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Vivimos un momento en el que las acciones empresariales en el marco de lo que comúnmente se denomina Responsabilidad Social Empresarial pasan por momentos de confusión y descrédito.

Cuando todavía no se había consolidado en nuestro país un modelo de actuación claro y definido – y no centrado estrictamente en cómo cumplir, con los mínimos costes, las normativas legales en este ámbito- y en el que, digámoslo claramente, muchas actividades de RSE se han desarrollado bajo un enfoque estricto de marketing, llega la crisis y lo pone todo patas arriba.

Lamentablemente la crisis está influyendo para que, en muchas organizaciones todavía, –aunque contemos con algunas excepciones relevantes- términos como igualdad, derechos humanos, diversidad, conciliación, sostenibilidad, biodiversidad, etc sean palabras huecas y faltas de contenido.

Lo “responsable” es hoy utilizado para organizar un curso, una publicación, un estudio Resulta difícil en este complejo entramado distinguir y transformar precio en valor. La RSE sólo va a resultar creíble cuando los procedimientos no suplanten los valores, las apariencias a las conductas, la comunicación a la percepción, la acción social a los principios, las memorias a los hechos, las expectativas a las realidades.

Al mismo tiempo –coincidiendo con el interés demostrado por los medios de comunicación en el concepto- han aparecido en el entorno de la RSE o Responsabilidad Social Corporativa un gran número de consultores, cátedras, observatorios, clubs, masters, agencias, índices, laboratorios etc….. sin que, por el contrario los realmente implicados en este tipo de temas: gobierno, interlocutores sociales y organizaciones sociales se hayan “sentado” a definir cómo articular todo este conjunto de actuaciones en el día a día real de las organizaciones.

Y sin que se hayan hecho esfuerzos relevantes para acercar, vincular y unir a dos mundos que se necesitan pero que, lamentablemente hoy siguen campando por sus “anchas”. Me refiero evidentemente a la falta de relación de contacto, de convivencia entre lo que denominaríamos mundo social y mundo organizacional.

En un reciente post en el blog de Alius Modus Eva Marco nos exponía el caso siguiente “En mi experiencia como Directora de RRHH de una empresa hotelera, muy a menudo me llamaban empresas de consultoría y me preguntaban sobre mis necesidades de gestionar la diversidad. Siempre respondía que no hacía falta, que las diferentes nacionalidades que convivían en la empresa se integraban bien e intentar trabajar en estos temas era una pérdida de tiempo. Realmente estaba convencida de que las personas que venían de otros países se integraban en el entorno laboral sin ninguna dificultad y que, con buena voluntad, todo se solucionaba”.

Eva concluía su post afirmando que lamentablemente con la “buena voluntad” no fué suficiente y que en su caso se produjeron una serie de hechos que evidenciaron la necesidad de “gestionar” este fenómeno cuando existían centros en su compañía con índices de trabajadores inmigrantes superiores al 80%.

En resumen: hemos de gestionar los temas de RSE pensando en que no es tan sólo una moda, una normativa legal que hay que cumplir, un elemento más utilizable para el marketing y tomando en consideración que no puede, por otra parte, dejarse al amparo de la buena voluntad.

El caso expuesto por Eva es tan sólo un ejemplo pero muestra la necesidad de establecer en las organizaciones estrategias y políticas que –intentando responder a las necesidades que plantea una estrategia empresarial o una situación de hecho- sean, al mismo tiempo, referentes para que todos los “clientes” (tanto externos como internos) visualicen que el cumplimiento de los objetivos empresariales puede y es muchas veces perfectamente compatible con el ejercicio de una “responsabilidad social” que lógicamente para que sea real y percibida positivamente por todos debe de empezar desde arriba.

En este contexto se incribe el proyecto «empresarial» en el que me he embarcado y que denominamos Alius Modus y que, evidentemente, responde a estos requerimientos.

Creemos en la necesidad de articular e implantar estrategias, políticas y acciones en las organizaciones que permitan conjugar las dos “R”. Resultados y Responsabilidad.

Para ello pretendemos no dedicarnos exclusivamente a hacer consultoría sino que queremos –y de hecho ya lo estamos haciendo- implicarnos activamente en la puesta en marcha de las acciones que proponemos en base al binomio de las dos “R”. Porqué, aunque a algunas personas pueda extrañarle el mensaje, si no hay resultados será imposible la responsabilidad.