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Hace algún tiempo cayó en mis manos una «historia» que siempre que releo me sigue haciendo reflexionar. Espero conseguir este mismo objetivo con todos vosotros/as. 

Una familia está compuesta por 12 hermanos.

Uno de los hermanos (Juan) es el que ha tenido más suerte en la vida. Fruto de su trabajo y talento ha conseguido un posición y un estatus superior al resto. En el lado contrario 3 de los hermanos han tenido mala suerte y necesitan ayuda.

Los padres murieron hace algunos años sin dejarles un patrimonio relevante. Por ello el cónclave familiar decide que Juan ayude económicamente a los tres más desfavorecidos. Esta situación se mantiene durante 10 años sin que ninguno de los tres sea capaz de superar la situación.

Como consecuencia de unas inversiones equivocadas Juan se ve en mala situación económica y plantea a sus hermanos la necesidad de suspender su compromiso de ayudar a los tres más desfavorecidos. Propone como alternativa que esta ayuda sea asumida en el futuro, de forma conjunta por todos los hermanos, comprometiéndose él a aportar la parte proporcional correspondiente.

Cuál es su sorpresa cuando la posición del cónclave familiar no es sólo la de atender su petición sino incluso se le pide/exige incrementar las aportaciones a los hermanos menos favorecidos.

Después de algunos intentos de encontrar alguna solución alternativa al problema, sin ningún resultado, y sin que se produzca un cambio de actitud en el resto de los hermanos, Juan decide rescindir su compromiso y romper cualquier vínculo con su entorno familiar.

Creo que es posible que veáis en este post algún sesgo interesado… pero nada más lejos de mi objetivo que se reduce simplemente a plantear una reflexión sobre como gestionar los términos de equidad/desigualdad en un entorno social.