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Estaremos casi todos de acuerdo en que el proceso de transformación se está desarrollando con más ímpetu y profundidad en el entorno empresarial que en el sector público.

Sin embargo, la necesidad de transformación en este ámbito es si cabe tanto a más necesaria si además tenemos en cuenta que tampoco ha hecho el proceso de ajuste que debería de haber realizado en el periodo de crisis.

Alberto Ortiz formula en http://www.revista-uno.com/numero-24/la-transformacion-digital-en-la-administracion-publica/ un excelente comentario en donde podemos leer que la clave de la transformación digital que nuestra administración necesita “no está en tener la mejor sede electrónica, ni el certificado de firma más reconocido, ni vídeos explicativos del proceso, sino (en hacer) la experiencia de usuario más satisfactoria”. Un esfuerzo que debe abordarse a través del esfuerzo y de la coordinación, “las administraciones deben acostumbrarse a diseñar sus servicios en colaboración mutua, hasta conseguir que cualquier dependencia administrativa funcione como si fuera sucursal de una entidad mayor. El reto de la interoperabilidad es clave”.

El WEF publica en su web un artículo titulado “El elefante en la sabana digital. 4 razones por las que el sector público debe reinventarse” al que es posible acceder en el enlace https://www.weforum.org/es/agenda/2017/02/el-sector-publico-en-la-sabana-digital y en que se exponen los argumentos siguientes: “Los ritmos de cambio de sus organizaciones (sector público) son mucho menos dependientes del entorno que los de las empresas. Esto no quiere decir que no cambien. Se van adaptando de forma gradual a la innovación tecnológica, pero lo hacen habitualmente sin alterar sus patrones básicos de funcionamiento ni sus estructuras de poder. Sólo en raras ocasiones los gobiernos enprenden reformas de amplio alcance, obligados por la crisis fiscal que es siempre la condición necesaria -aunque no suficiente, como muestra el caso de nuestro país- de esas transformaciones” (y no obstante es impensable que)…..


el huracán de cambios disruptivos que en esta segunda década del siglo sacude y desestabiliza las economías y las sociedades de la era global/digital no acabe por afectar también a las organizaciones públicas y a quienes trabajan en ellas”.


Ester Gabarró en http://www.kpmgblogs.es/el-reto-de-la-transformacion-digital-de-la-administracion-publica-la-entrada-en-vigor-de-las-leyes-39-y-40-de-2015/ expone el aargumento siguiente “si asemejamos la Administración Pública a un árbol, intuimos rápidamente que su transformación no puede limitarse solo a los frutos (servicios) o a las ramas (procedimientos), sino que debe llevarse a cabo de manera holística en todo el árbol, sin olvidar las raíces (estrategia digital). Una transformación que ha de tener su foco “en conseguir tres beneficios prioritarios: eficiencia, mejor calidad de los servicios públicos, y mejor percepción de las relaciones con la Administración por parte de éstos”.

El informe de PWC publicado en https://www.pwc.es/es/publicaciones/sector-publico/assets/transformar-administracion-publica-esp.pdf intenta responder a las dos preguntas siguientes “¿En qué hay que transformar la Administración Pública española?, y Cómo afrontar el reto del cambio del sector público?” Tras analizar ambas cuestiones de forma que considero muy acertada termina formulando el argumento siguiente: “Del sector público depende, directa o indirectamente, la educación, la sanidad, la seguridad, las infraestructuras, el trabajo, la competitividad o el entorno en el que vivimos y trabajamos. Del sector público depende en gran medida la calidad del aire que respiramos o la salubridad del agua que bebemos. Y del sector público depende que las sociedades puedan progresar salvaguardando la justicia, la seguridad y la libertad de los individuos…..»


Y en este contexto….. todavía hay quien se formula la pregunta sobre la necesidad y el alcance que ha de tener la reforma de nuestra Administración Pública. 


Fujitsu, en colaboración con la compañía Censuswide, publicó hace unos meses un informe al que es posible acceder en http://www.ituser.es/estrategias-digitales/2017/04/el-40-de-la-administracion-publica-espanola-no-existira-en-su-forma-actual-en-2021  en el que se analiza la transformación digital en el sector público de nuestro país, formulando la predicción de que el 40% de la Administración Pública española no existirá en su forma actual en el año 2021. Me declaro incapaz de confirmar si esta predicción puede llegar a cumplirse, aunque me inclino a pensar que aunque el objetivo sea acertado sea probablemente exagerada.

Un cambio que, en todo caso, ha de producirse si el sector quiere dar respuesta a las 4 razones que formula el WEF que no están únicamente vinculados a aspectos digitales y/o tecnológicos y que son: El desarrollo de la complejidad y dificultad de los problemas sociales, (temas como el calentamiento global, el crecimiento de las desigualdades, la congestión de las megalópolis o el fracaso escolar, por citar algunos ejemplos de alcance universal, reúnen alta complejidad y alta incertidumbre). La difuminación y multiplicación de las estructuras de poder, (la globalización ha vuelto ilusoria la pretensión de preservar la hegemonía defendiendo los feudos territoriales, por mucho que los gobiernos invoquen nostálgicamente la soberanía sobre esto o lo otro), La innovación exponencial en los procesos (que cambiarán muchos de los paradigmas del ser humano a partir del desarrollo de la inteligencia artificial, las neurociencias, la nanotecnología, la biomedicina, el bigdata etc).

Por último la capacidad del ser humano para ser cada vez más capaz y autónomo (la acción combinada de la globalización y la revolución digital ha creado nuevas dinámicas que dotan a los individuos de capacidades nuevas para actuar por sí mismos en múltiples campos). «Unas razones que afectan de raíz a los fundamentos del sector público proveedor de servicios “intensivos en mediaciones -piénsese en el trabajo de profesores, médicos, orientadores laborales, gestores de infraestructuras o transportes- que tendrán que reformularse en muchos casos de forma radical».

Enrique Dans en https://www.enriquedans.com/2017/02/eficiencia-transformacion-digital-y-funcion-publica.html se pregunta si la transformación del sector público conllevará efectos en el empleo (recordemos que en España el conjunto de las administraciones públicos suponen 3,6M de empleos) afirmando que “la idea de reducción del empleo en la función pública no resulta en absoluto inesperada o extraña. Después de todo, la reducción del papel del Estado como tal ha sido tradicionalmente uno de los ejes fundamentales de una de las grandes ideologías históricas, y es habitual que esa misma función pública sea vista por muchos como una fuente de burocracia e ineficiencia, que todo ciudadano en general vería con buenos ojos optimizar dado que su financiación proviene directamente de sus impuestos”.

Recordaros los argumentos siguientes (informe del WEF) “¿Será el elefante sensible a estos movimientos de fondo en el ecosistema? Micklethwait y Wooldridge, periodistas de The Economist, sugieren en un libro reciente (“The Fourth Revolution”) que algunos cambios han comenzado. Aventuraremos un pronóstico: el sector público del futuro tendrá que ser, probablemente, más inteligente, más diverso y descentralizado, y más colaborativo”.

Para terminar dos últimas consideraciones. La primera y en respuesta a la pregunta que figura en el título de este post me parece relevante recordar la frase que se incorpora en el informe de PWC citado “no podemos permitirnos dejar las cosas como están porque nos jugamos mucho. Es necesario esfuerzo, impulso y voluntad política para acometer un cambio imprescindible e inaplazable. En este sentido, es importante aunar voluntades y contar con un amplio consenso entre las diferentes fuerzas políticas” Algo evidentemente deseable pero que lamentablemente parece no estar en su lista de prioridades hoy…. ¿Verdad?

Y la segunda la referencia a un artículo excelente escrito por Xavier Marcet en la Vanguardia el pasado 25 de Mayo http://www.lavanguardia.com/edicion-impresa/20170527/422984959104/tiene-remedio-la-administracion.html y en el que simplemente se afirma que las administraciones no tendrán más remedio que adaptarse a un mundo que cambia aceleradamente. Sirvan como ejemplo de aceleración, Airbnb o Uber, fenómenos muy recientes pero con alto impacto. ¿Podrá una administración pensada como una máquina para gestionar certezas y estabilidades adecuarse a un mundo de incertidumbres y volatilidades? Lo deberá hacer si no quiere perder su misión última: servir bien a los ciudadanos».