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Escribí hace aproximadamente un año una entrada en mi blog en el que me refería a los deberes que teníamos pendientes para el curso 2011-2012.

Hablaba en él de la posibilidad de un rescate económico de nuestro país, en un momento en el que estábamos viviendo el rescate de Portugal. ¿Qué pocas cosas han cambiado lamentablemente en un año? con la única diferencia de que ahora los rescatados vamos a ser nosotros.

Comprobaréis que el título de este post es el mismo que el de una campaña, que muchos recordamos, y que contó (allá por febrero del 2010) con un gran impulso mediático pero que se hundió de forma tan rápida como se lanzó. Con independencia del resultado final creo que el lema estaba bien planteado y que hoy, dos años y medio después, sigue siendo perfectamente aplicable a la situación que estamos viviendo.


A saber: esto sólo lo arreglamos si todos nos ponemos a ello y entre todos hacemos los cambios de comportamiento privados y públicos que sea necesario hacer.


En el verano del año pasado pensaba, muchos creíamos en ello, que las cosas iban a mejorar en el curso que acabamos de cerrar. De hecho también lo pensaban quienes ya contaban con la total certeza de ganar en las elecciones parlamentarias que se iban a celebrar después del verano. Sin embargo la realidad ha sido mucho más dura de lo que todos creíamos y de la que todos esperábamos. No sólo no estamos mejor que hace un año sino que probablemente estamos mucho peor.

Y además todos ya auguran que el próximo curso 2012-2013 seguiremos bajo los mismos planteamientos o inclusive peores, y que, bajo ningún supuesto, seremos capaces de romper la dinámica actual hasta, como muy pronto, el segundo semestre del 2013.

He estado releyendo estos días de la primera semana de agosto un informe económico de Noviembre del 2009 que situaba el techo a alcanzar en materia de desempleo en 4,5M de personas. No hace falta recordar que estamos ya en los 5,6M (con previsión incluso de alcanzar los 6) y, lo que resulta en todo caso incluso más grave, es que tenemos a más de la mitad de nuestros jóvenes en situación de desempleo. En dicho informe se planteaba la posibilidad de un crecimiento del empleo para el año 2010 situado en 1M de nuevos empleos procedentes de algunos “brotes verdes” como las infraestructuras (250.000), la actividad exportadora (otros 250.000), del plan de dependencia (200.000) y la liberalización de los servicios. ¿Qué ha ocurrido en estos 3 años? No sólo que no se ha creado este nivel de empleo sino que hemos conseguido superarnos a nosotros mismos hasta las cifras que acabo de señalar.

Creo que no es necesario recordar que para que el desempleo se reduzca en nuestro país es necesario primero algún periodo de crecimiento económico por lo que no visualizo resultados positivos en términos de ocupación en todo caso hasta el 2014.


Es por todo ello por lo que he decidido no volver a leer más artículos y/o mensajes sobre la situación de crisis, y prometo que éste será el último que escriba (espero no tener que desdecirme) hasta que realmente entremos en una senda de recuperación económica.


Como esta claro que no soy ningún especialista en economía el vaso se llenó ya definitivamente con la entrevista (desde mi punto de vista excelente) que Sala Martin le hizo a Paul Krugman y que publicó recientemente La Vanguardia.

Finalmente he llegado a convencerme de que una parte de la solución de nuestros problemas,  al margen de que todos nos pongamos a hacer lo que tenemos que hacer en términos de eficiencia, productividad y gasto, depende simplemente de que los alemanes dejen de seguir castigándonos por algunas de las barbaridades que hemos hecho en el pasado. Al margen de pagar nuestros «propios pecados» hoy estamos siendo simplemente castigados por “nuestro mal comportamiento”.

Mientras tanto, y aunque no sea un experto en economía evidentemente, estoy cada vez más convencido de con la única receta “adelgazamiento y reducción del déficit” no vamos a conseguir salir ni mucho menos de la actual situación. O quizás salgamos pero con costes sociales como los siguientes: vamos a convivir que dos generaciones de ciudadanos sin futuro, con entornos sociales de marginación –no sólo de población inmigrante- y con una nueva realidad basada en la proliferación del conflicto social. Un conflicto que difícilmente va a poder ser “controlado” por las organizaciones sindicales. Lo dicho estamos claramente abocados a entregar a nuestros hijos un futuro mucho más “negro” y poco atractivo que el que nos entregaron nuestros padres.

Dudo de si todos estamos haciendo lo que podemos y tenemos que hacer para empujar en la dirección de salida de la crisis. Dudo también si las reformas estructurales que hemos llevado a cabo son las necesarias y suficientes para sentar unas nuevas bases sobre las que impulsar la recuperación. Dudo sobre si se van a acometer las reformas en el sector público que son absolutamente necesarias, más allá de una necesaria modificación del marco autonómico. Dudo de si vamos a ser capaces de arbitrar las medidas para que el crédito fluya a las pequeñas y medianas empresas-

Dudo sobre si vamos a impulsar los cambios en nuestro sistema educativo que, –aunque sus efectos sean a largo plazo- son absolutamente necesarios. Dudo que impulsemos de verdad el espíritu emprendedor y apoyemos a las empresas españolas en su proceso de internacionalización. Dudo si tenemos una clase política capaz de asumir el liderazgo que precisamos aunque estoy convencido de que es la que nos merecemos. Sin embargo tengo mis dudas sobre si todos nos vamos a poner a trabajar más y mejor.

Un ejemplo ¿nos podemos seguir permitiendo que este país siga oficialmente paralizando durante gran parte del mes de agosto?.

A pesar de que también necesitamos nuevos liderazgos que no veo por ninguna parte, estoy convencido, también, de que tenemos los líderes que nos merecemos. Hemos de cambiar todos, hemos de cambiar modelos de vida, modelos de relación social etc, dado que el riesgo de que aparezcan soluciones “milagrosas” y con perspectivas estrictamente populistas no es ni mucho menos un escenario imposible. Creo además que los ciudadanos deseamos y están dispuestos a aceptar y a inclusive premiar al político que deje de mentir.  Auguro que pueden producirse muchos cambios en un futuro cercano si nuestra clase política no es capaz de cambiar su “chip”.

Lo dicho no se si vamos a ser capaces, empezando por mí mismo, de dar las respuestas que necesitamos y hacer que las expectativas negativas que planteo no se conviertan en realidad. Por cierto, estaré las dos próximas semanas sin publicar nuevas entradas en mi blog. Feliz verano a todos.