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El mundo ha cambiado. Las empresas han cambiado. Todo sucede más rápido, los mercados cambian, los entornos evolucionan, los clientes son cada vez más exigentes y volubles.

Sin embargo, seguimos planificando como lo hacíamos en el siglo XX.

La tecnología ha conseguido que lo que antes sucedía en días ahora ocurra en segundos… y sin embargo muchas organizaciones siguen pensando y manteniendo los mismos hábitos organizativos que hace 50 años. ¿Tiene sentido planificar qué va a suceder en los próximos 5 años?.

Durante muchos años la piedra de toque de cualquier nuevo producto o proyecto fué el plan de negocio o el plan estratégico. Un documento sagrado que pretendía capturar el futuro y que ha ayudado a generaciones de profesionales, pero que ahora muestra signos de obsolescencia, ¿alguien sabe cuánto vamos a vender y qué en 3 años (si ni siquiera sabemos lo que sucederá en 6 meses…).

Aunque puede parecer una herejía hoy es posible afirmar que los planes de negocio son una herramienta obsoleta del pasado. Los planes de negocio nacieron con el objetivo de capturar una realidad estática en la que las circunstancias externas no cambiaban radicalmente, y han servido durante décadas para recoger de forma sistematizada los objetivos, recursos y tareas para poner en marcha un nuevo negocio o producto.

Sin embargo, la realidad ha cambiado. Ya no es sensato explicar el futuro en función del presente, de lo que sabemos, ni lo conocido. No podemos dar validez alguna a ideas no contrastadas sobre lo que sucederá en él. Conviene tener presente que desde hace algunos años las unidades de planificación de la mayoría de las organizaciones han pasado de tener como perspectiva 3/5 años a 3/5 meses. Y todo ello como consecuencia de los mayores niveles de competitividad, el aumento de la velocidad en los ciclos de consumo y en gran parte por la aparición de tecnologías disruptivas que han hecho todo más rápido.

El problema es que las organizaciones necesitan predecir lo que va a ocurrir en el futuro y para ello es necesario modificar los comportamientos y las actitudes de muchos directivos… Aunque la pregunta sea la de ¿En que dirección?