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Baso este post en las reflexiones que me provocó el artículo que con el título de “de la teoría a la actitud” publicó Eugenia Bieto en El Mundo el pasado 26 de Junio.

En dicho artículo Eugenia, Directora General de ESADE expone su preocupación por las dificultades que viven las pymes para captar y retener talento. “Captó mi curiosidad un comentario reciente de un pequeño empresario que (formulaba sus intenciones de cerrar su empresa) por las dificultades para encontrar personal y retenerlo. Y me pregunté, si el desempleo juvenil es tan alto, si tanta gente dice que está harta de presentar currículos sin ningún resultado, ¿no tendría que tener ese pequeño empresario una cola de aspirantes para trabajar en su empresa Y si no es así, ¿por qué ocurre? ¿Existe tal brecha entre la oferta formativa y lo que reclama el mercado laboral y las empresas?”.

La reflexión esta realizada después de analizar el Índice de Confianza Social publicado por su escuela de negocios y la Caixa y que muestra como el nivel de optimismo de los españoles sobre el futuro laboral se está incrementando sustancialmente respecto a los resultados de índices anteriores. A finales del 2015 “había aumentado el optimismo de los españoles respecto a su futuro laboral…..Los jóvenes españoles eran los más esperanzados y confiaban en mejorar su situación laboral a seis meses vista. Podría parecer absurdo si nos atenemos al débil crecimiento de un empleo inestable y precario, pero, una vez compartido con alguno de nuestros profesores, entendí que no lo es”

Eugenia prosigue su reflexión haciendo mención a un comentario del Profesor Obeso afirmando que “El mayor optimismo de los jóvenes se explica, en parte, por una experiencia laboral que, desde su inicio, se desarrolla en un medio en el que la seguridad del empleo es una panacea de la que han oído hablar, pero que no han conocido. Las nuevas generaciones están culturalmente mejor adaptadas a un ámbito laboral más inestable donde el puesto (y el contrato) de trabajo se entienden de forma muy distinta a lo pensado por las generaciones anteriores, obligadas a hacer un esfuerzo de adaptación cultural y profesional a los mercados laborales emergentes!”.

Como he señalado en reiterados post publicados en este blog lo que está ocurriendo desde hace aproximadamente año y medio es que ha habido un cambio radical en las percepciones de los españoles en su futuro, conjuntamente con un desprestigio casi total de la clase política. Unas percepciones positivas que plantean la sensación de que en materia de empleo estamos viviendo una mejoría notable.

Evidentemente nada más lejos a la realidad, pues aunque si bien es cierto que las destrucciones masivas se han reducido, seguimos con un proceso de reducción de empleos en el sector industrial, sólo compensada por incrementos relevantes en el sector servicios, aunque en estos casos estemos hablando de empleos “precarios” (bajos salarios, temporalidad etc) y además motivados por unas circunstancias geopolíticas que no son en estos momentos muy favorables pero, como es lógico, no perdurarán a medio/largo plazo.


Y si a ello unimos todo lo mucho que queda por hacer para vincular los procesos formativos a las necesidades del mundo económico es indudable que forme parte de aquellos que ven los temas de empleo de forma muy, muy pesimista.


Recordemos que proseguimos con un entorno educativo que probablemente no ha hecho mucho por adaptarse a las nuevas necesidades, un entorno donde sólo se privilegian los conocimientos y no los comportamientos. Recordemos que las necesidades del futuro pasan porque los jóvenes posean habilidades como: iniciativa, mentalidad abierta, aceptación del cambio, capacidad de trabajo en equipo, creatividad, innovación, conocimiento de otros idiomas y culturas y disponibilidad a la comprensión de la diversidad. Son habilidades que deberían de formar parte de cualquier proceso formativo pero que todavía están muy lejos de tener en nuestros procesos formativos la posición relevante que el entorno demanda.

Lo dicho, aunque exista una percepción de mejora y puede ser cierto que los índices a corto plazo muestren unas determinadas mejoras, la realidad estructural es mucho más dura y compleja, No podemos relajarnos….nos queda mucho camino por recorrer.