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No voy a insistir. Todos hablamos de ello. El mundo del trabajo está viviendo una gran transformación….. los que no se sumen se quedarán fuera… bla, bla, bla… Todos tenemos esta idea en la cabeza, pero muchos de nosotros nos somos capaces de concretarla.

Transformación supone adaptarnos (como individuos, organizaciones, sociedad) a un entorno en proceso de cambio. Ahora, todos estamos rodeados de otros que desean relacionarse con nosotros de otras maneras, a través de otros canales de comunicación, mediante otros mecanismos. Muchos de ellos hoy tienen un carácter digital como consecuencia del desarrollo de la tecnología y de las restricciones que impone el Covid-19. A veces mostramos cansancio, nos gustaría “volver a la normalidad” pero hay hábitos que van a pervivir.


Por otra parte como ciudadanos deseamos que el mismo nivel de interacciones que podemos tener en los entornos personales puedan también desarrollarse en los profesionales y en el ejercicio de nuestras interacciones como consumidores. 


Eso abre el camino a call centers gestionados mediante WhatsApp y herramientas similares, al desarrollo de chatbots cada vez más inteligentes, y a procesos de interacción en los que la automatización y la ausencia de diálogo con una persona dejan de ser inconvenientes para convertirse en ventajas. Aunque al final siempre agradezcamos la posibilidad de relacionarnos con otro ser humano existen muchas interacciones simples en las que incluso ya preferimos la gestión eficiente de una máquina. Sobre todo, cuando se trata de interacciones repetitivas y que nos permiten disponer de lo que necesitamos con menores costes transaccionales. Creo que hay muchos ejemplos de ello: alquilar un vehículo, compra de entradas, relaciones simples con las administraciones públicas etc.


Lo que queremos es sentirnos la pieza clave en este nuevo puzzle. Sí, la transformación digital, esa que va cambiar el mundo o tu empresa, empieza por nosotros mismos. Y una vez asumidos nuevos hábitos y entrado en nuevas dinámicas la vuelta atrás es imposible.


Las organizaciones, mientras tanto, nunca deberían de olvidar que finalmente el ciclo empieza por las personas, sigue por los procesos y las relaciones y termina por la tecnología. Creo que todos tenemos ya presentes contextos, productos y servicios que han sido creados sin tomar en cuenta el ciclo que acabo de definir. El resultado es, con toda seguridad, el fracaso. En todo caso debemos ser conscientes del impacto que la transformación tiene en nuestras vidas y particularmente de los cambios que nos exigen en términos de:

Autonomía personal:

El aprendizaje y el desaprendizaje son imprescindibles para poder ser sujetos activos del proceso de cambio que estamos viviendo. No se trata de «formación” se trata de ser capaces, de manera autónoma, de aprender, desaprender y acceder a nuevas alternativas vitales y profesionales. Ello nos va a exigir establecer rutinas de aprendizaje personal. Vamos a tener a nuestro alcance muchos datos, información y conocimiento aunque necesitamos responder adecuadamente a preguntas como: ¿Sabemos dónde buscar?, ¿Somos capaces de distinguir entre fuentes fiables y las que no lo son?, ¿Sabemos organizar nuestras fuentes?, etc.

Colaboración:

Las formas de trabajar han cambiado. El conocimiento no se atesora, se comparte. En las nuevas organizaciones digitales los perfiles que más comparten son los que más brillan. Se necesitan personas que sepan trabajar en colaboración, que asuman diferentes roles en proyectos, que interactúen en distintos contextos… ¿Estamos cómodos participando y compartiendo nuestro conocimiento? ¿Conocemos y usamos adecuadamente los entornos disponibles para interactuar con otras personas con nuestros mismos intereses?, ¿Tenemos la voluntad y la capacidad para trabajar en grupo sacando partido a herramientas que permiten la comunicación y la colaboración?

Innovación:

En paralelo al proceso de automatización de múltiples profesiones, tareas y actividades vamos a asistir a la creación de nuevas profesiones relacionadas con el «rol humano» (el trabajo que no harán las máquinas). La innovación y la rapidez en la adaptación a los cambios serán claves para las personas y las organizaciones que quieran sobrevivir y seguir aportando valor en este nuevo contexto. La creatividad y la innovación no son atributos asignables a determinadas personas y/o organizaciones, sino que serán capacidades de las que todos deberemos alimentar, cuidar y mantener. Todos vamos a tener que desarrollar actividades con determinados grados de creatividad lo que nos va exigir agilidad y flexibilidad. No podemos mirar hacia otro lado.  ¿tienes el hábito, la motivación y la voluntad de participar en entornos de generación de ideas, diseños de soluciones, en mejora de procesos…?  ¿Conocemos modelos para el trabajo creativo? ¿Sabemos analizar un proceso para intentar mejorarlo?

La transformación no esta lejos. También nos afecta a nosotros mismos.