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De entrada  debo  significar que el titulo de este comentario y muchas de sus ideas están inspiradas en el excelente artículo que el 7 de Julio del 2009 público, Victor Lapuente, bajo el mismo título, en El Pais.

Víctor hace referencia a la paradoja de que a pesar de que estamos viviendo una crisis de derechas, una crisis provocada básicamente por los excesos de un mercado que es claramente global, y por una serie de comportamientos económicos perversos, tanto desde el punto del consumo como de los movimientos financieros, la consecuencia,  a diferencia de lo que ha ocurrido con otras situaciones similares anteriores, es que los ciudadanos están/estamos castigando a los partidos y a las ideologías de izquierda.

Es evidente que estamos viviendo una oleada de refuerzo de las ideologías conservadoras en Europa, en donde la mayoría de los gobiernos están en manos de partidos de derechas o en las que se prevee la victoria de esta tendencia en las próximas contiendas. (El ejemplo más relevante han sido las elecciones recientes en el Reino Unido), y no sería de extrañar que lo mismo ocurriera próximamente en España.

Frente a los que opinan que la izquierda debería de hacerse más de izquierdas en esta tesitura, la realidad es que, como afirma Victor “en las sociedades postindustriales de crecimiento económico sostenido, e impuestos elevados vivimos atrapados en una pinza”. Por un lado es muy difícil mantener e inclusive incrementar más las prestaciones sociales, (entendiendo de que de esto va o pueden ir las políticas de izquierda) entre otras cosas porque con la crisis es mayor en número de ciudadanos que las demandan, y por otra es evidente que tampoco puedan recortarse.

En este marco lo progresista no puede ser introducir cambios profundos en el marco estructural (que difícilmente iban a ser aceptados y apoyados por los ciudadanos) sino intentar sacar el mayor provecho posible de los recursos disponibles y ello significa nada más y nada menos que introducir criterios de eficacia, racionalidad y productividad en la gestión de los mismos.

“La batalla politica se traslada del que debe de hacer el gobierno, al terreno del como”. La gestión eficiente de los recursos públicos, es por tanto la batalla básica a la que deben de enfrentarse los partidos políticos, ante unos ciudadanos cada vez más interesados por la eficacia que por la ideología.

En un contexto en el que, el Estado ha tenido que endeudarse para hacer frente a las nuevas necesidades, y esto significa que tarde o temprano alguien tendrá que pagar esta deuda, el centro derecha europeo está centrándose y dirigiendo claramente sus esfuerzos al cómo hacerlo mejor más que al qué hacer. Ello exige evidentemente cambios de paradigmas muy relevantes, que algunos inclusive llevan a cambios en los modelos democráticos pero que a corto plazo, exigen, entre otros factores, la introducción de elementos de competitividad en el sector público, El objetivo es ofrecer con eficiencia, criterio y control y el uso de los mínimos recursos posibles los mejores y más eficientes servicios.

Y para ello estamos seriamente necesitando “una de liderazgo”.