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Espero que comprenderéis que más o menos como la mayoría he intentado descansar algunos días el pasado mes de agosto…. Días que he intentado no viajar, o viajar lo menos posible, (de hecho aunque mi pareja se enfade ya lo hago mucho durante el resto del año).

Siempre es preferible viajar con menos aglomeraciones en otros periodos del año, intentando conjugar los motivos personales con los profesionales. Aunque los que me conocen saben que no soy un gran «viajero».

No se porqué os cuento todo esto, en todo caso deben de ser reminiscencias de un periodo vacacional o de cambio. He aprovechado algo en tiempo para escribir cosas, y también para leer, aunque seré de los pocos españoles que todavía no ha aterrizado en las obras de Larsson, si que he aprovechado algunos momentos de estos días para la lectura.

Y he leído cosas interesantes, que tenia pendientes, como, por ejemplo, el libro de Javier Cercas sobre el 23 de febrero en donde lo que considero mas «sorprendente e interesante» es el paralelismo que el autor hace entre Carrillo y Gutierrez Mellado y al que me he referido en la sección «mi diario» del blog.

En otro orden de cosas y siguiendo sobre mis comentarios sobre la situación que estamos viviendo y lo que nos espera en el próximo otoño (ver en todo caso mi comentario anterior «expectativas para un nuevo curso») hemos constatado en estos días algo que ya todos sabíamos como es que en España saldremos de la «crisis» en tiempos distintos y de forma diferente a la del resto de los países.

Sigo sorprendiéndome por el nulo impacto que las ayudas a la banca están suponiendo para el consumidor final y que estas ayudas se planteen además en un contexto en el cual los resultados del sector financiero van a ser claramente excepcionales -en comparación con la del resto de sectores económicos- (evidentemente salvo resultados puntuales de empresas concretas). Sigo esperando, como afirmaba en la respuesta a un lector de una nota anterior, que la cordura impregne a nuestras clases dirigentes en estas próximas semanas y se pongan de verdad a trabajar para construir mimbres sólidos que nos permitan salir de la crisis y crear un escenario de consolidación económica que reduciendo el peso del sector inmobiliario en nuestra economía permita ofrecer a las próximas generaciones un escenario de desarrollo y no de estancamiento.

Bueno todo este «rollo» simplemente para introducir una lectura que ha sido una sorpresa excelente, este verano y me refiero a la entrevista que Elena Pita realiza a Adolfo Dominguez en el suplemento Magazine de «El Mundo» del pasado 9 de Agosto. Aunque no conozco personalmente a Adolfo me siento, totalmente de acuerdo con él, en muchas de las afirmaciones y propuestas que realiza. Como dice Elena el pensamiento de Adolfo «ofrece formulas realistas que, a base de educación, regeneren el tejido social, dosis de filosofía para resistir estos años difíciles y una teoría que prima la capacidad del individuo frente al proteccionismo estatal».

Respecto al primero de los puntos «educación» sus ideas son difícilmente irrefutables «Las familias no han invertido en educación sino en pisos, y tampoco los poderes públicos han asumido sus funciones gastando en un sistema de enseñanza de modo que su calidad es mediocre, adolece de valores, exigencia y rigor, primando un igualitarismo absoluto reñido con la excelencia»

En cuanto al concepto de regeneración social afirma «Hay una crisis global y otra que es propia nuestra. Un país que durante 15 años sólo invierte en inmobiliaria hace una mala apuesta. Y en esto fallaron los individuos pero también el Estado».

Durante todo este tiempo el mensaje de quien nos ha dirigido es el siguiente: (y aquí enlazo en con su teoría de que es necesario primar la capacidad del individuo frente al proteccionismo estatal) «no os preocupéis, el estado proveerá, no pasa nada, si se agota el paro, vendrá la paga de subsistencia y si esta se agota inventaremos algo más. No seria mas responsable admitir los errores e intentar resolverlos. Decir algo así. Todos juntos podemos, trabajemos más, seamos más eficaces y productivos».

Y aquí pongo en colación este comentario con el subsidio aprobado recientemente por el gobierno y el hecho de que -sin hacer absolutamente nada por potenciar de verdad las políticas activas- nuestro ejecutivo sigue apostando únicamente por políticas pasivas, incidiendo en la relación perversa respecto a vincular formación y derecho a la percepción de prestaciones sociales, cuando la formación debería ser el resultado de una voluntad o un esfuerzo personal -no una obligación-.

En este punto también los planteamientos de Adolfo son muy sólidos y coherentes: «lo que digo es que la sobreprotección genera pereza y merma la ética del trabajo y que la tremenda rigidez de las normas laborales es una de las causas principales de la actual tasa de paro. Hay que poner límites a la protección…. Mientras que el debate hoy se centra en la ley de dependencia y en como garantizar el subsidio de desempleo, que no me parecería mal si no se hiciera en detrimento de lo esencial: educación e investigación. Es decir yo priorizo el saber sobre la protección».

La entrevista finaliza con algunas propuestas de debate que hoy deberían de estar en el centro del debate político y mediático respecto a nuestros sistemas de sanidad y enseñanza publica. Su propuesta es un modelo que ya parece funcionar en otros países sobre la base de «la educación y la sanidad deben de cubrir a todos» pero se plantea la pregunta sobre la necesidad de que los profesionales de éstos ámbitos sean funcionarios públicos y se interroga si no sería más efectivo entregar un bono a los estudiantes o a sus familias para que pudieran escoger el centro en el que desean recibir la enseñanza y lo mismo en la sanidad.

En el fondo la introducción de los elementos de competencia a los que me he ido refiriendo en mis comentarios anteriores. Si esto es posible y necesario en las áreas formativas y de sanidad que le vamos a contar a Adolfo sobre lo que ocurre en el campo del empleo.