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Metidos en plena crisis del «coronavirus» parece que nos hayamos olvidado de que respecto al cambio climático nuestro planeta nos ha dicho que no acepta más cheques sin fondos.

Una frase desarrollada sobre una idea original de Enrique Dans que define claramente la situación en la que vivimos, que exige respuestas inmediatas y para las que necesitamos nuevos consensos sociales. E inmediatas significa ahora no dentro de 15 o 20 años.

Es posible que todavía hoy, con determinadas acciones podemos provocar efectos que corrijan una tendencia que nos lleva directamente al desastre. Asi finalizaba el primero de los artículos de esta serie accesible en http://pauhortal.net/blog/transformacion-y-efectos-de-cambio-climatico-2/ Necesitamos voluntad y capacidad para atacar el problema. Y para ello deberíamos de utilizar todo el conjunto de herramientas que ya hoy la tecnología pone a nuestra disposición, aunque necesitemos invertir más en su desarrollo.

No debe de cabernos duda alguna de que el único problema con el que tenemos que enfrentarnos es el de la voluntad de adopción de unas medidas que todo el mundo (con dos dedos de frente) sabe que vamos a tener que adoptar, a pesar del lastre que supone la existencia de unos líderes políticos y de un número relevante de ciudadanos que de forma completamente absurda se otorgan el derecho, basándose en sus intereses a corto plazo, de llevar al planeta a la catástrofe que supone el calentamiento global.


Recordemos que hoy ya disponemos de la mayoría de las tecnologías que necesitamos para detener el calentamiento global. El reto por tanto no es de tecnología sino de voluntad colectiva.


Por tanto no se trata de un problema generado por la falta de desarrollos tecnológicos, hablamos de la falta de voluntad en la adopción de tecnologías que ya existen y que nos permitirían afrontar el problema si existiera la voluntad de resolver la tensión entre las soluciones que esta propone, salvar los bloqueos que se ponen por todo tipo de actores en base a intereses exclusivamente particulares, y facilitáramos una mayor celeridad en las fases de adopción e implantación que, como todos constatamos, son mucho más lentas de lo que sería necesario.


No soy el único en preguntarme que cómo es posible que disponiendo de soluciones adecuadas para detener o como mínimo reducir sustancialmente el ritmo de calentamiento global del planeta, no hagamos nada o casi nada,


Unas medidas que no son sencillas porque suponen cambios en los procesos productivos (que en todo caso habrán de llevarse a cabo sí o sí) pueden suponer inversiones relevantes (aunque mucho menores que las armamentísticas) o implican índices de crecimiento menores a corto plazo. Pero que deberíamos de ponerlas en marcha siendo conscientes de que, si no lo hacemos, resultará aplicable el concepto de ¡Pan hoy y hambre para mañana!

Enrique Dans en el post accesible en https://www.enriquedans.com/2018/10/tecnologia-economia-y-calentamiento-global-que-hacer-para-precipitar-un-cambio-de-actitud.html plantea una serie de reflexiones sobre el cambio de actitud necesario para afrontar los retos del cambio climático en respuesta a una pregunta “¿Qué importancia tienen los símbolos?”- Tras responderse a sí mismo con la afirmación “mucha más de lo que parece” afirma “El valor de un símbolo es el de (por ejemplo) conseguir que las compañías se conciencien en la necesidad de llevar a cabo acciones de descarbonización (y con ello) provocar que los clientes y analistas juzguen esos símbolos en función de su contribución objetiva”.

Los símbolos posibilitan también introducir “momentos de la verdad” en nuestra vida cotidiana, (algo, por cierto, de lo que todos somos conscientes en estos momentos de crisis). Los símbolos pueden incluso “generar afinidades y preferencias por las compañías en función (de sus actitudes y permitirnos) decidir que, aunque un producto sea más caro o no sea el habitual que consumimos, vamos a preferirlo porque demuestra un compromiso con el que es el problema más importante que tenemos en este momento”.

Incorporar símbolos a la lucha contra el cambio climático “significa recompensar la innovación y las ideas creativas, algo que necesitamos desesperadamente para que cambien hábitos arraigados durante generaciones. ¿Cómo de grande tiene que ser una minoría como para que pueda cambiar esos hábitos, cambiar la conciencia de toda una sociedad? Se dice que una minoría comprometida de un 25% es la que puede conseguir que las revoluciones se conviertan en movimientos generalizados. En ese porcentaje, ahora mismo, nos lo estamos jugando todo”.

La actividad de referentes como Greta Thunberg es muy importante pero finalmente la lucha contra el cambio climático depende de las respuestas que todos adoptemos como individuos.