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Sabemos muchas cosas del futuro. No tenemos la certeza de cuándo sucederán, pero sí conocemos las líneas maestras.

Así inicia Xavier Marcet las reflexiones que incorpora en su artículo El trabajo y las Transiciones del Futuro accesible en el El trabajo y las transiciones del futuro | política&prosa (politicaprosa.com) al que me he referido en un primer post ya publicado en mi blog. Conviene recordar, en todo caso, que el objeto de estas reflexiones no es sólo el de describir cómo será el futuro sino decidir sobre las acciones que hemos de desarrollar en este periodo de transición.

Las 2 últimas certezas sobre las que deberíamos actuar son las siguientes:

Cuarta: La necesidad de crear ecosistemas de aprendizaje y de hacer un esfuerzo para ofrecer alternativas profesionales a los afectados por los procesos de automatización.

No hemos de tener ninguna duda al respecto de “que muchas personas perderán su trabajo y que volver a insertarlas en el mundo profesional conllevará esfuerzos personales y colectivos muy grandes”. Mientras que “El siglo XX fué el de los ecosistemas de formación que permitieron reducir el analfabetismo y dar oficio a mucha gente. La segunda mitad (….) fue la del despliegue masivo de las universidades y las profesiones liberales en Europa”. El ciclo vital era el siguiente: nacer, formarse hasta los 16 o los 25 años, y acceder a un trabajo/empleo que al margen de tener una cierta continuidad, en términos de funció, desarrollo e incluso estructura sólo podía requerir una cierta actualización.

Desde la última década del siglo pasado “Las cosas estaban cambiando”.  Hoy necesitamos crear y consolidar “verdaderos ecosistemas de aprendizaje que permitan frecuentes transiciones profesionales. Las (…) universidades han quedado como las representantes de los ecosistemas de formación y habrá que ver si serán capaces de cambiar y ser la piedra angular de los nuevos ecosistemas de aprendizaje.”.

La mayoría de los profesionales y sobre todo los afectados por los procesos de digitalización y robotización deberán afrontar un proceso de reinvención muy complejo con el objeto de mantener su empleabilidad en un entorno de cambio como el que viviremos. “Trabajar en el siglo XXI quiere decir dar resultados a partir de las funciones encomendadas, adaptarse a las transformaciones, y aprender y desaprender”. Lo que provocará, en cualquier caso y en este periodo de transición, la necesidad de profundizar en los sistemas de protección social.

Quinta: Una mayor exigencia respecto al valor social de empresas y organizaciones.

En los próximos años vamos a asistir (de hecho, lo estamos haciendo ya) a un cambio en la percepción social de las empresas y organizaciones. Hay muchas de ellas que resultan ser excelentes creadoras de rendimientos económicos pero cuyo valor social es muy bajo. Aunque todas son, finalmente y con independencia de su propósito, comunidades integradas por un conjunto de recursos entre los que destacan las personas, la forma en que actúen con éstas, tanto interna como externamente, condicionará su existencia y su futuro. En este marco aquellas que sean capaces de crear valor social y sean respetuosas con el entorno son las que probablemente gozarán con mayor y mejor acogida por parte de los consumidores y ciudadanos.


Cada vez más vamos a distinguir entre empresas, organizaciones y negocios.  Las primeras “crean valor y dejan legado (en términos de prosperidad social). Los negocios llenan los bolsillos de unos pocos”.


“De cara a la próxima década, la apuesta más sensata sería la suma de inteligencias en un contexto donde las tecnologías de datos y la automatización sustituirán muchos trabajos intelectuales y físicos realizados por personas. Será necesario que (éstas) dejen espacio en aquello que las máquinas hagan mejor (…) pero habrá que evitar simplismos innecesarios y (permitirles que) continúen haciendo aquello que hacen mejor que las máquinas. Las personas entienden los contextos mejor que las máquinas, aprecian el matiz, captan el tono, (…) La innovación es cosa de personas. (Seamos conscientes que) hay muchas cosas en las cuales las personas no son fáciles de sustituir, y hay (otras) que (…) preferiremos que las hagan personas”.

La transformación del mundo del trabajo conllevará la creación de nuevos modelos organizativos e impulsará la creación de un nuevo modelo de management. “El siglo XXI ha de ser una era de management humanista; no tiene sentido que (no sea así) en un mundo determinado por la tecnología”

Con todo ello ya veremos si, como muchos plantean (empezando por el propio Xavier) “esto nos llevará hacia una sociedad completamente automatizada. Pensar lo contrario quizá sea solo aferrarse a una vieja lógica del siglo XX. O quizá no. Que la tecnología permita hacer determinadas cosas no quiere decir que las hagamos así de forma mayoritaria. Podríamos alimentarnos solo con pastillitas y, en cambio, preferimos seguir haciendo de las comidas un acto social y cada vez crece más la pasión por la gastronomía. Podríamos correr en una cinta en casa y ponernos paisajes en una pantalla gigante, pero en cambio, nos gusta practicar el senderismo y respirar el aire de la montaña”.

Seguimos siendo humanos a pesar de la tecnología.

PD… estas reflexiones, están inspiradas en la que Xavier Marcet hace en el artículo cuya referencia cito. Aunque como es evidente estén estructuradas y organizadas conforme a mi propio criterio personal.