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Nos guste o no, la relación entre transformación, cambio y desarrollo tecnológico es irreversible. 

Y es sin duda uno de los tres retos más relevantes (con el cambio climático y las tensiones creadas por todo tipo de ideologías religiosas) con los que hemos de enfrentarnos como seres humanos en estos inicios del siglo XXI.


Un reto que debemos afrontar con el espíritu de convertir el cambio en oportunidad y que exige al ser humano y a sus organizaciones la obligación de modificar muchas de nuestras actitudes personales y sociales. 


Para ilustrar la irreversibilidad de este proceso os invito a leer lo que ha formulado de una forma sencilla y didáctica Ángel Serrano de Ceballos  en http://blogs.elconfidencial.com/economia/tribuna/2017-07-03/transformacion-digital-espacio-experiencia-empresas_1408512/ Las organizaciones están impulsando proyectos de transformación apoyados en cuatro pilares fundamentales: procesos, tecnología, espacios y personas. En un corto resumen sus argumentos son que con los grandes avances tecnológicos, la revolución digital está invadiendo y modificando la manera en que nos comunicamos en nuestra vida personal y profesional, y supondrá la aparición de una nueva cultura social y personal basada en los nuevos modelos y formas de relacionarnos.

Angel señala que las organizaciones “que sean capaces de ver el cambio al que nos dirigimos, en que la digitalización va más allá de llenar las oficinas de pantallas de plasma y a los profesionales de toda clase de dispositivos, y (lo gestionen) como una transformación cultural que provoca un nuevo estilo de hacer las cosas, mucho más creativo, rápido y colaborativo, serán las ( ) más innovadoras y el destino preferido por los nuevos profesionales».

No va a ser un proceso fácil ya que como todos los cambios culturales exigen muchos esfuerzos. Laurent-Pierre Baculard expone en http://hbr.es/liderazgo/384/la-transformaci-n-digital-una-cuesti-n-de-prioridades que “lograr que los cambios arraiguen requiere el duro trabajo de definir nuevos roles, añadir nuevas capacidades y adoptar nuevas formas de trabajar. Y es importante coreografiar el cambio con esmero, definir quién lo liderará y cómo lo hará. Movilizar a las personas y agilizar las estructuras para una transformación digital de este tipo significa inevitablemente sacudir el statu quo y los propios líderes han de estar preparados para gestionar (….) de manera distinta”.

Una transformación que ya está provocando cambios radicales en los límites tradicionales de la industria como se confirma en el informe de McKinsey accesible en. http://www.mckinsey.com/business-functions/mckinsey-analytics/our-insights/competing-in-a-world-of-sectors-without-borders Cambios que van a suponer, entre otros, la consolidación de este nuevo mercado global (en el que estamos inmersos) en un mundo sin fronteras económicas (aunque puedan perpetuarse las de carácter político) y que obligará a enfrentarnos a nuevos retos basados en “la generación de valor combinando lo mejor de la tecnología, el dato y las personas (en un ecuación necesaria) para poder alcanzar la deseada diferenciación en cualquier industria”.

“Mañana lo digital será una anécdota y la transformación ya habrá tenido lugar”, como expresa Bernardo Crespo en un excelente articulo accesible en http://www.divisadero.es/wp-content/uploads/transformacion-digital-urgencia-retos-soluciones.pdf Mientras los ciudadanos, a veces incluso en forma no consciente, estamos adoptando de forma imparable nuevas conductas como consumidores. Sobre este punto he podido encontrar muchos análisis y reflexiones interesantes. De entre todas ellas he escogido, una vez más, una de Enrique Dans que expone en el post https://www.enriquedans.com/2017/09/uber-y-londres-la-adopcion-tecnologica-es-irreversible.html y en el que, a modo de ejemplo formula los conceptos siguientes: “A Uber no la han aupado al lugar en el que está ni los alcaldes, ni los políticos, ni los reguladores ni los analistas: la han situado ahí sus usuarios. El premio que oficializa una adopción tecnológica no es una licencia y no es concedido graciosamente por un organismo regulador en función de sus intereses: el premio es la satisfacción y el uso sostenido de muchos millones de usuarios”.

Unas ideas sobre las que ha reflexionado Marc Vidal en https://www.marcvidal.net/blog/2017/4/18/empleos-de-alto-valor-que-se-van-a-ventilar-los-robots-ya-mismoEl progreso tecnológico ni es bueno ni es malo, sencillamente es. No hay que enfrentarse a él, hay que entenderlo, formarse, abrazarlo. La tecnología no viene a ayudar por definición a nadie en particular. En todo caso viene a mejorar las cosas que se hacen. Si te pilla por medio se te ventila. Por eso es mejor adaptarse y modificar lo necesario para que el equipo formado entre tecnología y yo mismo sea una multiplicación exponencial y no una división irremediable”.

Existe un amplio consenso en el hecho de que los cambios que estamos viviendo conllevarán un giro radical en el concepto social del trabajo como elemento central de la vida y de la identidad de las personas y que ello va a suponer una “revolución” en las dinámicas sociales que hemos vivido desde los inicios de la Revolución Industrial (o sea desde hace 200 años). Todo este proceso, una vez más irreversible, nos obligará  (entre otros muchos) a plantearnos el debate entre la posible reducción del tiempo de trabajo (pasando de las 40 a las 30 o 20 horas semanales) o la reducción del volumen de empleos. Unas reflexiones que están excelentemente expuestas en https://www.weforum.org/es/agenda/2017/09/que-haremos-con-el-tiempo-libre-que-nos-dejaran-los-robots que señala que “El panorama apunta a una crisis de identidad y un profundo cambio educativo y social. ( ) Es muy escasa la literatura en la que se hable del tiempo libre que dejará ese cambio, de los cambios sociales que acarreará y ni hablar de fechas probables en las que eso podría ocurrir. Aunque sí empieza a haber interés por adentrarse más allá de la economía en este futuro que parece inevitable”.

Un problema sobre el que Enrique Dans reflexiona en https://www.enriquedans.com/2017/04/sobre-el-futuro-del-trabajo-en-el-pais con unos planteamientos similares a los propuestos por mí mismo en Transformación: Empleo o empleabilidad http://pauhortal.net/blog/transformacion-3/ Un debate que finalmente nos llevará a la decisión, probablemente irreversible, de establecer una Renta Mínima Universal.

Sin embargo, aun siendo un proceso irreversible dado que le resulta perfectamente aplicable la máxima de que -no es posible poner puertas al campo- también tendrá sus límites. El hecho de que influya en un cambio radical de una gran parte de los comportamientos humanos (desde la formación, el trabajo, la compra de productos y servicios, las relaciones sociales y personales etc), y el de que seamos capaces de desarrollar algoritmos tan complejos que incluso alcancen a predecir una gran parte de los comportamientos futuros de un ser humano no tiene necesariamente que derivar, por ejemplo, en el desarrollo de “maquinas” cuyo objetivo sea el de destruirnos. Un deseo con el que coincido al 100% con Enrique Dans.

Esperemos que el ser humano sea capaz de desarrollarse y transformarse con criterio aunque lo que esta ocurriendo con el cambio climático no sea una buena referencia.