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Terminaba la primera parte de esta serie con una pregunta y una reflexión.

Respecto la pregunta su contenido era el siguiente: “¿Podemos o debemos admitir culturalmente la existencia de un determinado % de ciudadanos a los que vamos a excluir de forma permanente de la posibilidad de acceder a un empleo?

Y en cuanto a la afirmación planteaba que cuestiones como ésta y el resto de las propuestas anteriormente (por cierto, en un texto accesible en el link Transformación: Y trabajo del futuro – Pau Hortal deberían estar en el centro del debate social y formar parte de las propuestas de las diferentes concepciones ideológicas. Señalaba también que aunque son ámbitos ya en proceso de análisis y debate en diversos entornos (por ejemplo en el seno de la FUNDACION ERGON www.fundacioneergon.org) no formaban parte del debate político y si lo eran no con la transcendencia, el impacto y la urgencia debida.

En los últimos años (como consecuencia de los procesos de robotización) y más intensamente en el último año (a raíz de lo que vivimos en relación a la pandemia) muchos grandes centros de pensamiento del mundo y algunas de las más relevantes consultoras como Deloitte McKinsey y PwC han estado explorando como puede evolucionar el mundo del trabajo en el próximo futuro y en algunos casos han llegado incluso a predecir la desaparición del 50% de los empleos existentes hoy. Algunos incluso han recordado lo ocurrido en otros momentos de nuestra historia. Desde el comentario hecho por la Reina de Inglaterra a finales del siglo XVI cuando al negar una patente de una nueva máquina de tejer automatizada porque haría desaparecer el trabajo de ‘jóvenes doncellas que obtenían su pan de cada día con esa tarea’ hasta lo ocurrido a mitad del siglo XIX con los sastres de Nueva York o con la ley de la bandera roja en Londres que impuso la obligación de que un ser humano acompañara a los coches que estaban sustituyendo a las tradicionales carros con caballos.

En 1930, Keynes introdujo el concepto de ‘desempleo tecnológico’ indicando que en el plazo de 100 años llegaría la era de la abundancia y del ocio cuando las máquinas lo hicieran todo. Nos quedan 8 años. En todos los momentos de cambio se han producido dos hipótesis: por una parte, la formulada por los que llamaremos ´pesimistas´ que han pronosticado el fin de la especie y que el impacto en el empleo seria irreversible y la formulada por los ´optimistas´ dedicados a pronosticar que el progreso es irreversible y que (como ha ocurrido hasta el momento) la revolución tecnológica terminaría creando nuevas oportunidades laborales impensables. Esto es lo que ha ocurrido hasta el momento, pero ¿estamos convencidos de que es también lo que nos va a ocurrir ahora?

Evidentemente no sabemos lo que va ocurrir, aunque somos muchos los que pensamos que el impacto a corto plazo será brutal porque muchas actividades que hoy ocupan a un porcentaje relevante de la población activa van ciertamente a desaparecer en los próximos años.

Marc Vidal en https://www.marcvidal.net/blog/2017/9/21/espaa-perder-3-millones-de-empleos-en-diez-aos-y-est-por-ver-cuantos-crear y basándose entre otros en los análisis realizados por la OCDE formula la hipótesis de que en España vamos a perder 3M de empleos de aquí al 2030. Un dato sin precedentes que sumado a los 4M que tenemos hoy nos sitúa en un nivel que no hemos vivido ni gestionado nunca. No ver este problema es la consecuencia de una “una irresponsabilidad que asusta o de un desconocimiento muy preocupante (…) la buena marcha de la economía’ radica en un empleo precario, inestable y de poco valor añadido. La nueva economía genera poco empleo al compararlo con modelos tradicionales porque no es fácil la coexistencia entre lo digital y lo analógico”. Aunque es posible que (tras un periodo de adaptación que puede ser de menor o mayor duración) todo termine adaptándose y que determinadas actividades como la economía de los cuidados, los servicios personales, la propia robotización y la lucha contra el cambio climático generen nuevas oportunidades, Marc pone el acento en el hecho de que aunque todo termine adaptándose “como siempre, quienes (los países) pensaron en ello de un modo estratégico aprovecharon ese punto de inflexión como una oportunidad, los que actuaron tácticamente se enfrentaron a una época de crisis gigantesca”.

En esto estamos. “Quien considere que obligando a mantener el empleo manual dónde sea factible sustituirlo por un robot, un automatismo o, sencillamente, software por la vía sindical, legal o administrativa se va a amortiguar el problema se equivoca y demuestra que no conoce de que va esto de la economía de mercado. Si no se sustituye algo que produce menos, más lentamente y con errores sistemáticos por algo que produce más, más rápidamente y sin errores, la capacidad competitiva de la empresa (organización o economía) será nula. Salvo si se les subvenciona artificialmente y desde el sistema público”

Este es uno de los grandes retos que tenemos en nuestro país en lo relativo a los fondos de recuperación de los que vamos a disponer en los próximos años. Recordemos que todo va a ir rápido. Incluso más de lo que parece.