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No existe una única visión sobre el impacto que los procesos de transformación y digitalización van a tener sobre el empleo.

La OCDE ha formulado la hipótesis de que podemos en España llegar a perder 3 millones de empleos en los próximos 10 años. Puede que no sea así, puede que estas previsiones negativas para nuestro país no sean correctas (supondría una reducción añadida del 15% en el conjunto de la población activa). En cualquier caso, de cumplirse,nos llevaría a situarnos con un volumen de desempleo equivalente, al menos, al 30% de la población activa.

Este es un tema que debería de ser objeto de debate y análisis tanto por parte de la clase política como por parte del conjunto de la opinión pública. Sin embargo todos constatamos que no está entre las prioridades de nuestro entorno político. Una muestra más de la «irresponsabilidad» de nuestros líderes que puede llegar a asustarnos a muchos de nosotros. Una muestra de que políticamente nos enfrentamos a los problemas cuando estos «salen a la calle» y que pocas veces nos atrevemos a definir e implantar políticas anticipativas.

Marc Vidal, en la forma rompedora y provocadora con que nos tiene acostumbrados, formula sus tesis en https://www.marcvidal.net/blog/2017/9/21/espaa-perder-3-millones-de-empleos-en-diez-aos-y-est-por-ver-cuantos-crear de la forma siguiente: “la creación de empleo tal y como se presenta hoy en día es de aurora boreal. La dependencia aritmética para sujetar -la buena marcha de la economía- radica en un empleo precario, inestable y de poco valor añadido. La biotecnología aporta al PIB tanto como el turismo pero precisa millones de empleos menos para lograrlo. La nueva economía genera poco empleo al compararlo con modelos tradicionales porque no es fácil la coexistencia entre lo digital y lo analógico”

Es probable, como ya he escrito en http://pauhortal.net/blog/transformacion-3/, que tengamos que diferenciar el impacto a corto plazo del impacto a medio y que, como se mostrado históricamente, todos los procesos de transformación terminen generando nuevas necesidades y nuevas oportunidades laborales (empleos). Prosigo con la tesis de Marc “En el futuro, se supone, todo irá adaptándose como siempre ha sucedido con la irrupción de una tecnología nueva. Sin embargo, como siempre, quienes pensaron en ello de un modo estratégico aprovecharon ese punto de inflexión como una oportunidad, los que actuaron tácticamente se enfrentaron a una época de crisis gigantesca. Y en eso estamos. Unos países que ya legislan, proyectan, y plantean (estructuras) encaminadas a liderar un mundo robótico, digitalizado y automático y otros que esperan un turno incierto” Constatamos además que los países que más han avanzado en el debate sobre la transformación de los empleos en el futuro son aquellos que tienen tasas de actividad muy elevadas.

Aunque en estos temas no existen las certezas absolutas, si que parece posible deducir el gran impacto que va a tener en un mercado de trabajo centrado en el sector servicios con empleos poco cualificadas y de bajo valor añadido. Empleos que pueden ser sustituibles por un robot, o un automatismo basado en la inteligencia artificial. Probablemente viviremos una oposición social a esta brutal pérdida de empleos (el ejemplo de lo ocurrido este verano con el sector del taxi es una evidencia) que condicionarán decisiones políticas dirigidas a mantener unos niveles ficticios de ocupación.


Hemos de ser conscientes de los costes que ello puede suponer y de que estamos ante una tendencia imparable a medio/largo plazo.


Conviene constatar, aunque este criterio pueda ser cuestionable en el sector servicios, que si no somos capaces de asumir la sustitución de todo aquello que se convierte en improductivo, lento, y poco eficiente por algo que resulte más eficiente, productivo y rápido, la capacidad competitiva de las personas, organizaciones y países se reducirá sustancialmente. Un argumento inspirado en Marc Vidal que comparto totalmente.

Enrique Dans sobre este tema en https://www.enriquedans.com/2017/12/trabajar-menos.html formula la tesis de que aunque existan compañías, entornos e incluso sectores en los que se sigue generando empleo, en conjunto, el resultado final es será significativo. Y muchos de los que se mantienen se transforman en empleos basados en modelos de mayor precariedad.  Estamos “avanzando hacia un futuro en el que la idea de un trabajo para cada persona parece alejarse, al menos si seguimos entendiendo el trabajo como lo hemos entendido toda la vida” Sin embargo es posible que podamos cambiar el concepto de trabajo tal como lo hemos entendido en los últimos 200 años. “¿Y si la idea de un trabajo de ocho horas y con una definición determinada diese paso a otro tipo de trabajo, en el que una persona aporta cosas que un robot no es capaz de aportar (…) o no resulta interesante que aporte por la razón que sea? ¿Y si esa idea de productividad vinculada a horas, que de hecho siempre ha estado en cuestión, diese paso a otro tipo de aportación cuantificada en función de otros criterios, y eso llevase a que el trabajo se definiese de otra manera?»

Cómo podéis suponer no tengo las respuestas a estas preguntas, aunque el hecho de que me plantee las preguntas sea un primer paso. Recordemos que estamos viviendo un proceso de transformación que nos está afectando a todos y que ello debería de generar un debate social en el que se propusieran/plantearan las diversas soluciones posibles: Desde el reparto de los puestos de trabajo disponibles entre el mayor número de personas (reduciendo los tiempos de trabajo) a la creación de una Renta Mínima Universal que garantice un nivel mínimo de ingresos de subsistencia. No existen soluciones mágicas, aunque es probable que si no se actúa corrigiendo estas tendencias se generen grandes diferencias sociales, provocando una mayor desigualdad social.

Por cierto, desde otro punto de vista pero también interesante, os propongo la lectura de los planteamientos que Louis Hyman formula en un artículo publicado en The New York Times accesible en https://www.nytimes.com/2018/08/18/opinion/technology/technology-gig-economy.html En resumen su planteamiento es que la tecnología no es la que impacta en el empleo. El impacto se produce como consecuencia de tendencias anteriores que en todo caso ésta refuerza y consolida.

También, desde otra perspectiva, todo este proceso generará también una transformación en nuestros modelos vitales. Después de todo porqué no podemos formularlos la pregunta de ¿por qué ocho horas?, ¿porqué esta debe de ser la medida adecuada? ¿Porqué no dividir entre 4 y no entre 3 el número de horas de un dñia natural?….Recordemos que la jornada de 8 horas fué una conquista conseguida por la clase trabajadora a finales del siglo XIX cuando la gran mayoría de los trabajos/empleos estaban centrados en los entornos industriales basados en una organización taylorizada que exigía una proximidad física y con un alto componente de esfuerzo individual.


Estamos en el siglo XXI y si como podemos constatar la gran mayoría de los trabajos no tengan un componente físico, ¿no tendría sentido plantearse una revisión de estos criterios? 


Creo que la distribución entre 8 horas de trabajo, 8 de vida personal y 8 de sueño además de no ser cierta no es un principio básico y de respeto universal ni permanente.

Reitero. Este es un debate que debemos plantearnos sí o si. Un debate que no es sólo sobre transformación o sobre el futuro del empleo sino sobre como va a ser nuestro próximo futuro. Podemos optar entre un mundo sin empleos en el que trabaje el 50% de la población activa, u otro en el que el 100% dispongan de empleos aunque muchos de ellos sean claramente ineficientes. Un debate que debe hacerse y hacerse ya. Porqué el debate, al margen, nos ayuda a prepararnos para lo que viene. Las tensiones sociales están ahí… (hemos tenido alguna muestra en los últimos meses) y no podemos mirar hacia otro lado.