguaje público) lo que deseo proponer es una reflexión sobre si el entorno en el que se ha formulado esta “estrategia” es el más adecuado. El riesgo de repetir errores del pasado y hacer poco más que cubrir el expediente son muy elevados.

Y todo ello en un contexto en el que:

  • a) no sabemos muy bien si la nueva estrategia se hace porque toca (la última finalizaba en 2020) o con la voluntad de enfocar criterios de cambio,
  • b) es probable que, aunque se trate de “políticas públicas”, en su elaboración no deberían únicamente participar respresentantes de este entorno.
  • c) no parece que los interlocutores sociales que han participado en su elaboración (y que son finalmente jueces y parte) tengan la visión para representar al conjunto de los nuevos actores que ya están claramente posicionadas en nuestro mercado de trabajo y
  • d) nos hallamos en un momento en que nadie –y es necesario repetirlo- ¡nadie!, tiene la más mínima claridad sobre el impacto que todo lo que está ocurriendo con la pandemia va a tener sobre el empleo del futuro.

Y mientras tanto, somos conscientes de que los impactos de la pandemia van a sumarse a los que ya está produciendo la revolución tecnológica. Es en este sentido en el que propongo que olvidemos las grandes, farragosas, y complejas regulaciones y vayamos a los principios. Unos principios, en los que considero que hay un consenso muy importante, y que están siendo analizados de forma continuada en la FUNDACION ERGON www.fundacionergon.org.y que parten, entre otros, de la revisión de los criterios formulados en la Estrategia Española de Activación para el Empleo 2017-2020 y cuyos “resultados” son conocidos por todos, y de los informes elaborados por expertos diversos y entre ellos los de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AiREF).

Específicamente considero destacables las reflexiones que sobre la necesidad de dotarnos de una mejor capacidad de respuesta a los desafíos que amenazan a la empleabilidad en España formula la AiERF en el documento publicado el pasado mes de Octubre en el que señala que los incentivos a la contratación no pueden sustituir a las reformas estructurales para combatir la temporalidad y el desempleo. Un informe accesible en https://www.airef.es/es/noticias/la-airef-senala-que-los-incentivos-a-la-contratacion-no-pueden-sustituir-a-las-reformas-estructurales-para-combatir-la-temporalidad-y-el-desempleo/

Considero que la «reforma de las políticas activas» debería de centrarse en:

  • El desarrollo de estrategias centradas en la “realidad” y no en lo que creemos o queremos que ella fuera. Y ello probablemente implica trabajar con claridad en criterios de segmentación y especialización y ser más coherentes en los planteamientos de la necesaria colaboración público/privada en la gestión de estas políticas.
  • Una revisión de las políticas de empleo que ha de pasar, entre otros ámbitos, por la reducción generalizada de los incentivos a la contratación y el establecimiento de criterios objetivos para la validación y evaluación de los resultados alcanzados.
  • La necesidad de definir programas y acciones de forma coordinada entre los distintos SPEs, lo que supone la reducción del intervencionismo político a la mínima expresión.
  • El impulso al cambio cultural en todos los actores promoviendo la participación de todos ellos en las estrategias de futuro.

Y por último la adopción de medidas dirigidas a mejorar la percepción y el reconocimiento social sobre el conjunto del sistema, sus roles, criterios de actuación y resultados.