Tenía previsto dedicar mi nota semanal a lo ocurrido el pasado lunes en Boston y al impacto que hechos como éstos tienen o pueden tener en nuestras vidas.
Somos probablemente, como ya he afirmado en otras entradas, la primera generación europea que no hemos vivido un conflicto bélico tradicional lo que no significa que vivamos en un mundo en el que no surjan de tanto en cuanto elementos o circunstancias que conlleven situaciones que nos resulta difíciles de entender y mucho más de explicar. Sin embargo ayer tarde decidí dedicarlo a hacer referencia al nuevo concepto con el que deberemos, a partir de hoy mismo, definir el drama que supone para nuestros jóvenes tener que emigrar para acceder a oportunidades profesionales que garanticen su futuro.
Siento discrepar de la visión que tiene el conjunto de la clase política tendente a crear «nuevos conceptos» con el objetivo -no soy capaz de visualizar otro- de intentar enmascarar la realidad de los problemas. Y lamento que el gobierno actual, que tanto criticó y con razón, situaciones similares en el pasado, no haga más que caer, lamentablemente, en idénticos vicios.
Creo que los ciudadanos necesitamos y esperamos que se nos expliquen con claridad la realidad de los problemas y constatar como nuestros gobiernos se ocupan en intentar resolverlos. Todo lo demás huelga.
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