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He leído recientemente que ya hace más de 30 años Richard T De George planteaba en un famoso manual el debate sobre la amoralidad de los negocios.

Durante mucho tiempo se estimo que el principio de “business is business” era inamovible. Estoy pensando cuánto tiempo hace que el debate se planteó realmente en España (10-12 años, creo) y probablemente menos en los que se ha empezado a proponer todos los principios sobre responsabilidad corporativa y las diferentes actuaciones y planes en esta área, empezando por un marco legislativo apropiado.

Dicho esto la cuestión que me planteo sobre si es posible seguir con las políticas de Responsabilidad Corporativa en tiempos como los actuales. La respuesta no puede ser diferente a un sí, y sin embargo será siempre un sí condicional pues como todos comprendemos, crisis significa atención a los costes, y costes tiene que ver directamente con factor humano, (hoy este factor puede llegar a suponer inclusive un 70% del total de los costes operativos) y de esto a poner en cuestión los temas de responsabilidad corporativa en general y los que afectan a las personas en particular sólo hay un paso.

Son muchos los directivos los que, a falta de incentivos reales, (de carácter legal y/o contractual) poco van a hacer o nada van a impulsar. Y en este sentido creo que hay que avanzar todavía mucho para que los interlocutores sociales construyan un discurso real y coherente en materia de responsabilidad relativa a las personas. En muchos casos finalmente se parte del planteamiento de que con el hecho de mantener los puestos de trabajo – que por cierto no es poco- ya se esta haciendo suficiente.

Creo que no hay mayor aportación de valor en tiempos de crisis que en tiempos de bonanza y que lo que ha de resultar aplicable y demandable (sea cual sea el contexto en el que estemos viviendo) es que la organización gestione sus recursos (y entre ellos el más importante) de una forma responsable.

Sin embargo mientras después como consumidores no le prestemos atención a donde se fabrican las zapatillas, los bolsos, o en que condiciones se presta el servicio que recibimos, poco impacto se va a notar y poca motivación van a tener las organizaciones para mantener o incrementar sus dosis (que muchas veces no son necesariamente costes) de responsabilidad. También en este punto se ha avanzado mucho en los últimos 30 años pero queda lamentablemente todavía, un largo camino por recorrer.