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En lugar de construir un régimen de vigilancia, no debería de ser imposible reconstruir la confianza de la gente en la ciencia, las autoridades públicas y los medios de comunicación.

En el primero de los post de esta serie accesible en http://pauhortal.net/blog/transparencia-y-confianza-i/ formulo la necesidad de un debate sobre el binomio transparencia/vigilancia y su respuesta en términos de confianza/miedo. Una respuesta que debemos de afrontar para ser más capaces de dar respuesta a los retos (desde los sanitarios, a los de gestión económica y política) que tenemos por delante.


No cabe duda de que debemos hacer uso de las nuevas tecnologías que, en todo caso, deberían de usarse para empoderar a los ciudadanos.


Estoy, probablemente como la mayoría de los ciudadanos del mundo, a favor de controlar mi temperatura corporal y mi presión sanguínea si estos datos son utilizados correctamente para evitar y minimizar enfermedades de carácter individual y/o colectivo, pero reclamo que estos datos no puedan ser utilizados para crear un gobierno todopoderoso. Al contrario, creo que estos datos deberían hacer que yo pueda tomar decisiones personales más informadas, deberían permitir al gobierno tomar decisiones en beneficio común pero también deberían de utilizarse para que los ciudadanos fuéramos más capaces de controlar las acciones gubernamentales.

Yuval Harari en el articulo accesible en el link https://www.lavanguardia.com/internacional/20200405/48285133216/yuval-harari-mundo-despues-coronavirus.html formula los planteamientos siguientes: “Con el fin de detener la epidemia, toda la población debe seguir ciertas pautas. Hay dos formas principales de lograrlo. Un método es que el gobierno vigile a la población y castigue a quienes incumplan las reglas. Hoy, por primera vez en la historia humana, la tecnología hace posible vigilar a todo el mundo todo el tiempo. Hace cincuenta años, el KGB no podía seguir a 240 millones de ciudadanos soviéticos las 24 horas del día, ni aspirar a procesar de modo eficaz toda la información reunida. Debía recurrir a agentes y analistas humanos y le resultaba sencillamente imposible colocar a un agente tras cada persona. Sin embargo, ahora los gobiernos pueden recurrir a ubicuos sensores y potentes algoritmos, por lo que no necesitan espías de carne y hueso”.

En la batalla contra el Covid19 el gobierno chino ha mostrado un camino. “Escudriñando los teléfonos de los ciudadanos, haciendo uso de cientos de millones de cámaras con reconocimiento facial y obligando a las personas a controlar su temperatura y situación médica e informar sobre ellas, las autoridades chinas no sólo son capaces de determinar rápidamente quiénes son los posibles portadores del coronavirus, sino también de seguir sus movimientos e identificar a quienes entran en contacto con ellos


Nos estamos enfrentando ante una crisis sin precedentes (aunque tengamos ya la certeza de que vamos a tener que afrontar, relativamente pronto, a otra de la que deberíamos no olvidarnos).


Esta –el cambio climático- sí que será una crisis sin precedentes previos. En todo caso las decisiones que tomemos ahora (de la misma forma que pueden influir en la aceleración o el retraso de la crisis climática) son claves para definir cómo va a ser el futuro. Estas decisiones “no sólo moldearán los sistemas sanitarios, sino también la economía, la política y la cultura. Debemos actuar con rapidez y resolución. Debemos tener en cuenta, además, las consecuencias a largo plazo de nuestras acciones. Al elegir entre alternativas, hay que preguntarse no sólo cómo superar la amenaza inmediata, sino también qué clase de mundo queremos habitar una vez pasada la tormenta”

Estoy convencido de que esta crisis la vamos a superar pero también estoy convencido de que nada será igual y que probablemente nos dirigimos de forma paulatina, continuada e irreversible a vivir un mundo diferente. Un mundo en el que el debate entre transparencia/vigilancia y confianza/medio va a estar cada vez más presente.