Tiempo de lectura: 3 minutos

Terminaba el primer post de esta serie haciendo referencia a alguna de las certezss con los que vamos a tener que enfrentarnos, con toda seguridad, en esta etapa que denominamos Postcovid-19

Un post accesible en http://pauhortal.net/blog/postcovid-19-algunas-certezas/ y en el que formulaba que algunas de ellas iban desde la gestión de la movilidad individual, el uso y la gestión del espacio privado, la gestión y percepción del tiempo, y los modos y formatos de la relación humana.   

Hemos constatado como la crisis sanitaría cuestionaba uno de los elementos fundamentales de la libertad humana. Y me refiero, evidentemente al de la movilidad. El espacio público ya no es de libre acceso. La movilidad personal se ha restringido. Los viajes se han reducido a los mínimos imprescindibles. A pesar de las presiones que sin duda se formularán por todo el tejido económico basado en la movilidad humana las reticencias a ésta (y además teniendo como perspectiva el cambio climático al que nos enfrentamos) van a actuar como frenos durante los próximos meses/años.

Y lo mismo es aplicable al espacio individual. Un ámbito en el que es posible que nada vuelva a ser igual. Vamos a priorizar los elementos de proximidad, cercanía pero también los referidos a la calidad del entorno vital. Aunque es posible que ello nos oblige a volver, en unos años a promover determinadas movilidades para favorezcan el aprendizaje.. Recordemos además que el espacio personal (hogar) se ha desdoblado en escuela, centro de trabajo, lugar de acceso a la cultura, y/o gimnasio con todo lo que esto significa.

El tiempo es ahora algo continuo que además tiende a pasar en un mismo espacio. Una de las cuestiones que más rápido hemos percibido es la de que la gestión del tiempo podía ser mucho más eficiente. Por una parte, como consecuencia de las limitaciones a la movilidad, por otra hemos constatado cómo es posible perder la distinción entre los tiempos de trabajo y los de ocio/descanso. No existen los horarios formales y ello pone en cuestión algunos de los elementos fundamentales de nuestra existencia.

También estamos empezando a descubrir nuevas formas de relacionarnos con los otros que, recordemos, soy hoy desde una fuente de satisfacción (el ser humano es un ser social por naturaleza) a un riesgo. Por ello vamos a tender a modificar muchos de los elementos relacionales tanto en nuestra vida personal como, probablemente, en los ámbitos profesionales. Aunque vamos a vivir muchas tensiones en este punto las cosas han cambiado y nada volverá a ser igual.


Los cambios en estos cuatro elementos: movilidad, espacio, tiempo y forma de relación forman un coctel explosivo que va a cambiar/modificar la vida del ser humano en un proceso probablemente irreversible.


Imaginemos tan sólo dos propuestas que ya están, como nos consta, en análisis y debate en muchas organizaciones. Dos propuestas que serán, con total seguridad, -probadas- en los próximos tiempos. La primera: promover el teletrabajo, en todas las actividades no vinculadas a los servicios personales, (por ejemplo dos dias semanales). La segunda: concentrar el tiempo formal de trabajo en 4 días semanales.

Constatemos lo que podrían suponer estas dos medidas perfectamente realizables (equivalentes a virar el portaaviones quince grados) utilizando el símil que usaba en el primero de los post de esta serie. Dos medidas, que considero son de relativa fácil implementación, y cuyo impacto sería brutal en términos de uso de espacios, localización y equipamiento de los hogares, reducción de la movilidad, impacto en el medio ambiente, etc.

Mientras tanto habrá que ver cuáles de las dos tendencias van a resultar ganadoras en la tensión entre los que deseen volver a la situación anterior (con los mínimos cambios posibles) y los que estén disponibles para afrontar los retos de la “nueva normalidad”. Y durante cuánto tiempo la fuerza ganadora (suponiendo que sea la primera de las opciones) va a poder mantener su victoria.

Cuando parece que estamos en el camino de superar la crisis sanitaria, en esta nueva etapa que ya muchos denominan como Postcovid-19 debemos enfrentarnos a la social. Y ante nosotros, tenemos la emergencia climática. Una emergencia para la que (y no se sí soy demasiado optimista) es posible que la situación que estamos viviendo nos ayude a afrontarla con mayores posibilidades de éxito. Porque recordemos que las dos primeras son probablemente superables pero la tercera puede llevarnos al desastre y a la extinción como especie. Lo que nos pone en la tesitura de que la superación de estas crisis es una tarea colectiva a la que ninguno de nosotros debemos ni podemos renunciar.

Una idea final que enlazo con la frase que incorporaba como reflexión semanal de mi blog el pasado 30 de Mayo. “No es cómo se gestiona el cambio, es cómo gestionas tu cambio” Una frase de Rebeca Navarro que me parece excelente para definir lo que se espera de todos nosotros en esta fase postcovid-19.