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Esta es una reflexión de Charles Handy que encontraréis en su libro «El elefante y la pulga».

«En una ocasión, supongo que como casi todos, pinté yo mismo mi casa. También cultivé mis propias verduras. Necesitaba demostrarme a mí mismo que podía hacer estas cosas. No las hice demasiado bien. De hecho si calculáramos el coste de forma realista, mis verduras probablemente costaban más que las del supermercado. Para mí eran tareas, no actividades de ocio. Finalmente comprendí que tenía más sentido que me concentrara en lo que hacía mejor y pagara a otros para hacer lo que ellos hacían mejor.

No es diferente en la actualidad para las organizaciones.

En los días en los que defendía la organización en forma de trébol (aproximadamente un tercio de personal básico, un tercio de subcontratados y un tercio de empleados a tiempo parcial y consejeros independientes), tomé prestada una formula que le oí al director de una multinacional de éxito:

½  x 2 x 3 = P

La mitad de mi actual fuerza laboral básica dentro de cinco años, ésa es mi receta para la productividad y el beneficio –dijo- siempre que trabajen el doble, cobren también el doble, pero produzcan el tipo de valor. De este modo todos ganamos.

Salvo la mitad que tendrá que marcharse, le dije, pero él no me oyó».

Creo que la reflexión sigue siendo aplicable a lo que estamos viviendo hoy y a la necesidad de generar instrumentos que corrijan los mayores niveles de desigualdad social que hoy estamos empezando a generar y no dar pasos atrás.