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La voluntad de cambio profesional es muchas veces consecuencia de circunstancias no previstas ni diseñadas expresamente. En un gran número de ocasiones, es el mercado quién -fundamentalmente a través de los head hunters- contacta con nosotros para ofrecernos una opción de cambio.

Es lo que me he permitido identificar como «saber estar en el lugar adecuado en el momento apropiado».

Mi orientación inicial es la de no rechazar, de entrada, la oportunidad de acercarse a un «cazacabezas». Pero, eso sí, inmediatamente uno mismo debe llevar a cabo un análisis objetivo tanto de la «posible oferta» en cuestión como de la situación en la que nos encontramos en ese momento.

Siempre tomando en consideración que será mejor un rechazo fundado en causas objetivas, que una respuesta dudosa o poco clara que nos sitúe ante el profesional del reclutamiento en una posición débil de cara a nuevas opciones en el futuro.

Estoy convencido de que este tipo de planteamientos no se ven afectados ni modificados como consecuencia de la «crisis del empleo» que estamos viviendo en determinados ámbitos profesionales y/o sectoriales. Aunque es lógico que en estos momentos se adopte un mayor grado de conservadurismo en la necesidad de cambio.

Los cambios profesionales deben plantearse y ejecutarse en el momento adecuado y esta circunstancia depende en mayor medida de nuestro propio reloj vital que de las circunstancias del mercado.

¿Estás de acuerdo con esta afirmación?