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Durante los meses de Julio y Agosto aprovechando el descenso de las actividades directamente vinculadas a los proyectos en los que estoy involucrado hoy, he estado dedicando una parte relevante de mi tiempo “laboral” al entendimiento y al análisis del impacto de la Inteligencia Artificial.

Un análisis que inicialmente centre en aspectos más globales (al margen de los post que he preparado con el apoyo de Chat GPT y que publicaré en los próximos meses) y específicamente a los ámbitos del empleo, tanto en sus aspectos vinculados al impacto que sobre él provoca la robótica y la IA como a los de la gestión (políticas activas). También he recogido algunas ideas sobre cuál es la actitud que podemos/debemos adoptar ante ella como seres humanos. Y todo ello suponiendo que seamos capaces de vivir y superar los efectos del cambio climático, que tengo la certeza de que son imparables, y que van a mostrar -de un modo exponencial- en los próximos 10/20 años.

He aquí algunas de las reflexiones leídas o escuchadas que más me han impactado… Cada una de ellas exigiría, con toda probabilidad un análisis detallado y un debate sobre sus efectos.

Impacto global:

No estamos en la cuarta revolución industrial. Estamos en la 4 revolución que va a suponer cambios radicales en la vida humana. La primera fue cognitiva (aprender a hablar) la segunda y la tercera fueron instrumentales (revolución agrícola e industrial), la cuarta es la del comportamiento (revolución de la información).

Cuando el valor de los procesos tiende a cero los datos se convierten en el nuevo activo y aquello de lo que queremos disponer (pagar).

Hay dos elementos que son claves en la revolución actual. Velocidad y alcance. Estamos empezando a vivir una nueva manera de relacionarnos con las maquinas. Al final terminaremos fusionándonos, aunque no sepamos muy bien como, con ellas.

He aquí una posible definición sobre la especie humana en 2050: Una especie en trance de desaparición que fue capaz de crear la inteligencia artificial.

Pensemos en lo que es el proceso de desarrollo exponencial. En 10 años crearemos máquinas 10.000 veces más «inteligentes» que las que tenemos hoy. En 2075 (50 años) hay gracias a la singularidad tecnológica una relativa probabilidad que las máquinas tengan en muchos aspectos niveles de “inteligencia” superiores al de los seres humanos.

En el ámbito del empleo:

Hoy podemos hacer un automóvil con solo un 10% de trabajo humano mientras que es bastante probable que 1 de cada 3 empleos que se ofertan hoy en el mercado es para desarrollar roles/actividades que no existían hace tan solo 5 años.

De igual forma hay una alta probabilidad de que en 2030 hayan desaparecido: 3 de cada 4 empleos de hoy relacionados con actividades de atención al cliente, el 90% de los empleos en el ámbito de los servicios financieros y casi la totalidad de las actividades de logística y caja.

Deberíamos empezar a pensar en que vamos a hacer cuando esto ocurra. ¿Qué podemos/debemos hacer desde este momento? ¿Cómo vamos a dar sentido a la vida humana sin el trabajo? y ¿Cómo nos dotaremos de los recursos económicos para que ello sea sostenible?

En 2050 (25 años) se habrá conseguido, gracias al desarrollo de la tecnología, que la gran mayoría de los seres humanos no deban trabajar. El empleo en el futuro debe de fundarse en el incremento de la riqueza global y en la mayor esperanza de vida del ser humano.

¿Qué podemos/debemos hacer?:

El progreso no se puede parar. Aunque lo intentemos siempre habrá alguien en algún sitio que seguirá con él.

No es posible frenarlo. Aunque todos nos pusiéramos de acuerdo en ello siempre habrá alguien que se saltará la regla. La curiosidad y la motivación por lo desconocido son dos de las características más relevantes del ser humano.

Debemos aprender a gestionar su desarrollo. La ventaja del que posea la inteligencia artificial será tan relevante que su evolución es imparable.

La inteligencia artificial puede llegar a resolverlo casi todo. Cuando llegue este momento (¿en 50 años?) es probable que vivamos lo mejor o lo peor que haya vivido la especie humana. Lo que está claro es que no va a haber un término medio.