Me he referido reiteradamente a la necesidad de liderazgo para transformar las crisis en oportunidades. Sin embargo creo que nos falta como diría alguien que conozco bien “una de liderazgo”.
Pienso, por ejemplo, en lo ocurrido en el Japón y en la necesidad imperiosa de que frente a un entorno complejo y difícil surjan líderes capaces de actuar como referentes. No sé lo que ocurrirá finalmente en este país aunque pienso que finalmente saldrá inclusive reforzado de la situación, probablemente porqué será capaz de compensar la falta de grandes líderes por una cohesión social muy fuerte.
Siendo evidente que nuestra situación en términos de catástrofe, no es como la japonesa, en términos sociales y económicos es, sin embargo, mucho más compleja y difícil de lo que nos gustaría, y sobre todo mucho más compleja que nuestros líderes políticos nos muestran. Ya veremos que va a ocurrir después de las próximas elecciones locales y autonómicas. Mientras tanto no percibo por ninguna parte, ni en las filas gubernamentales ni lamentablemente tampoco en la oposición que probablemente tendrá la oportunidad de gobernar en 2012, el liderazgo que este país necesita.
Esta falta de liderazgo tiene como natural consecuencia un descenso sustancial en los índices de credibilidad en la “gestión de la cosa pública” y un desapego que probablemente será caldo de cultivo para la reaparición a medio plazo de posiciones políticas extremas o de ultraderecha como ya está ocurriendo en los procesos electores que se han celebrado en las últimas semanas en Europa.
También se muestra en otros ámbitos. Lo de las listas electores para las elecciones autonómicas es un ejemplo. Lo ocurrido con la gestión de la crisis es otra muestra. Y que decir tiene lo ocurrido con Bildu y las manifestaciones que casi todos han realizado sobre este asunto.
También me parece que lo que está ocurriendo con la negociación de la reforma de la negociación colectiva es muestra de que esta falta de liderazgo no sólo se está produciendo en los ámbitos políticos sino también en los económicos.
Estando de acuerdo con las afirmaciones de Toni Ferrer en el sentido de que “el problema de España está fundamentalmente en la estructura productiva”, una estructura inflexible, encorsetada, poco racional consecuencia entre otros de que no hayamos sido (y parece que tampoco vamos a ser por ahora) capaces de introducir medidas que la hagan más flexible, adaptable, cambiante etc. Aunque probablemente discrepemos en las fórmulas adecuadas para resolver estos problemas.
Seremos capaces de introducir cambios en nuestra estructura productiva cuando, aparte de otros factores, introduzcamos cambios reales en el ámbito que técnicamente se denomina “negociación colectiva”.
Aunque quiero referirme a este punto en una próxima entrada solo significar en este momento que parece que nadie recuerde que tenemos un marco laboral que supone de hecho frenos reales a la necesaria adaptación de nuestra estructura productiva a un nuevo contexto mundial en el se valorará fundamentalmente la formación y la calidad de una estructura laboral pero también su flexibilidad y capacidad de adaptación.
Pero no debemos preocuparnos. Será algo que, una vez más; haremos por nosotros mismos o en respuesta a exigencias externas aunque nos pese.
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