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Sin transparencia no hay futuro. Una frase perfectamente equiparable a otras muchas para describir la relación entre la política y los ciudadanos. Un concepto todavía, si cabe, más válido estos últimos días. 

Algunos/as pensaréis que una cosa es la claridad y otra la transparencia. Sin embargo permitirme hacer, por este vez, este símil. Por cierto esta es una frase excelente que he oí pronunciar sobre Catalunya asimilable a otras muchas como la de “sin soberanía no habrá referéndum”, excelente reflexión (equivoca a propósito) formulada en este caso, por Antoni Basas en Septiembre del 2015.

Centrándonos por tanto en la situación catalana (porque de ello va este post) lo primero que debo de hacer es reiterar mi total convencimiento de que el motor del “procés” no ha sido la clase política sino la ciudadanía. Y que la forma en que aquella lo ha «manejado» creo que es muy cuestionable. empezando por la falta de transparencia con los ciudadanos.

Estoy convencido de que el resultado final es la suma de cuatro realidades. La falta de madurez y compromiso de la clase política tanto para analizar objetivamente los costes de transición (y no me refiero únicamente a los costes  económicos), como para hablar con claridad y transparencia. La inexistencia de una masa social suficiente para que el proceso pudiera superar todos los retos que tenía por delante (no es posible desarrollar ni implementar esta «ruptura» hasta sus últimas consecuencias con un apoyo inferior al 50% del electorado). La inexistencia de un apoyo político y financiero internacional (sin ellos estaba claro que íbamos claramente dirigiéndonos al fracaso). Y la última el error cometido por los estrategas en el análisis de las posibles reacciones del Estado (que como hemos podido constatar se han basado casi exclusivamente en una posición que voy a denominar «de conquista»). Una posición excelentemente representada por el “a por ellos”.

Un proceso cuyo penúltimo paso no ha sido otro que las elecciones del pasado 21 de Diciembre que, como era de esperar, dieron como resultado lo que muchos pronosticábamos antes de su celebración.


Un empate técnico entre un soberanismo que no tiene la fuerza suficiente para doblegar la fuerza de un Estado que muestra su incapacidad para entender, enamorar y comunicarse con más de 2M de ciudadanos.


Quiero recordaros que no he escrito sobre este tema conscientemente desde el pasado mes de diciembre en el que (antes incluso de conocer el resultado) escribí el post titulado “Nosotros, ellos, todos y juntos” que complementaba lo que ya expuse en el publicado el 26 de Octubre titulado “Derecho o conquista”.

En el primero siguiendo criterios cronológicos había formulado lo siguiente:  Hoy es » conveniente recordar, siguiendo a David Miró, que es necesario asumir que la normalidad ya no volverá, al menos en una generación (y el Estado) debe decidir qué tipo de relación quiere tener con un territorio que le aporta el 20% del PIB y que le puede arrastrar al abismo”. Una afirmaciones que completaba con la de que por parte del independentismo “debe de explicarse que no sólo la independencia, sino incluso el intento de conseguirla tiene un precio, y que éste no depende de Cataluña sino del Estado de quien se quiere separar, que tiene la capacidad de hacer subir la factura hasta niveles probablemente inasumibles en el siglo XXI”

En el segundo escrito el mismo día de las elecciones (aunque antes de conocer el resultado) exponía el criterio de que “A pesar de todo, tiendo siempre a ver más el vaso medio lleno que medio vacío. Por ello me manifiesto (esperanzado), aunque mis expectativas estén, en este momento, en el punto más bajo desde hace muchos años, de que finalmente, nuestra clase política -la de TODOS- tome consciencia de la realidad, deje de engañarse a sí misma y al resto de ciudadanos y se dedique a hacer su trabajo que no es otro que el de hacer política (…)”. Unas reflexiones que finalizaba afirmando “El esfuerzo que habrá que hacer para coser la fractura social que sin ningún género de dudas se ha producido entre Catalunya y España será de órdago. No sé si existe el doble o triple órdago, pero en estas estamos. Un trabajo que vamos a tener que hacer -entre TODOS- sea cual sea finalmente el resultado electoral y el gobierno que surja de él”.

Por cierto unos post accesibles a través de los siguientes links  http://pauhortal.net/blog/derecho-o-conquista/ y http://pauhortal.net/blog/nosotros-ellos-todos-y-juntos/

Después de casi 6 meses en silencio me parece oportuno volver a reflexionar sobre el tema. Aunque antes me parezca conveniente haceros un par de propuestas. La primera dirigida a todos aquellos que queráis entender de forma objetiva lo que ha ocurrido en Catalunya en los últimos años. Para ello os recomiendo el libro de Josep Marti «Cómo ganamos el proceso y perdimos la república», publicado por ED libros ISBN: 978-84-09-00146-0. La segunda esta dirigida a los que tengáis interés en analizar cuáles pueden ser las perspectivas de futuro. Para ello os recomiendo la lectura del excelente artículo de Miguel Puig publicado en Ara el sábado 26 de Mayo y accesible en https://www.ara.cat/opinio/miquel-puig-bifurcacio-despres-boira_0_2020598154.html / (en este caso es en catalán pero os recuerdo que el servicio de traducción de Google funciona). Yo lo he probado y el resultado es razonablemente bueno.

Y, mientras tanto, la vida sigue….

Estamos en un tremendo lío. Una situación que se percibe incluso como más compleja por los últimos acontecimientos políticos que afectan al gobierno del Estado. Sin embargo reitero que el «tema» no va a resolverse sin diálogo. Y para dialogar es necesario tanto un reconocimiento de la legitimidad de la otra parte como la voluntad de llegar a acuerdos.  En este sentido me parece relevante significaros la reflexión formulada por Francesc Marc Alvaro en RAC1 que afirmaba “El primer dirigente político que sea capaz de dirigirse a la ciudadana afirmando en público lo que piensa y propone en privado se convertirá en la persona más fuerte del país”. Y a ello se refiere en concepto de claridad/ transparencia.

Unos atributos que no son una de las características básicas del conjunto de nuestra clase política. Una falta de claridad y transparencia que hace, al mismo tiempo, que muchos ciudadanos españoles tengan una visión totalmente sesgada sobre lo que ha ocurrido, ocurre y puede razonablemente ocurrir en Catalunya en los próximos años. Una realidad que sólo puede resolverse con una voluntad de diálogo para afrontar juntos los retos que tenemos por delante. Un conflicto que a corto o medio plazo solamente se resolverá por la «conquista» o el «referendum».  Y la constatación de que el encaje de Catalunya en España aún siendo relevante no es lamentablemente el único de los graves problemas con los que nos enfrentamos.

Los que tenemos alguna experiencia profesional en la gestión de los procesos de cambio somos conscientes que para consolidar un proceso de esta naturaleza (y esto tanto vale para las posturas de acercamiento como de ruptura) es precisa la existencia de liderazgos ejercidos por personas con objetivos, una visión y la capacidad de actuar como motores del conjunto social. Unos líderes que actúen con transparencia y que partan del criterio de que los ciudadanos no somos….. Pero también es necesario que nosotros asumamos un compromiso personal en la consolidación de este proceso de cambio. Además de no dejarnos intoxicar por todos aquellos que siguen interesados en mantener un conflicto y una tensión que sólo favorece sus propios intereses a corto plazo.

No quiero finalizar estas reflexiones sin recordar ni repetir lo que ya he formulado en otras ocasiones. Una apelación al esfuerzo que necesitamos hacer entre todos para coser una fractura que no sólo no se ha cerrado sino que, probablemente, se está consolidando y cronificando. Una fractura que a mi, probablemente, me acompañará el resto de mi vida y que no se resolverá a pesar de algunos intentos bien encaminados e positivamente intencionados como es la que formula, esta misma semana, el Cercle d´Economia y sobre la que probablemente reflexionaré en las próximas semanas.

Esperemos que no tengamos que vivir la situación que describe LLuis Uría en un excelente articulo publicado en La Vanguardia titulado «Hasta aqui, todo va bien». En él (refiriéndose al film de Mathieu Kassovitz titulado «La Haine» ) expone una anécdota contada por uno de sus protagonistas. «Era un hombre que cae de un edificio de 50 pisos. Mientras va cayendo, y con objeto de tranquilizarse a si mismo, repite sin parar: Hasta aquí todo va bien, Hasta aquí todo va bien, hasta aquí todo va bien….».

Como podéis suponer deseo y espero que no tengamos que vivir esta experiencia.


Nota final: Escribo este último párrafo hoy 01 de Junio viernes cuando ya sabemos que acaba de culminar de forma positiva la moción de censura que Pedro Sanchez planteó la semana pasada. Como muchos otros (algunos sólo se atreverán a hacerlo sin claridad ni transparencia) saludo el cambio. Creo que hemos dado un paso… Creo que es razonable reconocer que es una persona con…… Sin embargo no podemos dormirnos en los laureles ni mucho menos  conviene -poner las campanas a repicar-. Los retos siguen ahí y…. En cualquier caso (como ha hecho el propio Presidente saliente) le deseo suerte y éxitos por el bien de todos.