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A medida que pasa el tiempo el tema de la reforma laboral continua siendo (como he leído recientemente) un misterio envuelto en procelosas negociaciones que siguen sin dar fruto. Y eso que han pasado ya casi 2 años desde que el Gobierno y los Interlocutores Sociales suscribieron la Declaración para el Impulso de la Economía, el Empleo, la Competitividad y el Progreso Social.

Hace algunos días el gobierno ha presentado oficialmente la enésima versión de un documento que hemos constatado sigue siendo un listado de principios generales y en el que no figuran ni propuestas concretas ni mucho menos un calendario de puesta en marcha.

Constatamos que es creciente el número de voces que se apuntan al criterio de que algo falla en nuestro país cuando somos el miembro de la CEOE con mayor tasa de desempleo, cuando nuestro mercado de trabajo mantiene el doble de desempleados que la media europea –y todo ello a pesar de la contabilidad creativa que se impone en el cálculo de esta variable- y cuando batimos los records en desempleo juvenil. Que 4 de 10 jóvenes en edades comprendidas entre 16 y 24 años se encuentren sin empleo, es un récord que debería de impulsar a todos a tomar algún tipo de medidas. Sin embargo no parece que esto sea lo que vaya a ocurrir.

Por lo menos no es lo que ha ocurrido desde la famosa declaración que recordemos vió la luz en el lejano mes de Julio del 2008. El mantenimiento de una tasa de desempleo del 20% de la población activa –que recordemos supone más de 4 millones de personas- es aparte de un drama social un hecho totalmente insostenible.

El documento sigue siendo totalmente vago e impreciso. En relación al empleo juvenil (39% de desempleo) el Gobierno insiste en lo propuesto hace dos meses. Y en concreto,  habla de “incrementar sustancialmente” las actuales bonificaciones por la contratación indefinida inicial de jóvenes con edades entre 16 y 30 años. Igualmente, se propone elevar sustancialmente la bonificación por la conversión de contratos para la formación y en prácticas en contratos indefinidos.

Probablemente el argumento más destacado y novedoso es el que hace referencia a la propuesta de limitar la duración de la contratación temporal. Ello supone una vez más incidir sobre los aspectos de la temporalidad (que indudablemente es muy elevada en nuestro mercado de trabajo) pero sin atacar realmente el problema que recordemos se concentra, en la necesidad de reducir la dualidad entre trabajadores fijos y temporales, dualidad que sólo se resolverá en el momento en que se reduzca el coste indemnizatorio de la contratación indefinida.

En este punto el documento (los costes indemnizatorios de la contratación indefinida) abre por primera vez con cierta claridad la necesidad de reducir tales indemnizaciones como medida clave y de mayor impacto para, como he indicado en el párrafo anterior, facilitar la contratación estable y reducir las tasas de temporalidad. Esperemos que en base a cualquiera de las tres alternativas que el mismo documento propone se consiga la medida esperada, aunque, en mi opinión dudo que el llamado ‘modelo austriaco’ (la posibilidad de que un trabajador se lleve la indemnización por despido de una empresa a otra sin merma de derechos), permita como se afirma en el documento “permita incrementar la estabilidad en el empleo y fomentar una movilidad laboral más sana, así como la formación para el empleo a lo largo de toda la vida laboral”.

La segunda parte del documento se dedica a tratar los aspectos relativos a la intermediación laboral y en particular a la colaboración entre los agentes privados y los servicios públicos de empleo. Aunque el intento es laudable –pero obligado- considero que debería de ser una medida más concreta y detallada y que la necesidad de colaboración de las llamada empresas privadas de colocación con el conjunto del Sistema Público de Empleo debería hacerse en una ámbito de plena libertad y competencia, dando total transparencia a los fondos destinados a las llamadas “políticas activas”, buscando su máxima productividad (que realmente sean usados para la inserción laboral y que exista un órgano de validación y análisis de tales actuaciones). Todo ello en aras a minimizar que no se destinen  como se ha recientemente comentado públicamente por alguien probablemente con mayor criterio que el mío a engrasar el sistema.

Otro aspecto relevante del documento hace referencia al tema de la contratación a tiempo parcial. A pesar de que éste aspecto no es otro más de las lagunas históricas de nuestro mercado de trabajo, no creo que sea lo suficientemente relevante para dedicarle un apartado en un documento como éste. Debemos incrementar el volumen de contratación a tiempo parcial lo que pasa por un conjunto de medidas de carácter técnico (que por cierto sí que en este caso están citadas en el documento) pero también por cambios más estructurales en materias como la organización del trabajo, la educación y los ámbitos de conciliación entre vida personal y vida profesional.

Son muchas las voces que se han manifestado –y yo personalmente me sumo a ellas- en el sentido de que el documento como “vago e impreciso”.  Son muchos los que por otra parte lo consideran incluso una “vuelta atrás”, toda vez que reabre uno de los asuntos que más escuecen en el ámbito empresarial: la causalidad de la contratación temporal, o dicho de otra manera, que exista una obligación de justificar este tipo de contratación.

No parece, por tanto, que el documento sea de verdad algo más que un documento más y que esté en la línea de conseguir –lo que por otra parte el mismo gobierno se había planteado- el cierre de una negociación y la concreción de unos elementos claves de reforma durante el mes de Abril. Parece que finalmente lo que va a ocurrir, va a ser un intento más que llevará a unas medidas puntuales y fundamentalmente técnicas que probablemente irán en la dirección adecuada pero que nadie se atreverá a definir a largo plazo como “la reforma laboral que este país necesita”.

Recordemos que lo que necesitamos es una reforma que intente atacar de raíz las modificaciones en los aspectos que todos los técnicos consideran como claves y como imprescindibles para estar en las mejores condiciones posibles en el momento en que se invierta la situación: la dualidad en materia de contratación, la reducción del desempleo fundamentalmente juvenil, los mecanismos y dinámicas de la negociación colectiva, la formación profesional, y por último la gestión más profesional y adecuada de los procesos de intermediación.

Lo dicho…. Reforma Laboral. Otro documento más