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Lo ocurrido ayer en la plaza de Catalunya de Barcelona me hace pensar en qué medida seguimos siendo en Catalunya un determinado laboratorio sobre lo que después se produce en el resto del estado. El movimiento de los llamados «indignados» produce un importante debate en nuestro país y plantea serias dudas y debate sobre cómo deben de actuar los poderes públicos ante él.

Acabo de leer el post de Dolors Reig sobre la «carga policial» de ayer. Soy de los que pienso que debemos gestionar de forma adecuada este movimiento, incluido el hecho de que no puede dejarse que de forma permanente un grupo importante pero minoritario de personas impidan el desarrollo normal de la vida ciudadana.

En todo caso estamos viviendo y constatando un importante cansancio social que ha influido en gran manera en los resultados de las recientes elecciones municipales y autonómicas. Constato además que Catalunya una vez más, se convierte en un laboratorio de lo que puede ocurrir en el resto de España.

Preveo, algunos de los hechos ocurridos en las elecciones municipales en Catalunya lo confirman, una clara decantación del escenario político hacia el populismo y las posiciones de carácter fascista. Apelo desde aquí al sentido común de todos y especialmente de la clase política para evitarlo.

Creo también que el Partido Popular en el conjunto del Estado (no tengo ninguna duda sobre su victoria en las próximas elecciones generales) y CiU en Catalunya no lo van a tener fácil en el futuro para gobernar respondiendo a las demandas y exigencias que nos plantea una situación compleja y evitar las tendencias populistas (desde todos los lados del ámbito político) que bien seguro van a seguir, lamentablemente, un proceso de consolidación.

Recuerdo en este momento lo que Enric Juliana escribía recientemente en la Vanguardia con un artículo (que me ha servido de inspiración para este post) al hilo de lo ocurrido en la manifestación del pasado 14 de Mayo sobre la estrategia de recortes que pretende impulsar el Gobierno de Artur Más. Cuando es evidente que más de 3/4 partes del gasto de la Generalitat se ciñe en las áreas de enseñanza, sanidad y servicios sociales si se desea (si se precisa) reducir el gasto no queda más que atacar estas tres áreas a salvo que lo que se pretenda, como ha venido ocurriendo en los últimos años, es hacer puros movimientos de carácter estético. Por cierto circula por la red un mensaje al que voy a referirme en otro post relativo a cómo conseguir la reducción del gasto público que necesitamos para equilibrar realmente nuestras cuentas públicas.

Lo que más sorprendente de la protesta, más allá de la discusión sobre el número de asistentes, de hecho me parece inexplicable que se discuta entre 30.000 y 200.000, (por mi parte apuesto por la primera de las cifras) es el carácter de las pancartas y de los eslóganes cantados por los participantes. Que probablemente la más destacada sea la de “no hay pan para tanto chorizo” (evidentemente escrita en catalán) dirigida al conjunto de la clase política resulta muy clarificador. Aunque estoy más que convencido de que muchos de los participantes en las citadas protestas han terminado dando sus votos a candidatos de la coalición electoral que gobierna actualmente la Generalitat.

Por otra parte debemos recordar que el gobierno de CiU se ha sentido reforzado como consecuencia de los buenos resultados alcanzados en las elecciones municipales. Sin embargo no debería “dormirse en los laureles”. Empezando por hacer los ajustes en la propia gestión de la “cosa pública”.